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Mía y Pablo se sentaron en la sala de espera, dentro de  una pequeña oficina, la mujer cruzó la pierna y acomodó su ropa, le dio una repasada a su esposo y solo pudo pensar en lo soso que era.

Mía  tomó una revista y vio unas imágenes medio calentonas, la volvió a poner en su lugar y besó el brazo de su esposo, quizá había presionado de más.

— En unos minutos pueden ingresar. —Les informó la secretaria, ambos asintieron, pero Mía vio la necesidad de evacuar su duda:

— Yo soy médico—Dijo Mía y su esposo rodó los ojos. — y tengo que operar en una hora y cuarenta minutos ¿cree que nos atiendan antes? — Su esposo rodó los ojos ante la insistencia de su mujer y ella solo se centró en la mirada de la mujer.

— Siempre se trata de su carrera.

— Ya va a terminar. —Aseguró la secretaria.

Mía le regaló una sonrisa y entraron a la oficina del médico unos diez minutos más tarde.

Logan había tenido problemas para dormir la noche anterior, su compañera de  noche roncaba terriblemente y terminó tomando una siesta antes de su cita de las 9:10 de la mañana puesto que los pacientes anteriores no se dignaron a aparecer, el hombre se terminó de vestir antes de pasar a la pareja y acabó su taza de café.

Abrió la puerta y se encontró con una pareja algo peculiar, todas las medidas de la mujer de piel morena en la sala de afuera eran pequeñas y delgadas, se veía delicada, pero su vestimenta... algo no terminaba de convencerlo, aquella mujer traía mucho negro encima, a su lado se encontraba un hombre no muy fornido, con lentes y bastante entretenido con una de las entrevista porno que dejaba en el estante para ver la reacción de sus pacientes, él señor traía un jersey con rombos cafés, verdes y rojos, pantalones blancos y zapatos cafés.

La mujer le dio una repasada a su esposo y se quedó observando el paquete de su marido, luego le vio al rostro y posó su mano sobre la entrepierna del hombre, este se removió incómodo y le retiró la mano, ella la volvió a posar en el mismo lugar y lo acarició con precisión, él parecía no inmutarse si quiera pero Logan no podía imaginar cuán dichoso se sentiría de saber que su mujer estaría encantada de tocarle de esa manera en público.

— ¿Los Caswell?—Dijo al notar que su amiguito estaba algo contento.

Cuando vio pasar de cerca a la mujer le recordó y encontró todo chiste sobre ella, un trasero parado y unos ojos espectaculares color margarita las avellanas no tenían nada que ver con el hermoso color de esos ojos.

—Ocho años de casados, no hijos, ella médico, él periodista, tienen un ático en el centro de la cuidad y... tampoco mascotas.

Mía se sorprendió al ver al médico, muy alto, ojos azules una perfecta sonrisa y una piel bronceada con cabello castaño muy corto.<<el chico del bar>> eso también, el chico del bar.

— ¿Cuál es su problema?—Las últimas palabras del hombre le sacaron del trance en el que estaba, ver tantas vaginas a diario le hacían enloquecer al estar cerca de un pene.

— Alguien no tiene tiempo para tener sexo.

Mía posó su mirada cargada de fuego sobre Pablo, sí que tenía tiempo solo no tenía un buen amante, uno como el que tenía enfrente esperando el contraataque.

— Sí tengo tiempo, pero tiene que ser rápido y bueno. — Respondió la mujer.

— Nos cronometras.

— ¿Cómo haces eso? —preguntó Logan interesado.

— Soy ginecóloga, la única en el Pieth Health, no tengo tiempo para una jornada sexual de 10 horas, —Aunque le encantaría, pero no con el inútil a su lado si no con el que tenía en frente, el ardiente macho de enfrente. Se dio cuenta de que no tenía anillo en ese dedo tan grande y largo.《 ¡Oh sí! Todo lo que te harían esos dedos cariño.》—Cuando llegue a casa no quiero seducir a mi marido durante una hora y media antes de que decida tocarme. —Terminó de explicar.

Terapia DISPONIBLE EN DREAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora