ᴄɪᴄᴀᴛʀɪᴄᴇꜱ | ᴄᴀᴍᴘᴀᴍᴇɴᴛᴏ ᴅᴇꜱᴠᴇɴᴛᴜʀᴀ ᴊᴀᴍᴇꜱ x ᴀɪᴅᴇɴ

Cicatrices

Explicar como se sentía al mirar al espejo era difícil, es decir, no se veía como mujer pero tampoco como un hombre. Ver esas cicatrices en su pecho era una lucha en su interior, trataba de no verse al espejo, apesar de que ya iban cicatrizando aún seguían visibles, ver la forma de sus caderas anchas o su pequeño cuerpo y la estructura de su rostro, no se compara a la de otros hombres y eso lo hacía sentir diferente, "¿porqué yo no podía verme como ellos?" Era una de las preguntas que siempre se hacía, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

Escuchar a otros llamarlo por su antiguo nombre, era complicado. El que lo acepten también lo era, a sus padres les fue algo confuso entender por esa transición que su hijo había decido tomar, pero no se negaron a apoyarlo en lo que hacía falta y eso era algo que Aiden estaría siempre agradecido, pero no podía evitar los comentarios de la gente hacía el.

- "Pero si te veías más bonita antes"

- "Tan lindo cuerpo tenías y te hiciste eso"

- "Me gustabas más como chica"

- "Hagas lo que hagas siempre seguirás siendo una chica"

- "Lo siento, pero no puedo verte de la misma manera que antes.."

Eso dolió. ¿Acaso todos se guían por como se veía? ¿No les importa como se sentía? Cambiar su apariencia no cambiaría el hecho de quien era.
Eso hizo que Aiden estuviera varios meses un poco, encerrado, encontró algunos amigos quienes compartían sus gustos y opiniones, se sentía.. bien, ser aceptado, si es que puede usar esas palabras.

Pensar como fue su niñez se sentía raro, el usar vestidos incómodo, el color rosado predominaba cada parte de el y de su cuarto. Los maestros lo prohibian jugar con los niños, decían que eran muy brutos y que mejor juegue con las muñecas, haciendo oídos sordos iba a jugar con los niños y no le importaba que tan bruto fuera, era mejor que jugar esos juegos.
Su adolescencia fue un poco más dura, dejó de usar ropa ajustada y reveladora para empezar por algo más holgado.

- "¡Dios mio! ¿Qué te hiciste? Nada. Mira tu cabello, estaba tan precioso y ahora pareces un dalmata.

Cortarse el pelo fue otro paso, mirándose al espejo agarro las tijeras y comenzó a cortar mechón tras mechón, así fue hasta llegar a la altura de sus hombros. Ahora se veía diferente.