CAPÍTULO 3: DYLAN

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“Revelate”
Era la voz de mi atacante.
Lentamente me giré buscando el rostro de quien atentaba contra mi vida y no vi nada nuevo de lo que estaba acostumbrado desde hacía tres larguísimos años. Era un hombre joven, de mi edad o quizás unos años mayor, tenía cabello rubio que la luz del sol hacía parecer hilos de oro, ojos color hielo, penetrantes, profundos, tanto que uno podía perderse en ellos, era alto y tenía un físico mucho más poderoso que el mío, a lo que el uniforme definitivamente hacía honor. Mi mirada se posó directamente en su uniforme; era diferente al mío y mirando con atención los detalles, me di cuenta de que el símbolo que llevaba en su brazo izquierdo era fácilmente reconocible. Era un soldado alemán. Un enemigo.
A pesar de la diferencia de altura, no mostré ni un momento de vacilación o miedo hacia él; había vivido ese tipo de situaciones muchas veces y lo más probable que podía llevarte a la muerte era el miedo.
“¿Qué haces en un territorio que no te pertenece?”
Tronó tranquilamente y con tono frío.
“Estos territorios no tienen dueño, son tierras de nadie, son tierras que ambos ejércitos usan para luchar y para enterrar a los caídos, ustedes no tienen derecho a nada aquí y como ustedes, yo tampoco”
Su rostro se relaja en una expresión de sorpresa, no creo que esté acostumbrado a recibir respuestas tan secas y cortantes a su intimidación.
Baja el arma que llevaba consigo y la vuelve a colocar en la funda de cuero que colgaba de su cinturón; luego me mira
“Eres valiente para ser un enano”
Lo dice de una manera que no puedo descifrar, con un tono serio pero a la vez burlón, como si estuviera hablando con alguien a quien conoce desde hace mucho tiempo, a pesar de que ni siquiera sabíamos los nombres del otro y como si, literalmente, dos minutos antes no hubiera intentado meterme una bala en la cabeza
“El coraje es la primera de las cualidades humanas, porque es la que garantiza todas las demás”
Estas palabras las tengo grabadas en mi mente desde que el Presidente del Reino Unido, Winston Churchill, las pronunció durante una reunión muy importante, una de las muchas que decidirían las tendencias futuras del mundo y, a partir de ese momento, la convertí en el lema de mi vida.
“Entonces eres un verdadero héroe, el mundo eclipsará a héroes famosos como Superman, Spiderman o Batman porque seguramente estarás ahí para superarlos”
No tengo idea de por qué esas palabras, que debieron herirme, en realidad no lo hicieron en absoluto, de hecho, me provocaron una leve risa; además de matar gente entonces había alguien que todavía tenía parte humana, pensaba que era el único al que le gustaba, de vez en cuando, deleitarse en pensar en algo que no tuviera que ver con cargar un arma o apuntar a la cabeza de uno de sus compañeros para estallarle el cerebro.
“Como héroe, sin embargo, necesitaría un villano a mi altura y debo decir que tu cara sería perfecta para interpretar el papel de Joker”
“Tienes espíritu enano, lo admito, lástima que estemos en una guerra donde el único espíritu presente es el que abandona a tus compañeros en el campo de batalla, una vez que se han cruzado con mi rifle y mi puntería infalible pero tendrás una carrera como comediante si sobreviviràs, el éxito está garantizado”
Estaba a punto de responder a otra provocación más cuando comencé a escuchar voces y a ver demasiado movimiento a lo lejos, cerca de mi trinchera; ni siquiera tuve tiempo de echar un último vistazo antes de que el joven alemán desapareciera, exactamente como había aparecido: en las sombras. El sol ya estaba alto y teníamos que volver al trabajo; el día siguiente sería el último del breve respiro y al día siguiente la pesadilla comenzaría de nuevo.

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