Extra #4

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"I once believed love would be black and white,

but it's golden.

-Taylor Swift."

Christine.

Enfrentar a mis padres no es algo que quiera hacer sola.

Están aquí desde hace horas, pero me he estado retrasando un poco por los nervios. Le había mandado un mensaje a Frida para que vaya a casa de mi hermano a ver a mis padres quienes ya le han tomado un cariño inmenso, seguramente al momento de yo llegar ella estaría ahí.

No sé cuántas inhalaciones he hecho, pero todo estaba listo. Había comprado un pastel y pedido que lo personalicen con un "hey, familia. Soy el nuevo integrante" en francés y unas camisetas con el logo también pero con el escrito en inglés.

Estaba nerviosa y loca, porque esa sería la única razón por la que estaba parada en su puerta. Mis nudillos tiemblan pero no dudan al tocar la madera, los ladridos de Thor resuenan del otro lado. Una sonrisa se me escapa de los labios al creer que él estaba aquí junto con su dueño.

Ciertamente, no esperaba verlo tan pronto, esto no es lo que pensaba al pedirle el espacio que nos merecemos, pero no había de otra. No iré a decirle a mi familia sobre el bebé sin él a mi lado.

Si tenía que arrastrarlo...

Me aferro a mi bolso, el pastel entre mis manos me dificulta la tarea de tocar la puerta por lo que uso la punta de mis ballerinas para hacerlo nuevamente. Resoplo, empezando a creer que no quiere abrir la puerta.

Podía escuchar las patas de Thor rasgar la puerta.

—Axel, abre la puerta.

No tardé ni siquiera un minuto para ver su rostro, lo primero que visualizo son sus ojos marrones cansados y las ojeras en ellos. Frunzo las cejas, lucía terriblemente guapo pese a su imagen de enfermo.

—¿Qué me delató?

Alzo los hombros entrando al apartamento, como lo esperaba, estaba repleto de cuadros y figuras pintadas. Giro en mi propio eje notando la claridad en la sala y el olor dulzón que parecía venir de la cocina.

—No lo descubrí en seguida —le aliento.

Suspira, sus hombros tensos se relajan pero todavía es visible el estado de alerta en su lenguaje corporal. Como si estuviera esperando algo que no ha puesto en la lista mental que lleva.

Aplasto mis labios pintados de rosa, dejo el pastel en la pequeña mesa que revela las notas y lapicero que usa para mandarme las notas. Tomo el paquete de post its y se la muestro con una sonrisa divertida, cierra los ojos lamentando haber dejado el objeto a la vista.

—Antes de que digas algo, debes saber que no era mi intención engañarte de esta forma... no del todo.

Chasqueo la lengua acercándome, mis ojos reparando en su camiseta holgada y arrugada, como si hubiera estado sosteniéndola de vez en cuando. Hay manchas pequeñas y poco visibles de pinturas, y sus pantalones cómodos y desarreglados hacen juego con su aspecto poco cuidado. Los calcetines blancos cubriendo sus pies y el cabello hecho una mata apuntando sin dirección alguna.

—Lo que te delató, Axel, es tu caligrafía. Eres el único que escribe las i con un corazón en mi nombre —le recuerdo, pareciera que el detalle había salido natural en él porque se sorprende de mi observación, algo que caliente el lado izquierdo de mi pecho justo en mi corazón—. ¿Qué haces aquí?

—¿En serio creíste que te dejaría ir tan fácilmente una segunda vez? No está pasando, Christine.

La afirmación y seguridad en su voz era algo tan delicioso de presenciar, saber a pesar de todo entre nosotros que aún seguía convencido de quererme...

La inspiración de Axel Malik (2) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora