Domingo por la tarde

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Me quedo dormida
en el regazo de mamá.

Juro que no quiero dormirme,
quiero estar consciente y reírme con mis padres;
pero me acuesto en su regazo,
me tapo con una manta
y ella pone su mano en mi brazo.

Puedo escuchar a mi papá hablar,
a mi mamá reaccionar
frente a la novela que no puede dejar de mirar.

Siento a mi gato acurrucarse a mis pies,
siento el calor de la estufa
y como mi mamá se mueve
cuando se ríe.

Domingo a la tarde,
no podría estar en un lugar mejor.
Me quedo dormida en el regazo de mi mamá
y puedo escuchar la voz de mi papá.
De repente no necesito nada más.

Mi vida en poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora