—¡Charles!, ven a tomar tu desayuno, llegarás tarde. — La madre de Charles le gritaba desde la cocina del pequeño pero acogedor departamento. Al verse por quinceava vez en el espejo, se arregló el cabello genialmente estilizado, vio si su corbata estaba bien puesta, se limpió el uniforme con las manos y agarró su bolso para largarse del departamento.
Él y su madre se habían mudado desde Mónaco ya que el padre de Charles había fallecido hace un año atrás, y el trabajo de su madre no alcanzaba para poder mantenerlos en esa casa algo lujosa, según ambos. Entonces decidió trabajar para una de las empresas más importantes del país, pero se encontraba en España.
Charles no estaba muy de acuerdo con la decisión, ya que iba a dejar a todos sus amigos, familiares y recuerdos, pero siempre ayudaba a su madre, y si ella tomaba esa decisión... sería lo mejor.
La vida de Charles en Mónaco era como la que cualquier adolescente quisiera tener. Era el más popular, todas las mujeres se derretían al ver los ojos de este, los hombres lo idolatraban por el hecho de que era un hermoso chico, ya sea por dentro y por fuera. Era gay, pero no muchos lo sabían, solo los de su círculo personal, pero a pesar de que le gustaban los hombres, las mujeres lo perseguían, ya que era demasiado guapo. Los profesores lo querían ya que siempre los ayudaba para cualquier cosa de la escuela, aparte de tener buenas notas, a pesar de no ser muy inteligente.
Todos sabían que Charles siempre se preocupó mucho de las notas después de la muerte de su padre, puesto que no quería que su madre se preocupara por él. A pesar de que ella no se preocupaba mucho por él.
La madre de Charles entró en una depresión profunda después de la muerte de su marido. Por esto Charles llegaba cada vez a su casa después del colegio y su madre se encontraba con una botella de alcohol en mano, y su rostro en el inodoro. Ahí es cuando Charles entraba y la limpiaba, la ayudaba a acostarse, se acomodaba al lado de ella y le cantaba las canciones de cuna que su padre siempre le animaba a cantar.
— Bueno, esta es. — dijo Charles al encontrarse en frente de las puertas de una de las más grandes y excelentes escuelas que se encontraban en Madrid, España.
Caminaba por los pasillos y se vio pequeño, nunca pensó en tener ese sentimiento en un establecimiento educacional, ya que siempre había sido popular, él jamás se presentaba primero, siempre la gente se le presentaba a él.
Se dirigió a la parte de secretaría, en la que le dieron su horario, un papel con la clave de su casillero y una carpeta de la escuela para que "guardes todas tus informaciones, lindo", le dijo la señora, con una voz totalmente aguda.
— ¿Te ayudo en algo? — preguntó un chico, que al parecer tenía la misma edad de Charles, "unos 17", pensó. Era bastante alto y atractivo.
— Eh... bu bueno.... Tartamudeó. ¿Por qué se encontraba tan nervioso? No tengo ni la mejor idea de dónde queda esta sala.
— Déjame ver. — tomó el horario de las manos del joven y sonrió. — Esta sala queda al final de la escuela. Todas las clases artísticas son en esa parte de la escuela, no te juzgo por no encontrar la sala. — dijo calmado. — Seguramente jamás la hubieras encontrado. — río.
— Eh, sí... gracias. — dijo Charles y ya estaba a punto de irse, pero el otro lo detuvo un rato.
— Espera, aún no me dices tu nombre.
— Charles Leclerc.
— Oh, Charles, mi nombre es George— Dijo el castaño, y con eso se despidió, alejándose.
Al llegar a la sala, que estaba bastante alejada de las otras salas, se dio cuenta de que estaba atrasado.
"Perfecto, qué manera de llamar la atención, Charles", se dijo.
Toco la puerta.
— Adelante.
Al entrar se encontró con una sala bastante amplia, en comparación con las pequeñas que había en Montecarlo. — Debes ser... espera. — la señora sacó un papel de su escritorio y lo leyó. — Charles Leclerc, ¿cierto? — asintió.
— Bueno, Charles Leclerc., yo soy la profesora de actuación o artes corporales, como quieras llamarlo. — se acercó a Charles, pasó una mano por su brazo y se inclinó para susurrarle. — No creas lo que la gente dice de mí, eso de que dicen que estoy loca, no lo estoy, de verdad que no.— y con eso le sonrió. Charles le sonrió de vuelta, pero solo por educación, ya que quería salir y enterrarse bajo tierra.
Al pasar sus ojos por toda la multitud que lo estaba mirando expectante de que dijera algo, no pudo contener las ganas de sonrojarse.
— Vamos, preséntate. — agarró a Charles por los hombros y lo dejó en frente de toda la clase.
— Eh... yo... mmm...— ¿Qué debía decir para no sonar como un completo idiota?, pero al parecer ya lo era.
— Ahg. — suspiró.
— Solo di tu nombre y lo que deseas para este año, y terminaré con tu tortura. — dijo con una sonrisa la profesora.
— Eh. — asintió. — Mi nombre es Charles Leclerc, y espero salir de esta escuela con buenas notas para dedicarme a lo que deseo. —
— De acuerdo, puedes sentarte.
Por primera vez en su vida se sentía tan observado, se dedicó a ver a cada alumno para encontrar un asiento, y se encontraba con cada una de las miradas que apuntaban hacia él.
— Ahí. — apuntó a un banco muy atrás para el bien de las calificaciones del castaño.
Se dirigió a la mesa y se sentó. Pero por alguna razón no dejaba de sentirse observado, a pesar de que se encontraba en el último asiento.
Hasta que encontró la mirada. Era de dos asientos más lejos que él, pero que estaba un poco más alejado de las columnas en la que estaban separados los alumnos. Era de un chico con la piel morena, tenía apoyada su espalda contra la pared de la sala, sus labios eran bastante atractivos, la línea de la mandíbula estaba bastante marcada y sus ojos no dejaban de mirar al pobre castaño; el cual se sentía incómodo y decidió no prestar atención a lo que el moreno hacía.
Al acabar la clase, todos se comenzaron a mover de sus nuevos lugares. Claro que Charles seguía bastante confundido por lo tan grande que era esa extraña escuela.
Al tomar todas sus cosas en su bolso, se estaba preparando para irse de la sala, pero aún sentía la mirada penetrante de aquel moreno.
¿Quería intimidarlo?, ¿quería que se incomodara?, ¿qué quería?
Estaba a punto de ir a preguntarle, pero al momento de voltear... el moreno ya se había ido.
Hola, ahora les traigo esta adaptación, que me hacía ilusión hacer. ♡
Espero que sea de su agrado.Mientras sigo escribiendo los capítulos de Pricked, una adaptación. 👀
Esta vez solo es de un Ship que es el Charlos, no habrá mención de otros.
Nos vemos, tal vez suba otro capitulo.
L@s quier@s 💘
ZH. 🥀
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BAD BOY // CHARLOS
FanfictionEl chico perfecto existe. Ese es Charles Leclerc. Buenas calificaciones, bueno en el deporte, conocido por todos y atractivo para los ojos de cualquiera. Una mudanza de Mónaco a España le cambió la vida. En realidad su vida fue cambiada a 180° grado...