Thackery Binx tenía dieciséis años cuando se enfrentó a las hermanas Anderson, intentando salvar a su hermana y acabó fallando en el intento. Por su atentado, las tres brujas antes de ser encontradas y colgadas por el pueblo de Salem, lo maldijeron dejándolo vivir eternamente como un fantasma que arrastra la culpa por la muerte de su hermana Emily.
Fueron trescientos, trescientos años en los que vió pasar la vida que le arrebataron de las manos en un abrir y cerrar de ojos. Se sintió encadenado a la casa, con todas aquellas cosas embrujadas dentro que había visto miles de veces. Los calderos pequeños y grandes, el libro de piel humana con aquel escalofriante ojo, los frascos con dedos flotando en agua podrida y luego, cuando la gente ricachona había tomado el lugar y lo transformaron en lo que llamaron “museo” fue como un golpe directo al estómago porque ¿A quién trataban de recordar? ¿Conmemorar? ¿A las brujas horripilantes que le quitaron la vida a su hermana y detuvieron la suya junto a la de miles de niños?
Con tan solo pensarlo, le dolía la cabeza. Lo cual era gracioso porque no sentía ningún tipo de dolor físico, su cuerpo era una sombra traslúcida cuando estaba en el exterior, casi transparente, a veces era el reflejo de la luna cuando pasaba por las ventanas de la casa.
Las conversaciones de la gente llegaban a sus oídos, según sus palabras, Thackery era una leyenda y los juicios de Salem solo eran historias de ancianos para vender objetos de Halloween con facilidad. Pero tuvo suerte, la leyenda de que su “espíritu maligno en busca de venganza” rondaba el bosque entero mantuvo alejado a los mirones que se adentraban para robar objetos o intentar encender la codiciada vela de llama negra.
Que un virgen encienda la vela un día cualquiera no tenía el mismo efecto que encenderla específicamente el Día de todos los Santos, donde se juraba que las brujas volverían de la muerte y con ellas, la desaparición de la mayoría de niños para darles la juventud eterna.
Thackery nunca abandonaba demasiado la casa, aunque la odiara, no podía dejarla. Dentro de ella, lejos de la luz nocturna, podía mantener su cuerpo de carne y hueso, sentirse a sí mismo y a los objetos que lo rodeaban, era como si nunca hubiera sucedido tal tragedia pero luego miraba la silla vacía a un lado del caldero y nuevamente recaía en la angustia, la culpa y el remordimiento. La imagen de Emily en esa misma silla, sus brazos flojos a los costados y su cabeza caída, el recuerdo de Winifred absorbiendo el espíritu de su hermanita hasta matarla.
Y aunque sea doloroso, ese era su motivo para cuidar la vela con uñas y dientes cada Halloween durante trescientos malditos años. No podía permitir que injustamente más niños sean arrebatados de las manos de sus padres, que pequeñas Emily's mueran en manos de brujas malvadas, que otros adolescentes sufran por maldiciones eternas.
🕷️
El museo estaba cerrado temporalmente al llegar la Noche de todos los Santos, decidían temporalmente dejarlo sin vista a los turistas ya que no querían correr riesgos de “despertar viejas leyendas” con simples incidentes que podrían alterar la tranquilidad del pueblo. Aparte de que esa misma noche se encontraban las más grandes fiestas de disfraces para adultos en distintos puntos de la ciudad mientras que, niños de todas las edades buscaban dulces o hacían trucos a aquellos que les daban caramelos de mala calidad. Dichas alocadas reuniones se armaban tanto para ricachones en sus grandes mansiones como para gente del pueblo que prefería algo más casual dentro de los grandes clubes sociales en el centro.
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₍₍El guardián de la vela⁾⁾
Hayran Kurgu✷ Thackery Binx × Max Dennison. 🎃 ☆Thackery fue maldecido por las hermanas Anderson, ser protector del ahora "Museo de Salem" en forma de fantasma para que ningún virgen sea tan idiota como para traerlas de vuelta encendiendo la vela de llama negra...