El rugido del motor de la motocicleta de Kim Seokjin se perdió en el aire fresco de la mañana mientras se adentraba en el pequeño pueblo costero de Harborview. La cabaña que había alquilado estaba al final de un camino de tierra rodeado de árboles, con vistas al mar, un lugar que prometía el aislamiento y la calma que tanto anhelaba.
Seokjin se detuvo frente a la entrada, observando el modesto edificio de madera. Había pasado semanas investigando el lugar, buscando una especie de refugio del caos que había definido su vida en los últimos años. Ahora, al llegar, se dio cuenta de que no solo había huido de la fama, sino también del bullicio que había impregnado su existencia.
Desmontó de la motocicleta y estiró las piernas, sintiendo el crujido en sus músculos después de horas en la carretera. Mientras sacaba las maletas del compartimento de su moto, notó algo que no había previsto: una ligera brisa que llevaba consigo el aroma a sal del océano y el sonido distante de olas rompiendo en la orilla. Algo tan simple como eso hizo que se sintiera, por primera vez en mucho tiempo, ligeramente esperanzado.
Mientras organizaba sus pertenencias en la pequeña sala de estar de la cabaña, su mente divagaba entre los últimos meses de su vida. El ajetreo constante, las noches sin fin, las giras interminables, la presión de estar siempre en el centro de atención. Todo eso había terminado, y ahora estaba aquí, en busca de una paz que parecía tan esquiva como el horizonte.
El sol comenzaba a declinar, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa, cuando decidió dar un paseo por el pueblo. Las calles de Harborview estaban tranquilas y apacibles, con casas de colores y flores en los jardines. La gente parecía conocer a todos, intercambiando saludos amistosos mientras Seokjin pasaba por los locales pequeños y las cafeterías acogedoras.
Al llegar al mercado local, se detuvo frente a una tienda de comestibles. Mientras examinaba los productos en los estantes, sintió una presencia detrás de él. Se giró lentamente, encontrándose con una figura alta y delgada, con una sonrisa deslumbrante y ojos llenos de una energía contagiosa. El chico parecía un torbellino de vida en comparación con su propio estado de ánimo sombrío.
— Hola, ¿necesitas ayuda con algo? —preguntó el chico, su voz alegre y curiosa.
Seok lo miró por un momento, intentando descifrar si su ofrecimiento era genuino o simplemente una cortesía local. A primera vista, el chico no era el tipo de persona que se podría asociar con la vida tranquila que Seokjin había buscado. Era evidente que se movía con una energía vibrante, contrastante con la suya propia.
— No, solo estoy echando un vistazo —respondió Seokjin, su tono algo cortante, no porque quisiera ser descortés, sino porque la idea de interactuar con alguien no encajaba en sus planes de aislamiento.
El chico, sin embargo, no pareció disuadido. Se acercó un paso más y extendió la mano.
—Soy Min Yoongi —dijo—. Soy el tipo que organiza los eventos del pueblo y a veces me toca hacer de guía turístico. Si necesitas alguna recomendación o simplemente quieres saber dónde encontrar la mejor tarta de manzana, avísame.
Seokjin miró la mano extendida, un gesto tan simple y lleno de calidez que lo hizo sentir incómodo. En su mundo, las interacciones eran muchas veces calculadas, llenas de intenciones ocultas y expectativas. Esto era diferente, demasiado directo, demasiado… humano.
— Kim Seokjin —dijo finalmente, estrechando la mano dek más bajo, sin estar del todo seguro de por qué estaba haciendo un esfuerzo por ser amable.
— Un placer, Seokjin —respondió Yoongi, su sonrisa sin desaparecer—. Bueno, si necesitas alguna recomendación o solo quieres hablar, estaré por aquí. —Hizo un gesto hacia la puerta de la tienda, que parecía ser un punto de encuentro común para los locales—. El café de la esquina es bueno, y el propietario es un experto en escuchar historias de recién llegados. Nunca se sabe lo que podrías descubrir.
Seokjin asintió, agradecido pero no completamente convencido de la necesidad de socializar. Mientras Yoongi se alejaba, Kim lo observó por un momento. Min parecía estar en completa armonía con el ritmo de la vida en Harborview, algo que Seokjin deseaba desesperadamente encontrar.
Volvió a la cabaña después de su breve paseo, con la cabeza llena de pensamientos. La tranquilidad que había esperado no parecía tan fácil de alcanzar. En lugar de ello, se encontraba frente a una oportunidad inesperada: una posibilidad de conexión en un lugar donde no había planeado buscarla. La presencia de Yoongi, con su energía vibrante y desbordante, era un recordatorio de que a veces, las mejores sorpresas vienen en los momentos más inesperados.
Seokjin se acomodó en el sofá, mirando por la ventana hacia el atardecer, sintiendo que tal vez, en su búsqueda de paz, había tropezado con algo completamente diferente, pero igualmente esencial.
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A contratiempo | Yoonjin / JinSu
SonstigesDespués de años liderando la mundialmente famosa banda de rock «Black Horizon» Kim Seokjin ha llegado a su límite. El peso de la fama, las giras interminables y las expectativas aplastantes lo han llevado a desear solo una cosa: desaparecer. Dejando...