Durante los siguientes dieciocho años, la vida de Narok en la aldea de Sköllheim estuvo marcada por una mezcla de dureza, aislamiento y momentos breves de conexión humana. Desde su nacimiento, fue visto como un niño diferente, cargado con el peso de la tragedia que lo trajo al mundo. Ragnar, aunque siempre estuvo presente, nunca fue un padre cariñoso. La muerte de Freydis lo había dejado emocionalmente distante, y su relación con Narok se basaba más en disciplina y supervivencia que en amor o afecto.
En sus primeros años de vida, Narok se alimentaba directamente de las ubres de las cabras que Ragnar mantenía en la granja. La leche tibia y nutritiva fue lo único que lo conectó con una idea básica de crianza, ya que su padre no sabía cómo lidiar con las necesidades de un recién nacido.
—Bebe, Narok —. decía Ragnar sin emoción, sosteniendo al niño cerca de las cabras. El niño, que no conocía otra cosa, lo hacía sin rechistar, alimentándose hasta los siete años, cuando ya estaba suficientemente fuerte para cazar y recolectar su propio alimento.
Desde muy joven, Ragnar lo sometió a entrenamientos físicos exigentes. Mientras otros niños jugaban o ayudaban en los quehaceres de la aldea, Narok era llevado lejos, a las montañas cercanas, donde su padre lo enseñaba a luchar, a cazar y a soportar el dolor. No había palabras de aliento ni momentos de ternura entre ellos. Para Ragnar, la única forma de amar a su hijo era prepararlo para el mundo cruel y frío en el que vivían.
—El mundo no tiene lugar para los débiles —le repetía Ragnar—. Tú debes ser más fuerte que cualquiera aquí.
La aldea observaba con curiosidad a Narok. Sabían de la tragedia de su nacimiento, y muchos lo veían con cierta distancia, como si estuviera marcado por el destino de una vida difícil. A pesar de esto, Narok formó algunas conexiones, breves, pero significativas.
A los quince años, tuvo su primer contacto íntimo con otro ser humano. Fue en uno de los días de cosecha, cuando Ingrid, una joven de la aldea, se acercó a él mientras estaban solos en el bosque recogiendo bayas.
—Siempre estás tan serio —. le dijo ella, sonriendo mientras lo observaba de reojo-. ¿No te cansas de llevar todo ese peso?
Narok, sorprendido por la cercanía de la joven, no supo qué decir. Hasta ese momento, el contacto humano había sido algo funcional y breve para él. Ingrid, al notar su incomodidad, se acercó más, atrevida, y le tomó la mano. En el silencio del bosque, bajo la sombra de los árboles, Narok se inclinó lentamente y, casi sin entender del todo lo que hacía, la besó.
Fue un beso torpe, marcado por la inexperiencia y la confusión, pero en ese breve instante, Narok sintió una calidez que nunca había conocido. Un momento de humanidad en una vida que había sido fría y distante. Ingrid sonrió suavemente después del beso, pero no dijo nada más. El silencio se instaló entre ellos, pero no era incómodo, era un silencio lleno de promesas no dichas, de lo que podría haber sido si el destino de Narok hubiera sido diferente.
A lo largo de los años, Narok también tuvo roces con los demás aldeanos. Algunos de los jóvenes de la aldea, celosos o desconfiados de su fuerza y habilidades, lo desafiaban en peleas. Narok nunca iniciaba los enfrentamientos, pero cuando ocurrían, los terminaba rápido. Aprendió a ser eficiente, a usar su tamaño y destreza para vencer, pero siempre sin emoción, como si las peleas fueran solo otra parte de su entrenamiento.
—No busques respeto de los demás -le decía su padre—. El respeto viene solo cuando eres lo suficientemente fuerte para no necesitarlo.
Este fue el mantra que guió su vida en la aldea. Siempre distante, siempre fuerte, pero nunca verdaderamente conectado a los demás. Narok se convirtió en una figura solitaria, una sombra entre los aldeanos, alguien destinado a algo más allá de los muros de la aldea.
A los dieciocho años, ya era un hombre fuerte y silencioso, moldeado por los entrenamientos inhumanos de su padre y por el vacío emocional que había rodeado su vida desde su nacimiento. Aunque había aprendido a sobrevivir, aún no comprendía del todo lo que significaba vivir.
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NAROK: TITAN SLAYER
ActionNarok nace en Sköllheim. Su madre muere en el parto, y su padre, el guerrero Ragnar, lo cría con severidad, distanciado emocionalmente. Narok al cumplir diecinueve años, su padre, desaparece en una expedición, dejándolo huérfano y solo. Poco después...