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Seguí hablando con Abril, contándole cómo me latía Fernando. Siempre nos sentábamos a hablar o a jugar, y mi corazón seguía latiendo por él. Sin embargo, un día me dijo que le gustaba mi amiga Abril, y en ese momento mi corazón se rompió.Se acabó el receso y le conté a Abril lo que había pasado. Me sorprendió su respuesta:
—¡Qué asco, no! Quédate con ese enano.
Me enojé, pero al día siguiente, cuando se lo conté, el reaccionó con normalidad. Yo quería contarle a Fernando, pero tenía miedo. Quería que mi corazón saltara de felicidad, pero tenía que contenerme.
A los pocos días, me enteré de que Fernando estaba saliendo con mi amiga Georgina. Mi corazón se partió en mil pedazos.
“Aunque lo ames, desearías verlo feliz hasta el último momento. Hay que soltarlo para ser feliz”.Lo peor era que Georgina me contaba todo lo que hacían. Mi corazón se hundía cada vez más. Tenían discusiones por comentarios de otros, pero las amigas deben estar en las buenas y en las malas. En un momento, Fernando me dijo que había roto con Georgina. Era mi oportunidad, pero el ciclo escolar ya había terminado.
Fernando me le confesaría sus sentimientos en el siguiente ciclo, pero cuando volvieron las vacaciones, lo busqué por todo el colegio y le pregunté a Georgina dónde estaba. Ella respondió:
—Se cambió de colegio.
Al oír esas palabras, quise llorar. Mi corazón estaba más roto que nunca y me sentía mal conmigo misma. Me decía: “¿Por qué no se lo dijiste en ese momento? ¿Por qué eres tan tonta?”. Me sentía culpable, pero tenía que seguir con mi vida.