-Perdoname, no quise.- más roja de seguro no podría estar qué horror, odio que mis mejillas me jueguen una mala pasada.
-No es nada, venía a buscar mis cosas pero veo que hay un tapado encima de mis manuscritos.- dirigió su mirada a mi saco gris.
-Oh, lo lamento... Usualmente lo dejo ahí, no fue a propósito.- Apresuradamente saqué el tapado del escritorio y se vieron unas carpetas llenas de hojas escritas en máquina de escribir. ¿Máquinas de escribir? ¿En pleno siglo XXI? Después siento que la extraña soy yo... Tomé las carpetas y se las di, al mismo momento que Francisca entraba al estudio con unas galletas.
-Veo que conociste a mi hijo. – Dijo dejando las galletas al lado de la cafetera en una mesita de lectura.
-Sí, creo que sí.- Lo miré. ¿De dónde habrá heredado los ojos este chico? Porque Francisca es dueña de unas canicas negro noche que hasta son aterradoras en cierto punto. El padre debe ser hermoso.
-Bueno, tengo las cosas.-Dijo mostrándole a su madre la carpeta.- me voy a tomar algo y vuelvo más tarde. Nos vemos mamá, chau Julieta.- Y antes de irse tomó una galleta del plato.
Yo sólo sonreí, Francisca asintió con la cabeza una sonrisa invadía su rostro y cerró la puerta. Yo seguía de pie con la taza ahora vacía en mis manos. Como me intimidaba la presencia de Walter ¡por favor! Qué suerte que se fue.
-Al parecer empezaste el grupo al que te mandó tu madre...- Emitió ella mientras se sentaba en un sillón frente a una ventana que daba al parque de enfrente.
-Sí, no tenía otra opción. No quería ser la culpable de que mi padre perdiese.- Dije mientras me dirigía a la cafetera para llenar mi taza.
-¿Por qué crees que tu padre podría perder si no ibas al grupo de apoyo?- Balbuceó entre un sorbido de café.
-No sé, su imagen pública... Últimamente todos los periodistas están detrás de errores que pudiésemos cometer, para luego tomar estos chismes como aves carroñeras y hundirnos. Bueno no hundirnos si no hundirlo a él.- Solté mientras me sentaba en un sillón frente a ella.
-Es cierto que debes cuidar tu imagen un poco más que los adolescentes promedios, pero no te culpes si algo malo sucede. Sí bien lo que hiciste está mal y puede traer alguna represaría electoral no es tu culpa...- Seguía mirando la ventana fijamente.
-Sí...- No podía dejar de pensar en que llevaban esas hojas en la carpeta que Walter se había llevado, ¿qué tendrán? ¿El escribe?
-Además de estas cuestiones, ¿estás mejorando? ¿Cómo van esos rasguños?- Quiso seguir la conversación Francisca al darse cuenta que yo estaba subida a una nube de pensamiento.
-Ah, bien. Ya ni duelen y los puntos de la pierna me los sacan en unos días. Según mi doctor la saqué barata.-Proseguí mientras tomaba el café amargo.
-¡Qué suerte! El grupo a Walter le hizo muy bien.-Tomaba su café y me miró de reojo.
Cuando dijo Walter automáticamente la sangre fue a mis mejillas y trate de no sonreír, si seré estúpida. El chico sólo me vio una vez y yo ya pienso en amor y flores. Es por esto que no logro tener una pareja estable, sueño demasiado.
Francisca me observaba así que siguió diciendo:
-Cuándo era más chico tuvo un problema de alcohol, lo heredó de su padre. Se dio cuenta pronto y acudió al grupo ya que su amigo Rius era el que lo presidia. Creo que lo sigue haciendo... Sea como sea, comenzó a ayudar a otros con el mismo tema y no dejó de ir a este lugar. Creo que lo perdí de cierto modo.- Bromeó lo último.
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Hasta que me encontraste
Teen Fiction¿Algo peor que tener el peso público de mi familia en la espalda?