El sol comenzaba a descender en el horizonte, pintando el cielo con tonos naranjas y rosados mientras Adrian Blackwood caminaba por las calles empedradas de Bramborough. El pueblo, a pesar de ser su lugar de origen, le resultaba extrañamente desconocido. Las casas de piedra, con sus tejados cubiertos de musgo, y los árboles antiguos que bordeaban las aceras, parecían estar atrapados en un tiempo detenido. El sonido de sus pasos resonaba en el pavimento mientras se dirigía al lugar donde lo habían citado: el Parque de Whitestone.
A su lado, Sarah Mitchell caminaba en silencio. Su colega y amiga desde sus días en la universidad en Luisiana, Sarah siempre había sido una presencia calmada y racional en la vida de Adrian. Como psiquiatra, tenía una habilidad innata para leer entre líneas, captar las sutilezas de las emociones humanas, algo que Adrian encontraba tanto fascinante como inquietante.
—No puedo creer que estés de vuelta aquí después de tanto tiempo —comentó Sarah, rompiendo el silencio, su voz tranquila como siempre, pero con un matiz de preocupación.
Adrian asintió, con la mirada fija en el sendero frente a ellos. El parque se extendía ante ellos como una mancha oscura entre las casas del pueblo. Los árboles, viejos y retorcidos, se alzaban como sombras vigilantes, sus ramas entrelazadas formando un dosel que apenas dejaba pasar la luz del atardecer.
—Yo tampoco lo creía —respondió Adrian, su voz baja y pensativa—. Y mucho menos que me asignaran este caso.
Sarah se detuvo un momento, girando la cabeza para observar a Adrian. Sus ojos, de un gris intenso, reflejaban la preocupación que sentía por su amigo.
—Es más que solo un caso para ti, ¿verdad? —preguntó con suavidad.
Adrian suspiró, pasando una mano por su cabello oscuro. No tenía sentido ocultar lo obvio de alguien que lo conocía tan bien como Sarah.
—Este lugar... —comenzó, buscando las palabras adecuadas—. Este parque... fue aquí donde todo empezó para mí. El interés por lo inexplicable, por los crímenes que no tienen sentido. Y ahora estoy de vuelta, investigando algo que nunca pensé que volvería a encontrar.
Sarah asintió, comprendiendo. No dijo nada más mientras ambos avanzaban hacia el corazón del parque. Los sonidos de la naturaleza, usualmente calmantes, parecían más siniestros en este lugar. El crujir de las hojas bajo sus pies, el susurro del viento entre las ramas, todo parecía cargado de un peso que solo aquellos que conocían la historia de este lugar podían entender.
Finalmente, llegaron al claro donde había ocurrido el ataque. La policía ya había acordonado la zona, pero el aire aún parecía pesado con la presencia del evento reciente. Adrian observó el lugar con detenimiento, sus ojos analizando cada detalle.
—Eduard Vince —murmuró, más para sí mismo que para Sarah—. Atacado por una niña de ocho años. No tiene sentido.
—No cuando lo ves desde una perspectiva racional —dijo Sarah, acercándose al punto donde Eduard había sido encontrado—. Pero si consideras lo que hemos estudiado, lo que hemos visto... tal vez sí lo tenga.
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No Volverás A Reír [Creepypastas]
Fanfiction🎈No romantizo ni normalizo actitudes, comportamientos y/o acciones de los personajes representados en cuestión. En la vida real sus acciones tienen consecuencias severas, por ninguna razón/motivo/circunstancia imites lo que se representa en este li...