Prólogo

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ADRIÁN

Me despierto con el golpe "sutil" de un objeto, una almohada seguramente y el culpable de este gravísimo error, el muy hijo de su madre, Lean.

Me pongo de pie, pero tambaleo y vuelvo a sentarme en la cama mientras busco a ciegas mis pantuflas, y me dirijo al comedor. El está sentado en la mesa tomando un café.

—¿Hasta aquí puedo escuchar tu música? quedarás sordo mucho antes de la tercera edad.

Me muestra su dedo del medio.

—Eso te metiste en la mañana— respondo y lo escucho reír.

—Como amanecimos.

—Bueno, puedo levantarte de la misma forma mañana ¿Te parece?

Niega con la mano.

—A ver si podés madrugar

Boee.

Me siento en la otra punta de la mesa, y si, sigo oyendo su música.

—¿Linkin Park?— me refriego los ojos con cansando.

Me mira como si lo acabara de cachetear.

—¿Te estás buscando otro almohadonazo? ES LA RENGA, POR FAVOR

Puse los ojos en blanco y expuse ambas manos en señal de rendición, Lean es fanático de ese grupo desde que lo conozco, tenemos eso en común, la diferencia es que el prefiere rock nacional.
Veo que se pone de pie y va a la cocina y trae mi taza, para cerca de mí viéndome con esa cara de baboso empalagoso y coloca la taza en la mesa.

—Lo escupí para ti.

Le devuelvo el gesto mientras me tapo la boca con la mano y la otra en mi pecho dramáticamente.

—Significa tanto.

Revuelve mi cabello.

—¿Volveras a al gimnasio?

Lo miro detenidamente.

—¿Lo necesito?

Me mira de arriba a abajo y se enconje de hombros y mueve la mano "más o menos" y se va a su habitación, seguramente para traer su mochila.

—¿Sabes que ir allí está sobrevalorado? El mundo debería aceptar a las personas tal cual son— le gritó desde donde estoy y el hace lo mismo.

—Interesante, ¿de que tiktok de autoayuda lo sacaste? En serio, me preocupo y no podés seguir así ya pasaron seis meses, seis meses de vos escuchando Reik, Sin Bandera como sea, no tenés que descuidarte a vos mismo por lo que te paso con ella.

Regresa al comedor y coloca su mochila en una silla y me mira. Mi falta de respuesta hace que Lean suspire y mire el suelo.

—La odio— susurra.

—No digas así.

—Si es verdad, nunca me cerró esa mina, pero ahora no la puedo ni ver.

—No deberías ella no está en Londres, pero ¿por qué te pones así?

—Porque se metió con vos, también sos igual a mi o no te acordás de Diego.

Estoy seguro de que mi cara se torció del asco, rabia, indiferencia y todos adjetivos negativos que me derivan al quetejedi.

—Uf el innombrable, ese mamarracho

Lean sonríe.

—Ahora entendés— toma la silla al lado de la mía y se sienta— mira, yo también estuve ahí, te necesité y estuviste aún cuando estaba todo ciego e idiota.

Levanto la mano para detenerlo.

—No te digas así, estabas enamorado, idiota fuiste siempre eso no cambió.

El rodó los ojos poniéndose de pie.

—Y arruinaste el momento.

—¿Teníamos un momento?— preguntó con media sonrisa.

—Era la parte de "que un amigo es una luz" pero la cagaste. Adrián, siempre te diré que es buena la terapia, a parte de ti eso me ayudó mucho.

Tengo mis temas personales con la terapia, abrirme de esa forma, como hablaré, como hay que actuar, como me relajo. No es la primera vez que el me dice esto, y no es hasta hoy que me doy cuenta de mi repetitiva respuesta a ese tema.

—Lo pensaré.





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