Capítulo 30 "Sonrisas"

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Ya era de mañana y Charles no había ido a la escuela, aún estaba haciendo la hora en su departamento, con su madre ya lejos de aquel lugar, en una oficina de Madrid, y con un hijo con dolor de estómago por haber faltado a clases de esa forma.

Charles era un pequeño bebé cuando se trataba de hacer ese tipo de rebeldías, en realidad era un bebé para casi todo, pero para esos casos en especial, era más niñito que nunca.

Cuando el castaño ya estaba con un suéter de color negro, y unos jeans de ese mismo color, poniéndose una gorra y unos lentes Ray Ban de aviador, salió de su casa, casi camuflado en la brillante mañana.

Al llegar a donde supuestamente tenía que encontrarse con su chico rebelde, no pudo encontrarlo por ninguna parte del parque, no estaba ni siquiera cerca de la cuadra.

— ¿Dónde estará este tonto? — se preguntó Charles en voz alta, mirando su celular, estando en el dilema si llamar o no llamar al chico malo.

Después del día de ayer, y ver como Max aún tenía esa extrovertida personalidad, junto con esa sonrisa que hacía derretir a las mujeres de Mónaco, Charles se pudo dar cuenta que en realidad sus sentimientos no habían desaparecido del todo con su amigo de la infancia, aún quedaba ese amor que siempre le tuvo a su ex novio, pero no era más allá de eso, un amor casi fraternal, en cambio, tenía otra percepción con el moreno, era mucho más fuerte, y más excitante y poderosa, algo peligrosa pero al mismo tiempo intensa. Era muy extraño, y sus sentimientos le rodearon su mente durante toda la noche, no entendiendo muchas cosas.

— ¿No vino tu amiguito? — preguntó una voz ronca, con un aliento cálido rodeándole en el oído del castaño, haciéndolo temblar de arriba a abajo al reconocer esa voz.

— ¡Carlos! — gritó el castaño, un poco sobresaltado por el susto, pero también por la intensidad de la voz. Al darse vuelta, pudo notar los moretones del moreno que aún estaban plasmados en su mejilla, pero no tan notorios como el día anterior, aunque todavía se encontraba esa cicatriz que le cortaba esos gruesos y deliciosos labios.

— ¿Por qué estás vestido así?, me costó reconocerte. — murmuró el mayor, mirando a Charles de arriba abajo.

— Es por... porque... — el castaño se puso un poco nervioso por la mirada intensa del otro, y también porque no quería reconocerle a él, precisamente al más rebelde de toda la escuela, que se sentía irresponsable al no ir al colegio de esa forma.

— Si te da miedo hacer estas cosas, entonces no tengo tiempo que perder contigo, Charles. — comentó con hostilidad, dando la media vuelta y caminando a paso lento.

Charles se sorprendió y fue directamente donde estaba el mayor, tomándole el brazo y haciendo que sus miradas chocaran.

— ¡No es eso, Carlos! — gritó en estado de alarma, con ojos grandes y desorbitados. — Es solo que no me gusta faltar a la escuela de esta manera, pero... — el castaño miró al suelo y se sonrojó por lo que tenía planeado decir ahora, a lo que Carlos le alzó una ceja y lo miró entretenido.

— Pero si es por ti, faltaría por siempre. — el castaño se mordía la lengua al decir esta última frase, con un bochorno en todo su rostro por la estupidez, pero real, que había dicho. No quería mirar hacia arriba y encontrar a un Carlos riéndose en su cara por lo que había dicho, pero antes de poder moverse, solo sintió unos dedos largos y fríos pasando por su cabello castaño, desordenándolo más de lo que estaba.

— Eres demasiado cursi, Charles. — susurró el mayor, haciendo que el otro lo mirara de inmediato y ver una sonrisa en su cara. Su pulso se aceleró en seguida, y su rostro se volvió más rojo de lo que estaba, junto con el corazón redundado de sentimientos por ese hombre que tenía en frente. No era una de esas sonrisas que siempre veía, tan llena de egocentrismo y narcisismo, sino que era una sonrisa de esas que amaba Charles con todo su corazón, esa sonrisa de dientes blancos y relucientes, junto con esas encías que aparecían justo por debajo del labio, y haciendo que todo ese momento pareciera uno de los más sinceros que habían tenido juntos. Charles no se perdonaría si olvidara ese instante. — ¿Por qué tienes esa cara de cachorro? — preguntó Carlos, mirando a los ojos del castaño, y este dándose cuenta que en realidad estaba mirando al moreno más de lo necesario, y seguramente con unos ojos brillantes y con sus pupilas totalmente dilatas por ver al hombre más perfecto de la vida para él.

BAD BOY // CHARLOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora