Olivia
Mis ojos estaban clavados en mi reflejo, solté el aire intentando liberar esa presión en el pecho que me consumía. Mis ojos se hacían cada vez más pequeños, luchaba por no soltar lágrimas que arruinaran mi maquillaje.
Siempre tenía que verme perfecta.
Solo los cerré.
«Soy linda, soy amable y generosa, perdono a todos los que me hacen daño y no tengo enemigos. Soy una mujer Rogers, siempre sonreímos y estamos de acuerdo con todo. Soy perfecta».
Me repito esas palabras en la mente hasta calmarme. Cuando llegué aquí, fue lo primero que me dijo mamá: "Baja la cabeza y escucha atentamente cuando tu padre hable, siempre sonríe y sé muy femenina, nunca contradigas a los hombres y recuerda que tu única función en esta vida es tener bebés".
Suena estúpido, pero todos parecen estar felices con ese sistema, ninguna mujer parece oponerse. No tenemos derecho a opinar sobre los negocios familiares, mucho menos sobre algún tema importante. Las palabras que dijo mi padre cuando intenté hacerlo fueron: "Los cerebros de las mujeres solo sirven para pensar en verse bonitas para sus esposos".
Solo éramos objetos que colgaban de la mano de un hombre, solo sirviendo para vernos bonitas.
Para mí, eso siempre fue un problema, los estándares de belleza que tenía que cumplir para ser "aceptable", como dijo mi padre, eran: rubia, ojos azules, piel clara, cuerpo delgado y medir menos de 1.65. Yo era todo lo contrario a eso.
Pelo negro, piel morena, ojos verdes, medía alrededor de 1.77, y cuando llegué no era delgada. Siempre tuve que esforzarme el doble para ser como ellos querían. Tenía prohibido usar tacones porque eso me hacía ver más alta, tenía prohibido usar vestidos ajustados porque resaltaban mi figura voluptuosa.
Lo único aceptable en mí para ellos eran mis ojos, decían que al menos tenía algo bonito.
Esa era la razón por la que nunca replicaba lo que decían. A pesar de ser "imperfecta" para ellos, hubo algo en mí que les gustó, algo que me hizo resaltar entre todas las niñas del orfanato y que hizo que me eligieran. Siempre me voy a sentir especial por eso, tenía que agradecerles que me sacaran de ese infierno de alguna forma. Si ellos querían que fuera la niña perfecta, lo sería.
Esta no soy yo; sin embargo, no me arrepiento porque ahora tengo una familia, alguien con quien contar, ya no estoy sola en aquel callejón rodeado de sangre, bajo una noche fría. Me ahogaba en mi propia miseria solo para agradecerles lo que hicieron por mí.
—Olivia —la tierna voz de mi hermana suena por detrás de la puerta—, mamá te está buscando —vuelve a tocar—. Liv, te esperan en la sala.
Solté el aire que estaba conteniendo y volví a abrir los ojos. Miré mi reflejo en el espejo, esta no era yo. Coloqué un poco de rubor forzando una sonrisa y, por fin, abrí la puerta.
Hallie estaba recargada en la pared con los brazos cruzados. Cuando abrí, tardó unos segundos en voltear a verme.
—¿Vamos? —dije con una sonrisa, una sonrisa que ocultaba lo infeliz que era.
Asiente, poniéndonos en camino. Al llegar a la planta baja de la mansión, toda la sala estaba llena de vestidos y adornos extremadamente lujosos y elegantes. Mi hermana suelta un grito tomando algunos de ellos.
Como ya dije antes, lo más importante era vernos hermosas.
—La diseñadora trajo todos estos vestidos para esta noche —informa mamá con una bella sonrisa—, todos son de una línea de marca muy respetada.
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Sedúceme (nfierno 1)
Storie d'amoreLa vida perfecta de Olivia se ve derrumbada, tras la decisión de su padres de atarla en matrimonio a un hombre mayor que ella. Desesperada por escapar acude Dexter Di Bianco, quien resulta ser el jefe de la mafia italiana. La primera vez que él la...