Cuatro

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Aymeric no había dormido en toda la noche. La conversación con Anna lo había dejado helado, y aunque sabía que debía mantenerse tranquilo por el bien de Pablo, la idea de que alguien pudiera arrebatárselo le producía un dolor en el pecho que jamás había sentido.

Se pasó las manos por el rostro, tratando de calmar la oleada de pensamientos que no paraban de golpearlo.

Era poco más de las cinco de la mañana cuando escuchó el sonido de pasos pequeños en el pasillo. Pablo apareció en la puerta del cuarto, frotándose los ojos.

—Aymeric... ¿Por qué estás despierto?—Preguntó con voz adormilada.

Aymeric forzó una sonrisa, tratando de no preocupar al niño.

—No podía dormir, amigo. Pero ya estoy bien. ¿Por qué no vuelves a la cama?

Pablo lo miró fijamente, como si pudiera ver más allá de la sonrisa falsa, pero finalmente asintió y volvió a su cuarto. Aymeric suspiró de alivio, su pecho aún apretado por la idea de perder a su hijo.

—Esto no puede pasar. No puedo dejar que lo haga.—Repasando una y otra vez las palabras de Anna.

No pasó mucho tiempo antes de que hablara con su agente. Lo tenía claro; no importaba lo que dijeran esas fechas, ni lo que dijera Anna.

Él sabía lo que sentía en su corazón, y para él, Pablo era su hijo. Así que, tomando una decisión que muchos considerarían deshonesta, hizo arreglos para asegurarse de que el resultado del ADN que Anna recibiría fuera exactamente lo que él necesitaba.

—¿Estás seguro de esto?—le preguntó Matt por teléfono, su voz sonaba preocupada, y tenía que estarlo, si alguien se llegase a entrar de esto, no solo la carrera de Aymeric se vería afectada; su trabajo de agente y posiblemente su libertad también.

—No hay marcha atrás, hazlo. No voy a permitir que un trozo de papel arruine lo que he construido con Pablo. Es mi hijo, y no importa lo que diga un laboratorio.

Matt suspiró, pero aceptó los términos. Sabía lo importante que era Pablo para Aymeric, y de cierto modo, él también ya le había tomado cariño al pequeño.

 Sabía lo importante que era Pablo para Aymeric, y de cierto modo, él también ya le había tomado cariño al pequeño

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Dos días después, Aymeric recibió una llamada.

—La prueba de ADN que alteramos está lista. Anna ya la tiene en su poder.—Informó Matt.

Aymeric exhaló profundamente, cerrando los ojos un momento. Sabía que había tomado un camino complicado, pero no se arrepentía. Colgó el teléfono y se dejó caer en el sofá.

Poco después, Anna apareció en su puerta. Tenía el sobre con los resultados en la mano, su expresión serena, como si hubiera encontrado la respuesta que necesitaba.

—¿Y bien?—Preguntó Aymeric, mirándola directamente, su mandíbula tensa.

Anna alzó el sobre y se lo extendió.

—Los resultados. Dice que Pablo es tuyo. Pero, sinceramente, no sé si es lo mejor para él. Puede que no lo sepas, pero hay alguien más... Dispuesto a estar en su vida.

Aymeric sintió que su sangre se congelaba. Sabía lo que ese comentario implicaba. Sabía lo que significaría si Anna cambiaba de opinión, ella lo sabía, mierda, lo sabía.

—Anna... No hagas esto. —Se esforzó en mantener su tono bajo, pero la tensión en su voz era palpable.

—No puedes llevártelo ahora. No después de todo lo que hemos pasado.

Anna lo miró, pero no con el odio o el desdén que había esperado.

—No lo haré...—Dijo ella finalmente, con un toque de resignación en su voz.

—Me voy, y Pablo se queda contigo. Pero quiero que sepas que, él tiene derecho a conocer a su verdadero padre, algún día querré que eso suceda.

—Yo soy su padre. —Aymeric dio un paso adelante, su mirada fija en ella. Estaba al borde del pánico, pero trataba de mantener la calma.

—Un trozo de papel no me va a decir lo que mi corazón ya sabe. Pablo es mi hijo, Anna. No importa lo que diga la ciencia o lo que pienses tú. Lo he criado. Lo he visto sonreír, llorar, crecer...

Anna suspiró, como si ya hubiera tomado su decisión.

—Te doy un respiro, Aymeric. Pero recuerda que esto no ha terminado. Tal vez algún día, Pablo tendrá que saber la verdad.

—Y lo sabrá.—Respondió Aymeric, con una convicción inquebrantable.

—Sabrá que fue querido desde el primer momento en que lo tuve en mis brazos.

Anna no dijo más. Simplemente le dejó el sobre en la mesa y se fue. Aymeric la vio marcharse por la ventana, y cuando desapareció de su vista, finalmente dejó escapar el aire que había estado conteniendo.

El sobre con los resultados de la verdadera prueba de ADN, la que no había sido alterada, seguía sobre la mesa.

Ni siquiera lo miró dos veces. Para él, no había necesidad de abrirlo. Era solo un trozo de papel, incapaz de cambiar lo que él ya sabía.

Pablo era suyo. Y nadie, ni Anna, ni la ciencia, ni ningún otro hombre, iba a cambiar eso.

—¿Y tu hijo?—Preguntó la rubia que estaba sentada de copiloto.

—Está con su padre...—Dijo Anna sonriendo.

—Pero... ¿No habías dicho que..?

—Me equivoque.—Me equivoque respecto a ti... Aymeric.

Creí que estarías saltando en un pie cuando dije que me había equivocado, pero...

Anna sonrió encendiendo el auto, se marchó de ahí sabiendo que había hecho lo correcto, no había nadie mejor que Aymeric para Pablo.

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⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

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