El Llano||02

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Adentrandonos en la zona donde se encuentran bosques frondosos, árboles gigantes, calmando el calor de los que pasan debajo de este, jadeantes por la estrella más grande, brillando sin piedad, Flores qué hacen un perfecto contraste con el verdor de la inmensa llanura, guacharacas apresurando su vuelo en busca de sus nidos, dejando un grito en aquel brabio eh inclemente llano, desprendiendo el silencio que lo acompaña, mientras la brisa fresca de una tarde lleva consigo el esfuerzo que ha quedado impregnado de cada llanero por su labor matutina. Se acerca una gran tormenta. Que retumba hasta en el minúsculo Rincón.

La llanura es muy seductora pero no te dejes engañar por su belleza, pues, es fiera como las leonas cuidando a sus crías, Menciona el campesino apuradito con su gran sombrero de color negro sus botas de cuero duro hasta las pantorrilla los pantalones de color beige doblados por arriba de las botas y chispiados por el barro, con una camisa lo suficientemente grande para ejercer movimientos largos sin ser incómodo, de un color blanco algo arrugada, y a simple vista una tela muy delgada.

Lagunas concentradas con sorpresas en su interior será mejor que veas donde pisas, tendrás que estar muy atento. Pues en el fondo más inocente que parezca, hay un secreto... Que solo los valientes han descubierto, la mayoría descalzos sin nada puesto, solo estos hombres nacieron para ello.

El que no ame lo que tiene es un ser humano incompleto. La belleza se encuentra en cada que vemos, y nos fijamos con detenimiento, descubriendo que nada es horrendo, solo en nuestros ojos, que son tan crueles, qué no vemos.

Es invierno y todo está más bonito, dicen los campesino.

¿Alguna vez no sientes curiosidad cual es el día a día en el llano?

Canta el primer gallo en la Leona, finca de la Señora María. Esta se levanta tempranito junto a su esposo, que hecha un gran bostezo en aquella mañana fresca y silente, mientras se Endereza Don Juan de su hamaca mete sus huesudos pies en las alpargatas. El piso es de tierra, y donde se encuentran las hamacas de Doña María y Don Juan no es algo cerrado. Es donde la brisa no es interrumpida por ninguna pared o muralla, es un gran caney de techo de paja, con unas columnas robustas y altas de madera, qué sostiene cada extremo de este. En el fondo a mano derecha se encuentra la cocina con un gran fogón para la leña, el piso sigue siendo de tierra. Don Juan se pone de pie dando la vuelta en dirección a la cocina de barro, pasa la gran hamaca de la Señora María, este es un señor de unos 70 años de una piel morena, tostada por el sol, alto y delgado algo encorbado.

-Buenos días Mujer, Como amanecio--pregunta con voz ronca y fuerte.

-Caray Juan, a noche los perros de madrugada me despertaron chico, y que jue? Me quede y dispertica porque no je querían callar.-Esta lo dice mientras ejerce el labor de amasar la masa de maíz.

-Y, y, Jueno y que sería y chica? Yo ahorita voy pa' allá ah, ah, ver que jue eso. Debe ser que andaba algún animal por ahí. - agachado en busca de un vaso.

Pasando la cocina, sales detrás de esta qué se encuentra un cubículo pequeño donde es el baño, don Juan Agarra con el vasito de plástico agua del pipote y coge su cepillo de dientes y le pone una pequeña cantidad de crema dental, este sale del cubículo, enjuagando su boca y dando escupitajos fuertes, mojando la tierra convirtiendo esta en barro, termina lavando su rostro.

Doña María ejerce fuerza para amasar la masa para las respectivas arepas, ya una vez la leña encendida y el gran fuego saliendo y dejando un húmero por toda la cocina, monta el budare negro y viejo, desgastado por los años, esta es una señora de complexión gruesa con manos suaves y cálidas, un poco gorditas, donde cualquiera consigue consuelo en estas, su cabello alborotado de un color negro, es corto no le llega hasta los hombros pero se lo amarra con una cola para que no sea impedimento al cocinar, su vestido largo de color rosa viejo, con bordados de flores en el cuello y al final de este . Es de baja estatura pues se sube en un butaquito de madera para alcanzar el aceite. Hunta el budare en aceite con una hoja de maíz dejando que este se caliente. Agarra una bola de masa y empieza a hacer movimientos de un lado a otro como si aplaudiese en rapidez formando un perfecto círculo y la posa en el Budare montando la segunda arepa, cuela el café y le agrega leche líquida y espumosita qué se encontraban en botellas de cristal en la despensa.

Rellena la arepa con carne mechada mantequilla y queso llanero.

"En la cocina de María siempre hay olores seductores y sabores que te alegra el alma"

Sentándose el hombre tomando en su mano derecha la taza de café mientras su mujer se aproxima en dejarle el desayuno, en la mesa de madera, este feliz le demuestra una sonrrisa tierna, mientras ella deposita un beso lento en su mejilla, sentados los dos esposos contemplando la mañana y ruidos de fondos de gallinas que corocoteaban por do quier acaban en una conversación riendo mientras Don Juan se levanta de su silla colocando su sombrero en su cabellera de color negro y buscando sus botas de cuero duro.

Son las 6 de la mañana.

-Animal tierno y bueno que deja para alimentarnos... Eres tan noble Vaquita mía no dejes de darlo... El con tan labor yo hago para que tengamos... La rica leche que depositas en el llano... Ay mi linda Vaquita manchadita así eres distinta, en las flores no te marchitas y despiertas más bonita...

Canta el señor Juan mientras ordeña.

Finalmente están 7 baldes llenos de leche completamente espumosa, el señor Juan los deposita en la lechera y la sube en su camioneta de color azul en la parte trasera para posteriormente hacer queso o vaciar las en botellas de cristal para venderla.

Es de mediodía y la señora María pica los aliños mientras tararear una Canción, Su cocina se vuelve algo ruidosa, pues, esta friendo aliños mientras la cocina es impregnada con distintos aromas abundantes. Corta un plátano madura en finas capas y deja caer en el abundante aceite caliente la primera tajada.

Extenuado por el inclemente sol, el señor Juan entra en la finca, colocando el machete en una de las columnas , mientras se deja caer en una silla de cuero y madera, pasa su antebrazo por la sudada frente mientras jadea, agarra un periódico viejo y empieza a moverlo alfrente de su rostro dando una brisa refrescante... La señora María sale de la cocina con dos platos muy bien acompañados de carne mechada, caraotas negras, arroz y tajadas, en ellos el humo sale desesperado, más al rato regresa con dos vasos de jugo de guayaba.

-Te ha quedado muy bueno, mi amor... - Manifiesta Juan, mientras consume el último sorbo de jugo. -¿Como lo hiciste?

-Le he puesto amor. - Ella responde con una dulce sonrrisa mientras corta con el cuchillo una tajada.

Esta quebrando la tarde y ha bajado el corocoteo de las gallinas, la brisa es un regalo por el arduo trabajo de ambos, el señor Juan y la señora María están afuera del caney, La señora María esta sentada en una mesedora y El señor Juan en la silla de cuero y madera, tomando un café concentrado acompañado de un pan dulce, ambos admirando las hojas y ramas de los árboles que se mueven en conjunto lentamente por la brisa, las vacas juntas comiendo pasto, las gallinas picoteando lo que se encuentren en el suelo, las flores que adornaban la finca y los pajaritos que cantaban en las ramas de los árboles, la brisa les toca a los Señores sentados mientras toman un sorbo de café alborotando la melena de la señora María refrescando la piel de ambos, y apasiguando el calor que arropaba con tan fuerza en el mediodía.

No hay nada más hermoso que disfrutar de la naturaleza, ella te da justo lo que necesitas. En su belleza me he deleitado con cada acción que me ha regalado, pues mi mejor legado es cuidarla, ella me recibe y me despide dejándome claro que somos de su especial agrado


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⏰ Última actualización: Oct 01 ⏰

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