La casa de sangre

Capitulo 2. Sangre que mata.

Nueva York
Dos años antes...

Ámbar Harrison una agente de la CIA comienza a correr por el bosque con desesperación mientras que muy atrás de ella se escucha el ladrido de los perros y el grito de dos, tres policías ordenando y dirigiendo.

—No la pierdan de vista, ¡Encuentrenla!

Una agente Harrison ensangrentada, la nariz chorrea sangre y mancha sus labios y su alrededor, cicatrizes recientes y una mano vendada y lastimada a provocacion en el camino, la agente toma su teléfono y se recarga en un árbol con una mano en el estomago, comienza a marcar al número de (MIA HARPER❤️) el teléfono comienza a sonar y contestan.

— ¡Bueno! ¡Ámbar! ¿Donde estas?

—Mía, no te puedo decir, te llamo porque quiero que sepas cuanto Te amo y si no salgo de esta porfavor no vayas a hacer nada estúpido en mi ausencia.

— ¿De que estas hablando? Ámbar no me asustes —Ámbar rompe en llanto y dirige su mirada hacia el cielo donde flotan pequeñas chispas de fuego, agentes de la CIA quemaban todo a su paso con el fin y la esperanza de lograr quemarla a ella.

—Si me pasa algo y no nos volvemos a ver, por favor prométeme que seguirás viviendo tu vida.

—Si te apresuras lo hará —dice otra voz de un hombre al otro lado del teléfono y sin más no poder Mía comienza a romper en llantos.

—Jacob... ¡No te atrevas a tocarla! ¿Como la encontraste?

—Si vienes y te entregas no pasara nada, Ámbar debes entender que esto es por tu bien, por el bien del mundo, humanidad no está lista para saber la verdad aún.

— ¿¡Porque demonios sigues insistiendo!? Ya te dije que no diré nada porfavor ¡Ya déjame en paz! —Grita Ámbar con todas sus fuerzas entre un mar de llantos.

—Te mande la ubicación, entregate y ella vivirá —cuelga.

Esa noche Ámbar llega apenas al lugar indicado en el teléfono y mientras se encuentra frente a frente con el agente Jacob quien tiene a Mía entre sus brazos con la boquilla de una pistola apuntando en su cabeza, Ámbar solo le queda alzar las manos en señal de rendición.

—Bien hecho, hiciste bien.

—Solo déjala ir, ella no tiene nada que ver en esto.

— Quisiera hacerlo... Ámbar pero no soy idiota se lo dijiste, le dijiste el secreto, por lo tanto ella también sabe donde está la corona.

— Jacob... ¡No te atrevas!

—Somos el verdugo, tu vivirás e iras a prisión el resto de tu vida pero ella... ella no será feliz jamás por lo tanto debe morir —sin más qué decir Jacob le dispara en la cabeza.