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POV CHIARA

Dejé la moto en el garaje, guardando el casco en su sitio mientras mi mente seguía dándole vueltas a lo que había pasado con Tana. No podía evitar preocuparme por ella. Tana siempre ha sido como una hermana pequeña para mí, y verla tan alterada me dejó un nudo en el estómago. Mientras cerraba el garaje, oí la puerta abrirse y al girarme, vi a Jas asomándose.

"Kiki, por fin llegas. Pensé que ya no ibas a volver a casa," dijo con un tono sarcástico que me dejó un poco descolocada. Jas no suele hablar así. Generalmente es más tranquila, más reservada. Me extrañó un poco, pero sonreí.

"Ven, dame un abrazo. I miss you," añadió, abriendo los brazos. Su invitación fue tan inesperada como el tono de su voz. Sin dudarlo, me acerqué y la abracé con fuerza. "I miss you too," le respondí, sintiendo un alivio inesperado al tenerla cerca.

Cuando intenté entrar en casa, ella me frenó de nuevo, y ahí fue cuando mi estómago se apretó un poco. "¿Tú no me tienes que contar nada?" me soltó de repente. Tragué saliva, sintiendo cómo me recorría un pequeño nerviosismo. ¿Qué sabía? No podía ser por la cena familiar; no había hecho nada raro.

Negué con la cabeza, intentando mantener la calma, pero entonces soltó una bomba: "Keeks, hablo todos los días con Tana."

Mi corazón dio un vuelco. Fui a decir algo, pero Jas me interrumpió antes de que pudiera siquiera empezar. "Tranqui, los papás no van a saber nada," añadió, con una sonrisa cómplice. Nos quedamos mirándonos por un segundo y sentí una mezcla de sorpresa y alivio.

Sonreí al darme cuenta de que Jas estaba de mi lado. Sin dudarlo, la abracé de nuevo, esta vez más fuerte. "Gracias," susurré, aunque sabía que no necesitaba decirlo. Ella ya lo entendía.

Después de soltarla, me dirigí a mi habitación, sintiendo que una parte de esa carga que llevaba todo el día encima se desvanecía un poco. Jas sabía lo de Vivi y yo, y aunque me sorprendía que lo supiera, sabía que mi hermana guardaría el secreto hasta el final. Esa certeza me calmaba, porque Jas siempre ha sido de confiar, y tenerla de nuestro lado era un alivio enorme.

Lo que sí me dejó pensando fue cómo había llegado Tana a contárselo. Jamás pensé que hablarían de algo tan delicado, pero claro, tiene sentido. Tana y Jas tienen casi la misma edad y con unas hermanas como nosotras, tan cercanas y unidas, era natural que se volvieran amigas. Además, siempre han sido un par de compinches, sobre todo cuando se trataba de hacer bromas o meterse con nosotras.

Mientras me sentaba en mi cama, sonreí al imaginar a Tana contándole todo a Jas con su entusiasmo y sin filtro. Seguro fue algo del tipo "¡No te imaginas lo que ha pasado!" con esa emoción que no puede ocultar. Y, claro, Jas siempre ha sido la más tranquila y observadora, sabía que no debía decir nada. A veces siento que nuestra relación con ellas es como vernos reflejadas en un espejo, pero con algunos años menos.

Me tumbé en la cama mirando el techo, con una sensación de alivio mezclada con la certeza de que todo estaba bien. Tener a Jas de nuestro lado significaba mucho, y aunque Vivi y yo todavía estábamos navegando estas nuevas aguas en nuestra relación, sabía que contar con mi hermana me daba una especie de ancla.

Ahora, lo único que faltaba era ver cómo manejaríamos el resto, pero con cada paso que daba, sentía que estábamos más preparadas para lo que viniera.

Ya había cenado y, al mirar alrededor, me di cuenta del caos en mi habitación. Ropa tirada por todas partes, libros apilados sin orden... pero sinceramente, no tenía ninguna intención de recoger nada en ese momento. Estaba demasiado cansada. Me quité la ropa, dejándola caer al suelo sin pensarlo dos veces, y me tumbé en la cama. Sentí el suave roce de las sábanas en mi piel, cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño que empezaba a llegar.

ADORANDOTE A ESCONDIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora