La misión de apoyo

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—Que tengas una buena noche, bebé... Digo, Izuku.— Bakugou se corrigió y abrió con resignación la puerta de la habitación, decidido a dejar el departamento.

—Kacchan... —Izuku se escuchaba inseguro, casi como si no supiera cómo proceder. Katsuki creía que quizás se estaba debatiendo en si perdonarlo o darse un tiempo para pensar.

Se quedó quieto, esperando con la mano aferrada el pomo de la puerta que ya estaba entreabierta. Sus ilusiones expectantes.

Katsuki sabía que toda la situación era una mierda para Izuku, era un omega sin aroma, que no podía ser marcado y del que las posibilidades de ser madre eran muy improbables, pero eso a él no le importaba en lo absoluto. Izuku a sus ojos era perfecto.

Escuchó como Izuku soltó una gran bocanada de aire, como sopesando con cuidado cada una de sus próximas palabras, y entonces su voz taladró en su pecho.

—Que tengas una buena noche, Kacchan.

Katsuki apretó su mano en un puño, con el corazón sintiéndose adolorido. Al parecer Izuku había tomado su decisión.

Lo mejor era darse un tiempo para pensar.

Bakugou se rio sin gracia y se retiró del departamento de Izuku con la decepción apretujando sus entrañas. Caminó por las concurridas calles de la ciudad, completamente consiente del dolor que le causó aquel desaire.
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Bakugou se sentía de la mierda.

Hacía una semana y media que no podía descansar bien. El volver a dormir solo en su antiguo departamento no le había sentado nada bien a su jodido alfa interno. El maldito rugía y arañaba su mente ensimismado por ir en busca de su omega.

Bakugou no podía culparlo, también extrañaba a Izuku, más que toda la jodida mierda existente, pero también sabía que no podía permitirse irrumpir en sus desiciones. Se habían visto luego de la insípida conversación que mantuvieron una vez que regresó de I-island, e Izuku había sido tajante con su decisión.

Katsuki tenía que aprender a lidiar con la lejanía. Y es que para ser sinceros, no era la primera vez que alfa y omega se distanciaban, frecuentemente lo hacían debido al trabajo, sin embargo, esta vez se sentía diferente. El no estar en buenos términos hacía que la distancia fuera más abrumadora.

Lo único que reconfortaba al ansioso corazón del alfa, era que había estado intercambiando algunos mensajes de WhatsApp con el omega.

"Que tengas un buen día"

"Que te vaya bien en el trabajo"

Mensajes cotidianos y concisos, pero repletos de preocupación y cariño.

Por supuesto, ellos se amaban con locura. Era casi una tortura estar así de separados.

El trabajo en la agencia tampoco ayudaba con los penosos pensamientos en la mente del alfa. Aún no habían señales del maldito Rody Soul, y no se presentaba nada más interesante por hacer en la agencia además de trámites administrativos.

Bakugou odiaba eso, a menudo se dormía recostado en su escritorio.

—Te ves... Un poco mal ¿no crees?— escuchó la puerta abrirse.

Era ese maldito pelos parados.

El alfa, alias Hiroshima, siempre había admirado a Bakugou, por esa razón, cada que tenía oportunidad buscaba entablar algún tipo de conversación con él. Sin embargo, Bakugou no tenía ganas de mantener una conversación ahora.

—Piérdete pelos de mierda, no estoy de humor para charlar, además quiero dormir.

Kirishima rio un poco nervioso.

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⏰ Última actualización: Oct 21 ⏰

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