-1-

46 0 0
                                    


POV CHIARA

Estaba preparándome para ir al instituto donde cursaría el bachillerato. Este año comenzaba mi primer año en el de artes, siempre me ha fascinado el arte, y mi sueño era licenciarme en Historia del Arte. Tenía que darme prisa porque debía recoger a Violeta. Yo siempre la llamaba "Violenta", ya que, sin excepción, llegaba tarde a todos lados. La iba a buscar en mi moto, una "Aprilia RS 125" del 2021, porque con ella ganábamos tiempo. 

Bajé las escaleras y me encontré con mi madre. —Hello, sweetheart, how is my little girl this morning? —mi madre siempre me hablaba en inglés, y a mí me encantaba. A pesar de vivir en España, mantener el idioma y el acento era nuestra forma de no perder el vínculo con Newcastle, donde siempre regresamos.

—Hi, mom, I'm fine, thanks, but don't treat me like a little girl —le respondí. No me gustaba que me tratara como si fuera una niña, sobre todo ahora que estaba a punto de comenzar el bachillerato y sentía que me acercaba a ser adulta.

—Alright, sweetheart, but you will always be my little girl —dijo frunciendo el ceño al verme preparada para salir, con dos cascos en el brazo y la mochila al hombro—. Aren't you having any breakfast?

—No, mom, I'm leaving, otherwise Violeta will be late —le dije apresurada. Ella solo asintió y sonrió. Conocía a Violeta tan bien como si fuera su propia hija, y sabía que si yo no la recogía, seguramente llegaría tarde. Su alarma siempre había sido más un adorno que otra cosa.

Llegué a casa de Violeta y, como siempre, su padre me abrió la puerta con una sonrisa. Él y yo nos llevábamos muy bien, y cada mañana me agradecía que fuera a buscar a su hija, porque sabía que yo la despertaría. Subí las escaleras hasta su habitación, cuya puerta estaba entreabierta, como de costumbre. Nunca le había preguntado, pero sospechaba que la dejaba así para que yo entrara a despertarla cada mañana. Allí estaba, estirada en la cama, abrazada a su almohada, con sus labios carnosos aplastados contra ella. Me acerqué poco a poco y le acaricié suavemente el rostro. Me daba ese lujo todas las mañanas, y eso, sin duda, hacía que mi corazón se calentara. Me incliné y le di un beso en la frente, a lo que respondió frunciendo el ceño. Me acerqué de nuevo y esta vez la besé en la mejilla, cerca de su oreja. Su hoyuelo empezó a aparecer, lo que significaba que estaba despertando, porque su sonrisa se ensanchaba lentamente.

—Un poco más, Darling —me susurró. Me encantaba cómo mezclaba el inglés y el español, ya que hacía mucho tiempo que se había adaptado a mi vocabulario. Además, fui yo quien le enseñó inglés, y lo hablaba casi tan bien como yo.

—Vamos, "Violenta", que tenemos que irnos —le dije, acariciando suavemente su mejilla. Ella me respondió agarrando mi brazo y tirándome hacia la cama. Mi corazón se aceleró de golpe, y recé para que no lo notara. La escuché suspirar mientras me rodeaba con su brazo, pero intenté ignorarlo.

—Cinco minutos más —murmuró, y yo no dije nada. Miré la hora y me resigné. Contigo, todo el tiempo del mundo, pensé.

Tras esos cinco minutos, volví a despertarla, y esta vez sí me hizo caso. Cuando por fin estaba lista, bajamos juntas. Cogimos un par de manzanas para el camino y nos despedimos de su familia.

Este año era un curso nuevo, y evidentemente íbamos a tener caras nuevas. Eso me tenía de los nervios. Ya me había acostumbrado a la gente con la que compartimos la ESO, cuando íbamos juntas a todas partes, pero supongo que era parte de hacerse mayor. La incertidumbre de lo que vendría me tenía inquieta desde hacía días. Sabía que habría que empezar desde cero con algunas personas, y no estaba segura de cómo me sentiría al respecto.

—Baby, stay calm, I'm not going to leave you—me dijo Violeta con voz suave, colocando su mano sobre mi muslo. Ya habíamos llegado al instituto y, como siempre, ella notaba de inmediato mis nervios. Sabía que cuando estaba ansiosa no podía dejar mi pierna quieta, así que su toque siempre tenía ese efecto tranquilizador. Menos mal que estábamos en la misma clase, así al menos podía contar con ella para todas las asignaturas. Saber que no iba a enfrentar sola este nuevo comienzo me daba algo de paz.

ADORANDOTE A ESCONDIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora