Un corazón dividido

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Miró con incredulidad el dispositivo entre sus dedos. De todos los años que llevaba desempeñándose como un agente de la división, jamás había visto algo parecido, y es que, por más que lo observaba, su cerebro realmente no lograba hacer la conexión acerca de qué carajos era aquello.

—¿Qué mierda es esto? —Bakugou rió alto y le dio una mirada al agente Kioto—. ¿Si sabes que soy un alfa, no? Esta mierda no me será útil en absoluto. —Sostuvo el diminuto objeto entre sus dedos y comenzó a moverlo de un lado a otro para observarlo mejor. Entre más Bakugou observaba, más se acrecentaba la mueca burlona en su rostro.

El agente Kioto, de nombre Tenya Iida, le miró con seriedad. Era obvio por su expresión que el hombre no estaba con ánimos de bromear respecto a sus invenciones.

—Es un dispositivo de rastreo, Osaka, no te hagas el payaso —dijo, tan severo como le era característico y de manera enfática indicó el objeto en sus manos para comenzar a explicar—. Debes ponerlo en tu dedo, el rastreador de vigilancia está en la punta, introdúcelo, presiona por tres segundos y sueltas.

Bakugou aún sonreía, pero cerró con cuidado la pequeña cajita con el aparato dentro. Se le hacía gracioso que el dispositivo de rastreo se encontrará ubicado en una especie de condón diminuto.

—¿Esta mierda realmente funciona?Jamás había visto este tipo de tecnología. —Su mirada seguía siendo incrédula.

Kioto no cambió su semblante de seriedad, incluso se podría decir que se tornó aún más escalofriante.

Bakugou se tornó precavido, pensó en que quizás el hombre se sintió demasiado ofendido por su pregunta, no por nada era el mejor ejecutivo de estrategias de la Hogo Division. Bakugou prefirió ser inteligente y no seguir desconfiando. Realmente no tenía motivos para hacerlo.

—Entonces, ¿nos vemos en I-Island, cuatro ojos? —Se dejó de distracciones y prosiguió con el plan.

Ambos agentes debían realizar un viaje juntos a Estados Unidos para la próxima misión. Específicamente a la Isla de la tecnología mundialmente conocida como I-Island.

El hombre aludido suspiró y ajustó sus anteojos deslizándolos por el puente de su nariz, quizás demasiado exasperado por tener que hacer equipo con él.

—¡Kioto, soy Kioto, Osaka! —corrigió con voz cansada.

Bakugou rodó los ojos.

—Sí, sí, como sea. —Lo ignoró a propósito, solo para disponerse a sincronizar su reloj.

Cuando fueran las diecisiete horas con cuarenta y cinco minutos de ese día, debían tomar el jet privado de la división e ir rumbo a EEUU para salvar al mundo.
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—El Objetivo de la misión es la científica Melissa Shield, omega, veintiocho años de edad, exnovia del prófugo Rody Soul, beta. Se sospecha que aún siguen en contacto, por lo tanto si mantenemos vigilancia constante sobre ella, eventualmente llegaremos hasta él.

—Ese maldito hijo de perra.

—¡Osaka!

—¡¿Qué?! —Bakugou miró a Kioto y le gruñó con enfado—. Joder, esa escoria de mierda creó esa maldita porquería —siseó con los dientes tan apretados que incluso parecieron doler. Kioto lo miró con cuidado, era obvio que podía sentir la ira asesina emanar de él.

Tal vez los instintos del hombre no eran tan poderosos, y quizás no podía oler su enojo ni un poco siquiera, pero realmente no lo necesitaba y Bakugou lo sabía.

Bakugou era consciente de que Iida no era ningún estúpido, y tal vez su interés personal en todo el asunto de Rody Soul era más que evidente, pero para ser honestos, a Bakugou no podría importarle menos. Creía que si Iida era un agente lo suficientemente humano como para trabajar en la división, aunque fuera un beta, también sería capaz de empatizar un poco con él.

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