1. ᴍᴏɴᴏᴛᴏɴɪᴀ

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— Ya que estás tan aburrida de la ciudad y no quieres acompañarnos a tu padre y a mi en nuestras expedición que haremos la semana entrante, te irás con tus abuelos este fin de semana, te quedarías allí dos años a ver si así encuentras algo que te llene o te motive, mejor dicho, no regresaras a la casa hasta que encuentres algo con que quitarte la maldita monotonía que según tu te cargas encima – decreto tu madre.

Con esas palabras empezaste tu día.

Te habían despertado muy temprano en la mañana solo para decirte eso, por lo que claramente hoy tu día sería de mierda porque no estabas de humor para tolerar las payasadas de los demás.

Amarraste tu corto cabello en una coleta mientras cepillas tus dientes, mirando tu reflejo en el espejo, frotas tus ojos color zafiro y vez como algunos rizos se escapan de la coleta improvisada que hiciste.

Después de ducharte y vestirte con ropa simple, bajas a la cocina para buscar algo de comer. De preferencia algo que precalentar porque no tenías las energías para darte las de máster chef y hacer un desayuno decente.

En el microondas había un sándwich a medio comer lo mordiste saboreando la mantequilla de maní junto a la mermelada, por la combinación notaste que era un claro desayuno de tu padre, puesto que tu madre jamás mezclaria la mermelada junto a la mantequilla de maní, eso solo aumentaría las grasas y aceleraría el proceso de envejecimiento que con mucho esfuerzo a logrado detener según ella.

Para ti, sigue igual a como la recuerdas hace un año, por lo que piensas que solo son tonterías suyas y que ya entro en esa edad donde las señoras se preocupan por las arrugas, no verse viejas y no aparentar la edad que tienen.

Con el sándwich en las manos caminaste hacia la sala, un perrito chihuahua corrió ladrando hacia ti.

— yo también te odio, Pinki – respondes siguiendo tu camino mordiendo el sándwich y arrastrando los pies hasta llegar al mueble y lanzarte en este.

El perro siguió ladrando y ladradon, te estaba sacando de 

— los chihuahuas son del diablo.

Comiste el resto del sandwich y cerraste los ojos para descansar un poco más, después de todo eran las 6:45 y tú día normalmente empezaba a las 7:30 así que tenías algo de tiempo para recuperar esos valiosos minutos que tu madre te había quitado solo por su sermón que podría haberte dado más tarde.

Lo que siguió del día fue igual de aburrido, vagando en las redes sociales, para cuándo te aburridas meterte a tiktok para ver las tendencias pero solo te aparecían los cosplay de Apolo mientras bailaba ese tren de “vamos a tu cuarto reúna ya te lo descargo” te Salias para buscar alguna serie por Netflix pero nada te llamaba la atención.

Así siguió el resto de la tarde. Para cuando te diste cuenta habías pasado más de 8 horas acostada en el mueble sin haber hecho nada de nada. Los trastes en la cocina estarían sucios de no ser porque tú madre los lavo antes de salir, te mataría de seguro, sin mentira alguna en cuanto tu señora madre llegará te pegaría el palo de la escoba por la espalda por estar de floja.

En cuanto la puerta de la casa se abre pegas un brinco del susto, por esta aparece tu mamá que al verte en el sofá bufa del enojo y deja las cosas en una mesa que estaba cerca de la puerta de entrada.

— ¡____ ____ SUKIWARA!! ¡TE HAS PASADO TODO EL DÍA ACOSTADA EN EL SOFA SIN HACER NADA! – grito enojada mientras se acercaba a ti.

— cuando te fuiste no me dijiste que hiciera algo – te defiendes, aunque no intentas sonar altanera, lo menos que quieres es recibir un palazo en la espalda.

— TENGO QUE DECIRTE QUE TIENES QUE HACER?! ¡NO VEZ QUE EL SUELO ESTA SUCIO?! ¡NI SIQUIERA TUVISTE LA DECENCIA  DE TOMAR LA ESCOBA Y BARRER EL PUTO PISO!

— ¡Pero no sé Trapear! Siempre me terminó parando por donde ya pasé el trapeador ¡y barrer menos! – te defiendes ya que es verdad, tu madre nunca te enseño a trapear o barrer ya que siempre habían tenido a una criada para eso, aunque ahora la criada estaba de vacaciones y como tú estabas en tu año sabático después de salir de la preparatoria, tu madre te encargó todo sobre la limpieza de la casa.

— ¡Esa no es excusa! – su rostro estaba rojo como un tomate debido al enojo.

— ¡Relaja la cara mujer! ¡Te van a salir más arrugas de las que ya tienes....! – te cállaste al decir eso, la cara de tu madre estaba desencajada al escucharte.

Oh no...no no no.

— ¡COMO QUE TENGO ARRUGAS?! ¡MOCOSA MALCRIADA! ¡DECIDIDO! ¡ESTE FIN DE SEMANA TE IRAS AL CAMPO CON TUS ABUELOS PARA QUE APRENDAS MODALES Y A HACER TRABAJO DE CAMPO.

— ¡QUE?! ¡TAS LOCA! ¡YO PARA ALLA NO ME VOY! ¡NI SIQUIERA HAY LUZ! ¡ME VOY A MORIR DE CALOR SIN UN VENTILADOR! – te niegas rotundamente.

— O EL CAMPO O LA CALLE! Tu decides.

— no te atreves hacerle eso a tu propia hija – la miras con sorpresa pero tú madre tiene una expresión indiferente en el rostro – ¡SOY TU HIJA NO ME PUEDES ECHAR A LA CALLE!.

En ese momento la puerta se habré y entra mi padre con varias bolsas, estaba para el mercado aparentemente. Pasa y deja las cosas sobre el mesón de la cocina para regresar a la sala y vernos con confusión.

— que paso aquí? Necesito contexto

— PAPÁ, MAMÁ ME QUIERE ECHAR DE LA CASA! – lo miro con súplica esperando que haga algo, está por abrir la boca pero mi madre lo calla.

— Y TU TAMBIÉN, LA MALCRIASTE DEMASIADO, Y SI VIENES A DEFENDERLA TE VA A PASAR LO MISMO, SI LA DEFIENDES NOS DIVORCIAMOS!

— son igualitas las dos – mi papá niega con la cabeza y se va por donde vino.

— ¡PERO DE PARTE DE QUIEN ESTAS?! – le gritamos las dos a la vez.

— de la parte que gane.

— bien decidido, te vas al campo con tus abuelos este fin de semana, y no quiero quejas.



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𝐄𝐧𝐜𝐚𝐧𝐭𝐚𝐝𝐚 [Geto Suguru y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora