Capítulo 4

127 2 1
                                    

Era un lunes por la mañana. Tom se levantaba, como todos los días, muy temprano para bañarse y alistarse con su traje de policía, que ya le quedaba un poco apretado, resaltando tanto la parte delantera como la trasera, lo que le hacía incómodo caminar por la calle. Para disimularlo, trataba de dejarse la camisa fuera en lugar de meterla debajo del pantalón, pero al llegar al trabajo, se la ponía correctamente por petición de su jefe.

Todos los días, Tom desayunaba tostadas con café, aunque a veces también comía huevos revueltos. La razón por la que se alimenta de esa manera, es que su trabajo no le pagaba mucho. A pesar de realizar tareas arriesgadas, como ser espía, solo recibía alrededor de 500 dólares mensuales y en su pequeño departamento pagaba 450 dólares al mes, por lo que no le alcanzaba, además de considerar el costo de vida en el país en el que vivía.

A pesar de esto, Tom no se quejaba mucho porque amaba su profesión más que a nada y sabía que no encontraría otra comisaría que lo perdonara por los múltiples fracasos de sus misiones. Una vez, Tom tuvo la oportunidad de viajar a otro país, pero no lo hizo porque tenía en mente su promesa a Jake y no quería defraudarlo, aunque, en última instancia, lo hizo.

- Hola Tom - saludó Gabby - ¿Qué tal has amanecido?

- Nada bien - respondió adolorido - La cama en la que duermo ya está dura y comprar una nueva me quitaría casi todo mi dinero

- Lamentablemente, el salario no es muy bueno - contestó la morena con tristeza - Pero, bueno, ¿quién más nos va a soportar, no?

- Sí, ja, ja - rió Tom - Nadie más aguantaría nuestras locuras

- Tienes razón - dijo Gabby, levantando el pulgar - Antes de que me olvidé, el jefe te llama a su oficina

- Okey, gracias

Tom se dirigió a la oficina de su jefe y al entrar, se sorprendió bastante. Aunque ya había estado allí antes, el diseño del cuarto era simple, pero ahora, era mucho más elegante. Estaba adornado con múltiples cuadros sofisticados que, a decir verdad, seguramente costaban más que su sueldo. El escritorio del jefe era realmente lujoso, hecho de roble oscuro, según la impresión del de cabello oscuro.

- Buenos días, jefe - saludó Tom, haciendo una reverencia

- Igualmente, Tom - respondío el jefe - Toma asiento, no seas tímido

- Oh, claro - dijo Tom, tomando asiento - ¿Para qué me llamó?

- Bueno, ha surgido una nueva misión: atrapar a una banda de secuestradores

- ¿Otra vez? - pregunto un poco enojado - No es que no me agrade la misión, pero la semana pasada atrapamos una banda con las mismas características

- Sí, lo sé, pero sabes que ellos no descansarán hasta cometer sus delitos

- Sí, lo sé muy bien - dijo con seguridad - Sobre esa banda, ¿a quiénes secuestran principalmente?

- A omegas...

Esa palabra retumbó en la cabeza de Tom apenas la dijeron: "omega". Esa simple palabra le hacía recordar a Jake. Tan significativa era que todos los recuerdos con él volvían a su mente sin parar, una y otra vez.

El regaño de su jefe lo sacó de sus pensamientos, ya que estaba tan distraído que no prestó atención a la misión que le habían asignado.

- ¿Tom? ¿Me escuchaste? - preguntó su jefe

- S-sí, escuché jefe - dijo con nerviosismo

- A ver, ¿qué te comenté? - preguntó su jefe con voz ronca y enojada - Ya que estás tan atento, según tú

o Un Camino Difícil (omegaverse) oWhere stories live. Discover now