Sköllheim, 749 d.C.
En el Año 749 d.C., Freydis, la joven esposa de Ragnar, estaba embarazada.
Tras una noche tranquila, se levantó antes que Ragnar, se aseó y disfrutó de un paseo matutino por la aldea de Sköllheim. Durante su recorrido, se detuvo en varios puestos de comida para satisfacer sus antojos.Primero se detuvo en el puesto de verduras. Con una sonrisa, acarició su vientre y le preguntó al bebé:
—¿Te apetece comer un poco de verdura hoy?
Al notar que su vientre permanecía inmóvil, Freydis interpretó que su pequeño no tenía ganas de verduras y se rió, continuando su paseo.
Más tarde, en el puesto de carne, Freydis se inclinó hacia su vientre, preguntando nuevamente:
—¿Y ahora, qué te parece un poco de carne?
Esta vez, el bebé respondió con un movimiento brusco, haciendo que Freydis riera y exclamara:
—¡Qué inteligente eres, pequeño! Ya estás mostrando tus gustos, incluso antes de nacer.
Con una sonrisa, Freydis compró dos patas de jabalí y comenzó su regreso a casa. Sin embargo, a medida que avanzaba, un dolor punzante comenzó a atravesar su abdomen, creciendo en intensidad. Los dolores eran tan intensos que Freydis se vio obligada a detenerse, apoyándose en una pared cercana. El dolor se volvió insoportable, y la joven madre se inclinó, incapaz de mantenerse en pie.
Los aldeanos, alarmados por su estado, acudieron rápidamente. Entre ellos llegó Ragnar, al cual avisaron. Al ver a Freydis en esa condición, se arrodilló a su lado con desesperación.
—¡Freydis! ¿Por qué no me dijiste que el parto era inminente? —preguntó Ragnar, su voz llena de angustia.
Freydis, con lágrimas en los ojos y gritos de dolor, apenas podía responder. Los aldeanos se apresuraron a preparar un espacio para el parto, ayudándola a adoptar una posición más cómoda. Ragnar intentaba calmarla, sosteniéndole la mano mientras su propio rostro mostraba una mezcla de preocupación e impotencia.
—¡Respira, Freydis! —le animó uno de los aldeanos-. Estamos aquí contigo.
El dolor era tan penetrante que Freydis sentía como si su cuerpo estuviera siendo desgarrado desde dentro. Cada contracción la hacía gritar con una intensidad desgarradora, su sudor empapando su piel. Ragnar se inclinaba hacia ella, susurrándole palabras de consuelo.
—Solo un poco más, Freydis...
Con un grito final, el bebé nació. Los aldeanos limpiaron al recién nacido y se lo entregaron a Ragnar. Mientras él tomaba al pequeño en sus brazos, el llanto del bebé llenó el aire, pero la realidad de la tragedia se hizo evidente cuando Ragnar se dio cuenta de que Freydis yacía inmóvil, sin signos de vida.
—Freydis... —murmuró Ragnar, sus palabras quebradas por el dolor mientras miraba a su esposa. El mundo se desmoronó a su alrededor, y el alivio del nacimiento del hijo se convirtió en un contraste cruel con la tristeza de la pérdida.
Los aldeanos, al darse cuenta de la tragedia, se reunieron en silencio. El lamento de la pérdida se mezclaba con la promesa del futuro representada por el bebé. Ragnar, con lágrimas en los ojos, miró al pequeño en sus brazos y recordó la promesa hecha con Freydis cuando eran solo unos críos: nombrar al niño Narok.
—Te llamaré Narok, como le prometí a tu madre, pequeño —. susurró Ragnar, su voz cargada de emoción mientras abrazaba al bebé. El nombre representaba la promesa de lo que fue un camino maravilloso repleto de esperanza.
El llanto de Narok llenaba el aire, un grito de vida en el manto de la tragedia. Mientras Ragnar sostenía al bebé, el cuerpo inerte de Freydis yacía a su lado, la promesa rota de un futuro compartido. En medio del dolor y la esperanza, el vacío de su pérdida dejaba un sabor amargo y cruel, una sombra que perduraría en el silencio del amanecer.
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NAROK: TITAN SLAYER
AcciónNarok nace en Sköllheim. Su madre muere en el parto, y su padre, el guerrero Ragnar, lo cría con severidad, distanciado emocionalmente. Narok al cumplir diecinueve años, su padre, desaparece en una expedición, dejándolo huérfano y solo. Poco después...