« Capitulo 2 ♪ Una ventana abierta »

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El día siguiente comenzó con un cielo despejado y un sol radiante, prometiendo otro día de tranquilidad en Harborview. Seokjin despertó temprano, disfrutando del silencio absoluto que contrastaba tanto con el bullicio que solía enfrentar. Decidió aprovechar el buen tiempo para explorar un poco más el pueblo, con la esperanza de que la rutina diaria le ayudara a adaptarse a su nuevo entorno.

Desayunó en la cabaña, preparándose una taza de café que, aunque no era de la mejor calidad, tenía un sabor reconfortante. Mientras tomaba el café en el porche, observaba cómo la vida en el pequeño pueblo comenzaba a despertar. Los vecinos salían a hacer sus compras, los niños se dirigían a la escuela y las tiendas abrían lentamente sus puertas. La calma del lugar lo envolvía, pero algo seguía faltando, una chispa que no lograba encender.

Decidió caminar por la playa para despejar la mente. A medida que caminaba a lo largo de la orilla, el sonido de las olas y el canto de las gaviotas eran lo único que rompía el silencio. Se detuvo en un pequeño muelle de madera, mirando cómo el agua reflejaba el sol. Era una vista hermosa, pero también un recordatorio de la vida que había dejado atrás. La serenidad del paisaje contrastaba con la intensidad de los recuerdos que le eran tan familiares.

Justo cuando estaba a punto de regresar a la cabaña, escuchó una risa a lo lejos. Volvió la vista y vio a Yoongi, que estaba en la playa con un grupo de niños, enseñándoles a montar en una tabla de surf. La energía de Yoongi era contagiosa, incluso desde la distancia. Sus movimientos eran dinámicos y su entusiasmo era palpable, algo que parecía desbordar incluso en la forma en que interactuaba con los pequeños.

Seokjin se acercó lentamente, incapaz de apartar la vista de la escena. Min estaba en su elemento, riendo y animando a los niños mientras intentaban mantenerse en pie sobre las tablas. La autenticidad de su alegría era algo que Kim no había visto en mucho tiempo, una especie de genuinidad que él había perdido en el camino hacia el éxito.

Cuando Yoongi notó a Seokjin observando, levantó la mano en señal de saludo, su sonrisa nunca desvaneciéndose. Una vez que terminó su sesión con los niños, se acercó a Seokjin, aún con el cabello revuelto por la brisa marina y una expresión de satisfacción en su rostro.

— ¡Hola de nuevo! —exclamó Yoongi, con una energía tan alta que casi parecía palpable—. ¿Qué tal tu mañana?

— Tranquila —respondió Seokjin, intentando sonar natural mientras se ajustaba a la luz del sol—. Solo paseaba por la playa.

— ¡Perfecto! —dijo el de piel palida—. ¿Te gustaría unirte a nosotros? Los niños se han ido, pero siempre hay tiempo para una buena charla o para aprender a montar una tabla de surf. Nunca se sabe, podrías encontrarlo interesante.

El moreno dudó por un momento. La idea de unirse a Yoongi y a su grupo de amigos no encajaba con su plan inicial de mantener un perfil bajo. Sin embargo, algo en la invitación de este lo hizo reconsiderar. Quizás era la oportunidad de conectar con alguien de una manera diferente, o tal vez solo la curiosidad por el estilo de vida que Yoongi representaba.

— No sé... —dijo Seokjin—. Nunca he intentado surfear antes. No estoy seguro de que sea lo mío.

Yoongi rió y agitó una mano con desdén, como si las preocupaciones de Seokjin fueran trivialidades.

— ¡Eso no importa! —dijo—. Aquí estamos para disfrutar y desconectar. Ven, te mostraré lo básico. No es necesario ser un experto para divertirse.

Seokjin se dejó arrastrar por la energía positiva de Yoongi, siguiendo sus pasos hacia una pequeña caseta de surf cerca de la playa. Yoong6 le entregó una tabla y una breve explicación sobre cómo mantenerse en equilibrio. Aunque Seokjin no tenía grandes expectativas, el entusiasmo de Yoongi era contagioso. A medida que intentaba montar la tabla, a pesar de los inevitables caídas y los momentos de torpeza, no podía evitar reírse de sí mismo. La risa se sentía ligera, un cambio refrescante de la gravedad constante que había estado llevando.

Después de un rato, se sentaron en la arena, recuperándose del esfuerzo. Seokjin miró a Yoongi, quien estaba hablando animadamente sobre sus sueños de abrir una escuela de surf en algún lugar tropical. La pasión en la voz de Yoongi era palpable, algo que Seok6 encontró profundamente interesante. La conversación se desvió hacia temas diversos, desde la vida en Harborview hasta las experiencias de Seokjin en el mundo del rock.

— Nunca había conocido a alguien como tú —dijo Seokjin, sin querer parecer demasiado sincero—. La forma en que ves el mundo es... diferente.

— Eso es porque, en realidad, no intento complicar las cosas —respondió Yoon con una sonrisa—. Simplemente disfruto lo que hago. A veces, lo único que necesitamos es desconectar y dejar que la vida nos sorprenda.

Seok asintió, reflexionando sobre las palabras de su acompañante. Había pasado tanto tiempo buscando una forma de escapar del ruido y de las expectativas, que no había pensado en qué hacer una vez que encontrara esa tranquilidad. La conversación con Yoongi, tan distinta de las interacciones calculadas y frías a las que estaba acostumbrado, le ofrecía una perspectiva fresca y rejuvenecedora.

— Tal vez tienes razón —dijo Jin, levantándose—. Quizás es hora de intentar algo nuevo.

El más bajo lo miró con una mirada aprobatoria, su entusiasmo intacto.

— Eso es el espíritu —dijo—. Y recuerda, si alguna vez necesitas un guía para explorar más sobre la vida en Harborview, aquí estoy.

Seokjin le agradeció, sintiendo que, tal vez, había encontrado algo más que un simple escape. En la compañía inesperada de Yoongi, en la oportunidad de aprender algo nuevo y en la autenticidad de la conexión que estaba comenzando a formar, Seokjin descubrió que quizás su búsqueda de tranquilidad no estaba tan lejos de encontrar una nueva forma de vivir.

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⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

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A contratiempo  | Yoonjin  / JinSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora