—¡Shiiiifu! ¡No bromees! —se lamentó Po, esforzándose por sentarse.
—Panda, si puedes alcanzar el dumpling, puedes quedártelo —dijo Shifu con calma, sosteniendo una rodaja de dumpling relleno de cerdo y repollo entre sus palillos. Po gimió y se dejó caer al suelo. Shifu había aceptado actuar como entrenador personal de Po para ayudar al panda a perder peso y desarrollar más músculos. En ese momento estaban trabajando en abdominales. No iba muy bien.
"Los dumplings no son la mejor recompensa que se le puede ofrecer a alguien que está tratando de perder peso, ya que eso frustra el objetivo... pero la comida es lo único que lo motiva. Tal vez la próxima vez pruebe con fruta... bueno", pensó Shifu desde su posición sobre el estómago de Po.
—No… puedo hacerlo… —jadeó Po, agarrándose el pecho.
—Vamos, Po. Un poco más. Esfuérzate —ordenó Shifu—. Mira, bollitos ...
"Tal vez necesito un poco más de incentivo, sensei", dijo.
"¿Cómo qué?" preguntó Shifu, genuinamente confundido. Po de repente se puso de pie, capturando los labios de Shifu en un beso fuerte. Shifu jadeó, permitiendo que Po explorara su boca más pequeña. Shifu casi dejó caer los palillos. Po se apartó y atrapó la mano del panda rojo en la suya, llevándola a la boca y tomando el dumpling. Cuando terminó de masticar, Po lamió la mano temblorosa de Shifu hasta dejarla limpia. Shifu lo miró con los ojos muy abiertos.
"Delicioso", murmuró Po con una sonrisa.
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