Capítulo 4

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Silencio.

La declaración de Reigen es recibida con un pesado silencio y siente que su corazón se desploma. Todas sus preocupaciones anteriores regresan en un instante, sepultándolo hasta casi asfixiarlo. Sus dedos comienzan a temblar contra la superficie de su escritorio, sólo se detienen cuando una mano cálida los envuelve.

"¿Él... realmente dijo eso?" Serizawa pregunta, su voz apenas audible y llena de algo que Reigen no puede identificar. Un conjunto de emociones comienza a arremolinarse detrás de su caja torácica. Se retuercen y tiran, haciendo que su corazón se sienta pesado y su garganta se cierre con un pánico repentino. No recuerda ninguna otra ocasión en la que le haya resultado tan difícil hablar.

Pronto se da cuenta de que Serizawa está esperando una respuesta y Reigen tiene que forzarse a hablar.

"Yo... sí", dice, con la voz áspera y tensa, el pecho todavía demasiado apretado para respirar plenamente, y se maldice a sí mismo.

Serizawa le observa durante unos segundos, escudriñando su rostro con expresión neutra. Sin embargo, sólo un instante después, sonríe tranquilizadoramente y se convierte en una risita. Antes de que Reigen tenga tiempo de reaccionar, la risita se convierte en una carcajada. Es ligera, etérea y una de las cosas más melodiosas que ha tenido el placer de escuchar. El agarre alrededor de sus dedos, aún temblorosos, se tensa aún más y el hombre aspira profundamente para contenerse, con las mejillas cubiertas de un profundo rubor. En ese momento debe de haberse dado cuenta de que Reigen le mira con los ojos abiertos de incredulidad y horror, con las cejas fruncidas.

"¡Lo siento!" Serizawa se disculpa rápidamente, con la mano libre flotando a su lado como si quisiera cruzar la distancia para alcanzar a Reigen. Su sonrisa es de disculpa y vergüenza por su repentino arrebato. Respira hondo y Reigen le envidia por su capacidad para hacerlo, desconcertado por el hecho de que el otro no se haya visto completamente sorprendido por lo que acababa de oír.

Serizawa afloja ligeramente el agarre de su mano y ladea un poco la cabeza. "Esperaba que te dieras cuenta por ti mismo, si te soy sincero".

La forma en que lo dice implica una gran confesión y Reigen se siente momentáneamente perdido y confuso. Los segundos pasan y la suave sonrisa de Serizawa se vuelve cada vez más forzada. Obviamente está esperando algún tipo de reacción o respuesta por parte de Reigen y tarda unos momentos más en repetir las palabras en su cabeza antes de darse cuenta con toda su fuerza.

El continuo rebote de su pierna bajo la mesa se detiene de inmediato y jadea. La acción parece asustar a Serizawa, porque el agarre alrededor de los dedos de Reigen se afloja aún más y retrocede un poco, la expresión de su rostro implica que ahora se arrepiente de su declaración bastante atrevida. Serizawa está a punto de decir algo, pero nunca tiene la oportunidad de hacerlo.

"¿Lo sabías?" La voz de Reigen es más alta de lo que pretende, más un grito que una exclamación, y Serizawa se sobresalta en su silla. Si estuviera en una situación mejor que ésta, Reigen se habría sentido culpable por asustar al otro, pero hay asuntos mucho más urgentes que tiene que resolver ahora mismo.

Sus pensamientos corren a mil por hora, su cabeza empieza a dolerle ligeramente con flashes de Serizawa tocándole, apoyándole, pasando tiempo con él y nunca juzgándole de verdad por nada cuestionable que hiciera o por sus pasos en falso. Momentos en los que se habían sentado en el bar, compartiendo todo lo que podían sobre sus vidas, miradas amables con las que el esper le había agraciado, risas compartidas...

Recordaba cada vez que Serizawa le había tocado un poco más de lo que debería hacerlo un empleado o incluso un amigo. Cómo sus miradas a veces parecían detenerse en la forma de Reigen de una manera que le hacía sentir un poco más cálido. En todas las ocasiones, Reigen había reprimido sus sentimientos, culpando de ello a un truco de su mente o a la inexperiencia del otro en lo que respecta a las interacciones sociales.

Atado a mi Corazón - SerireiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora