Cierro las manos en puños. El pecho me aprieta. Siento pánico y nada tiene sentido, todo se oye tan lejano.
Tomo una bocanada de aire, lo suelto, cuánto hasta cinco, cierro los ojos, vuelvo a contar, cuando abro los ojos de nuevo, todo va demasiado rápido.
Hay mucho ruido. De repente, todo es demasiado ruidoso y hace que la cabeza me duela.
He tenido que estacionar el carro, porque las manos me temblaban, y aún lo hacen, reposadas, tensas y tendidas sobre mis piernas.
Entre todo el ruido, distingo el tono de llamada. Veo a mi alrededor, todo es oscuro y las únicas luces que hay son del propio carro, además de una o dos lámparas de alumbrado público. Me siento desorientado y unas ganas tremendas de llorar nacen desde lo más profundo de mí.
Necesito salir de aquí.
Cómo puedo, logro agarrar el celular. Mis manos tiemblan, y me siento tan débil que me cuesta presionar el botón y descolgar la llamada.
—¿Jug? —retengo el aire. Miro hacia arriba, tratando de que algo tan simple como su voz pronunciando mi nombre me afecte.
Mis ojos arden y la voz me traiciona cuando abro la boca, dispuesto a contestar con normalidad.
—Hey... —sueno tan débil. Tan roto.
Esto no tendría que suceder, menos hoy. Hoy nada malo tendría que pasar.
Hay un momento en el que el silencio reina, y apenas puedo oír su respiración al otro lado de la línea. Me recuesto mejor en el respaldo del asiento, tratando de calmar el dolor en el pecho.
—¿Estás bien? —la preocupación es tan genuina en su voz que la garganta se me cierra más y me veo obligado a respirar, en busca de aire, más recio.
Llevo una mano al pecho, aprieto la tela de la ropa entre mi mano y trato de hablar.
—Si. —al principio, no contesta, pero sé que no me ha creído y puedo sentir la tensión en la llamada.— No —al fin, luego de un rato, me atrevo a decir—, yo... No, yo...
—¿Dónde estás? —suena tan tranquila, tan calmada, que cualquier otra persona diría que no le importa.
Pero ella es quien siempre debe mantener la calma. Y yo soy siempre quien, a pesar de todo, vuelve a causar problemas.
Joder.
—Y-yo... —miro a mi alrededor. No lo sé, es decir, sé donde estoy, pero no sé cómo llegué aquí—N-no sé. Betts, no sé —jadeo. Tengo tanto miedo y no sé porqué. Eso me desespera— Me duele.
—¿Qué te duele? —susurra. De fondo, puedo oir una puerta.
—N-no lo sé —admito. La voz me tiembla, las manos me sudan.
ESTÁS LEYENDO
✎ᝰ┆𝙻𝚊𝚜 𝚎𝚜𝚝𝚛𝚎𝚕𝚕𝚊𝚜 𝚌𝚊𝚎𝚗 (ᴄᴏᴍᴘʟᴇᴛᴇ!)
DiversosEn honor al 10 de septiembre, día de conciencia sobre la prevención del suicidio. ⭐Historia original de R3dLine