Capítulo 3: El peso del pecado

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El amanecer se filtraba débilmente a través de las vitrinas coloridas de la iglesia, bañando el altar en una luz suave y dorada. La calma que el nuevo día traía no coincidía con la tormenta interna que se agitaba dentro de Sasuke.

Despertó sobresaltado, su cuerpo aún tenso, como si su propio ser se resistiera a aceptar lo que había sucedido horas antes. El altar frente al que tantas veces había rezado, buscando consuelo y guía, ahora parecía una acusación muda de su pecado. Sasuke sintió el frío mármol bajo su espalda y se levantó rápidamente, casi como si quemara su piel.

El rosario que siempre llevaba colgado del cuello se había deslizado hacia un lado, y sus dedos temblorosos lo acomodaron nuevamente en su lugar. Se arrodilló frente al altar, como lo hacía todas las mañanas, pero esta vez no pudo pronunciar palabra alguna. Sentía un nudo en la garganta, una vergüenza tan grande que parecía bloquearle la respiración.

Dios mío... —murmuró, su voz quebrada—. Perdóname...

Pero, ¿cómo podría ser perdonado por lo que había hecho? La memoria de la noche anterior lo asaltaba: el calor, las caricias, la rendición absoluta. Aceptar la ayuda de Naruto, de un vampiro, no solo era un pecado carnal. Era una traición a todo lo que representaba como sacerdote, como hombre de fe.

La puerta de la iglesia crujió, y Sasuke se giró de inmediato. Durante un instante, su corazón se detuvo, temiendo que fuera él. Temiendo que Naruto hubiera regresado para continuar lo que habían empezado. Pero en su lugar, vio a una anciana devota entrar lentamente para rezar, su cabeza cubierta por un manto de lana. No podía soportar verla. No ahora. No después de lo que había hecho.

Sasuke se levantó rápidamente, el sonido de sus pasos resonando en la iglesia vacía mientras salía por la puerta lateral, buscando aire fresco, buscando escapar de las paredes que parecían asfixiarlo.

Naruto observaba desde la distancia, oculto en las sombras de un callejón cercano. No había querido marcharse lejos de la iglesia después de la noche anterior. Su mente era un torbellino de emociones, algo que rara vez le ocurría. Estaba acostumbrado a conseguir lo que deseaba, a cazar y reclamar, pero Sasuke no era como los demás. Había algo más profundo en él, algo que Naruto no entendía del todo.

Lo que más lo perturbaba era la conexión que sentía. Aquella noche no había sido solo una noche de pasión para saciar el deseo de un omega en celo. Había sentido algo más, algo que lo movía en su núcleo de una manera que lo inquietaba.

"Lo necesito", pensó mientras observaba cómo Sasuke salía de la iglesia, con el rostro pálido y los ojos oscurecidos por la culpa. "Más de lo que jamás había necesitado a alguien."

Sin embargo, sabía que Sasuke no lo aceptaría tan fácilmente. No después de lo que había pasado. La lucha interna del sacerdote era palpable. Podía oler el conflicto en el aire, incluso a esa distancia. Pero Naruto no tenía intención de rendirse.

Te daré tiempo... —murmuró para sí mismo—. Pero solo el que necesites para darte cuenta de que me perteneces.

Sasuke caminó sin rumbo por el pueblo, sus pensamientos nublados por la culpa y el deseo reprimido. Las calles estaban vacías a esa hora, y el eco de sus pasos le parecía ensordecedor. Apretó el rosario entre sus dedos, buscando encontrar paz en su frío tacto. Pero la paz no venía.

Recordaba cada momento de la noche anterior con una claridad aterradora. El toque de Naruto, su olor, la forma en que sus cuerpos parecían encajar a la perfección. El placer abrumador que había sentido lo asustaba más que cualquier otra cosa, porque sabía que había querido aquello tanto como lo había temido.

Se detuvo frente a una fuente en la plaza del pueblo y, sin pensarlo, sumergió las manos en el agua helada, intentando lavar el pecado que sentía impregnado en su piel. Pero nada lo limpiaba. Nada podría borrar lo que había sucedido.

El agua goteaba de sus dedos, cada gota cayendo al suelo en un sonido sordo. Sasuke cerró los ojos, respirando profundamente mientras la brisa de la mañana acariciaba su rostro. "Esto no puede repetirse", se dijo a sí mismo, casi con desesperación. "Debo mantenerme firme... Alejarme de él."

Sin embargo, incluso al pensarlo, sabía que era mentira. Ya no podía escapar de Naruto, ni de lo que había despertado dentro de él.

Naruto se movía como una sombra entre las calles, siempre a cierta distancia de Sasuke, pero lo suficientemente cerca para sentir su presencia. Estaba claro que el sacerdote estaba destrozado por lo sucedido, pero eso no hacía más que intensificar el deseo de Naruto por reclamarlo. Sabía que Sasuke lucharía contra sus sentimientos, contra su propia naturaleza, pero también sabía que al final, cedería.

El alfa vampiro no podía dejar de pensar en la promesa no dicha entre ellos. Sasuke podría resistir, podría luchar contra lo que sentía, pero Naruto ya había decidido. No lo marcaría aún, no lo convertiría en vampiro, pero lo haría suyo. De una forma u otra, Sasuke pertenecería a él.

La paciencia nunca había sido una de sus virtudes, pero por Sasuke, estaba dispuesto a esperar. Aunque cada vez que lo veía alejarse, la bestia en su interior rugía, deseando atraparlo, morderlo, marcarlo como su omega para siempre.

La noche llegó rápidamente, envolviendo el pueblo en su manto oscuro. Sasuke regresó a la iglesia con la misma sensación de peso en el alma. Se dirigió al confesionario, el único lugar donde creía que podía encontrar redención, aunque sabía que nadie más que él podía entender la naturaleza de su pecado.

Se arrodilló en el pequeño compartimiento, la madera vieja crujió bajo su peso, y cerró los ojos.

Padre, he pecado —susurró, las palabras saliendo de sus labios antes de que pudiera detenerlas. Pero al decirlas en voz alta, la enormidad de lo que había hecho lo aplastó—. He pecado gravemente...

Su voz se quebró, y por primera vez en años, las lágrimas ardieron en sus ojos. ¿Cómo podía redimirse cuando el deseo dentro de él solo crecía más fuerte con cada día que pasaba? ¿Cómo podría escapar de la atracción de Naruto, cuando cada parte de su ser parecía querer caer en la tentación una y otra vez?

Dios, ayúdame... —murmuró entre sollozos—. No puedo... no puedo seguir así.

El silencio fue su única respuesta, mientras la oscuridad dentro del confesionario lo envolvía.

Sangre y Redención - NaruSasu ~ OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora