Capitulo 2. (Blanco teñido.)

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Era un nuevo día de clases en Auradon. La luz en los pasillos brillaba tenuemente, los estudiantes aún nerviosos por el nuevo inicio de clase, se movían de un lado a otro, buscando sus aulas a la vez que algunos charlaban con sus compañeros o simplemente iban relajados caminando.

Por un lado Harley, caminaba por los jardines exteriores mientras daba pequeños saltos como una niña pequeña mientras tarareaba una canción.

De la nada un pequeño crujido se escucho y la chica paro en seco, girando su cabeza y encontrado un conejo en los arbustos, su mirada se ilumino y fue hacia el. Se agacho y acerco su cara al conejo.

—¡Hola pequeño amigo!—exclamo contenta pensando que el animal respondería, al ver que no respondía saco un reloj de mano y lo puso frente al conejo.—Mira, el amigo conejo de mi padre lleva siempre uno como estos, ¿tu no?

La peli azul acerco el reloj al conejo y en cuestión de segundos el conejo agarro en reloj y salió corriendo haciendo que la chica se quedara sorprendida.

—¡Oye eso es mio!—exclamo antes de empezar a correr detrás de el conejo.

El conejo rápidamente se metió entre unos arbustos, Harley vio un huevo entre ellos y se metió, corriendo por un camino que había, hasta que rato después se dio cuenta que se había adentrado en un laberinto. Paro y empezó a mirar a su al rededor, estaba perdida. Maldijo por lo bajo cuando una suave voz se escucho tras ella.

—¿Buscas esto?—dijo la voz suavemente, pero llena de curiosidad.

Harley se dio la vuelta. Frente a ella, un chico de cabello rojo brillante y ojos oscuros le extendía el reloj con una mirada seria. Parecía estar completamente en sintonía con el lugar, como si su misma presencia controlara todo el laberinto.

—Gracias...—respondió ella, algo torpe, mientras tomaba el reloj.

—¿Te creías que el conejo es como en el Pais de las maravillas?—bromeo el, aun con la mirada fría.

Harley sonrió, sintiéndose menos incomoda ahora. El chico pareció disfrutar de el momento por un segundo.

—Es que estoy acostumbrada a los de allí, ¿sabes? todo esto es tan poco...

—¿Raro?—termino el la frase.

—¡Exacto!—exclamo ella con algo de emoción al ver que la había entendido.

—Supongo que tienes razón.—dijo el chico poniendo sus manos tras el.—Soy Lev, por cierto. Nuevo aquí.

—¡Eres el hijo de la reina roja!—volvió a exclamar la chica acercándose a el emocionada con una enorme sonrisa, el chico se sorprendió ante su acercamiento pero se quedo quieto.—¡Yo soy Harley! También soy nueva.

Lev inspecciono a la chica la cual parecía estar loca, luego vio su sombrero y pareció como si una bombilla apareciera junto a su cabeza, se había dado cuenta de quien era.

—Encantado, Harley.—dijo para después irse hacia un lado.

Harley persiguió con la mirada al chico y empezó a seguirlo, total, estaba perdida ¿que iba a hacer?

El pelirrojo se acerco a un arbusto cubierto de rosas blancas y comenzó a tocar una. A Harley pareció que se le iluminaron los ojos al ver las rosas y se acerco a el.

—¡Que bonitas rosas! ¿Son tuyas?

El chico la miro de reojo y después asintió.

—Si.

—Me encantan las rosas.—al decir eso el chico parecía más interesado en lo que la chica diría, aparte de que le había parecido algo atractiva.—Pero veo las blancas algo sosas... prefiero las rojas.

Lev siguió con el rostro neutro, aun que por su mente solo pudo pasar el enorme jardín de rosas rojas que su madre ordeno pintar, haciendo que una ligera sonrisa se dibujara en su cara, Harley pareció impresionada al verlo, pero prefirió quedarse callada.

Ahora el príncipe parecía mas interesado en la chica, sonrió y se giro hacia ella.

—¿Sabes? Hay una leyenda sobre este laberinto. Dicen que si dos personas se encuentran aquí, es porque sus destinos están entrelazados por algo más que magia.—le contó el sosteniéndole la mirada.

Lev creía que ella notaria a lo que se refería, pero se sorprendió cuando la reacción de la chica fue emocionarse y que sus ojos brillaran como perlas.

—¡Eso es genial! Adoro las leyendas, mi padre me cuenta muchas.—de la emoción Harley comenzó a acercarse más y más a el.—¿Crees en las leyendas?

Lev no pudo evitar soltar una carcajada ante la inocencia de la chica.

—Aquí cualquier cosa puede ser verdad.—dijo el chico con una sonrisa.

Chasqueo sus dedos haciendo que un hueco se abriera entre los arbustos, Harley miro extrañada.

—¿Que es eso?—pregunto ella.

—Sigue por ahí y saldrás del laberinto, es una pequeña ayuda.—el chico guiño el ojo.

—Oh... ¡Gracias!—agradeció ella.

La chica comenzó a dar saltos yendo hacia el hueco y desapareciendo por el, dejando a Lev en el laberinto, con la extraña sensación de que algo más le esperaba en ese instituto, algo que ahora no iba a dejar de rondarle por la cabeza.

Por otro lado una chica rubia de ojos verdes caminaba alegremente por el pasillo llevando algunos dibujos en sus manos, cuando una ráfaga de viento provocada por algo enorme paso por su lado haciendo que todas las hojas volaran. Eleanor miro atónita las hojas y después algo furiosa a donde provenía esa oleada de aire.

Su vista se poso en un chico de cabello marrón, que iba sobre una especie de tabla voladora de madera rara. El chico paro y se bajo, poniendo la tabla bajo su brazo y se acerco a ella.

—Ey, perdón.

Eleanor lo miro incrédula, ¿eso es lo único que diría? ¿no iba ni a ayudarla a recogerlo?

Prefirió ni contestar y empezó a recoger las hojas de el suelo, el chico solo se quedo a su lado mirándole. Cuando la chica se levanto le hecho una mirada de odio.

—Tienes suerte de que no lleve una sarten encima.—espeto mientras se colocaba bien el pelo, que también había sido dañado por el aire.—No puedes ir con esa cosa por los pasillos.

—Esa cosa es una tabla.—le corrigió.—Y en ningún lado pone que no pueda.

—Pues aprende modales de tus padres.—soltó, sin más .

—Mi padre me regalo la tabla.

La rubia rodó los ojos y se apretó el puente de la nariz.

—De tal palo tal astilla.—dijo para entonces caminar hacia uno de los pasillos.

Ya habían empezado las clases cuando Harley y Eleanor se habían encontrado en la misma clase sentadas juntas. A pesar de ser bastante distintas – Harley siendo muy impulsiva mientras que Eleanor era mas reservada y observadora.– habían conectado de manera inesperada. Tal vez era el hecho de que las dos eran nuevas, o algo más fuerte, como si el destino hubiera querido unirlas.

—¿Que tal si exploramos un poco el campus?—pregunto Harley con un brillo de curiosidad que era familiar en ella.

—¿Explorar?—repitió Eleanor.

—¡Si! Hoy me perdí en un laberinto, ¡y fue genial!

Eleanor arqueo una ceja.

—¿No se supone que deberíamos quedarnos repasando la teoría?—pregunto la rubia.

—La teoría esta sobrevalorada.—respondió la peli azul con una sonrisa traviesa.—¡Ademas! He oido que hay un invernadero en la parte de atrás del instituto con plantas que no salen ni en los libros. Va a ser como una pequeña aventura.

Eleanor dudo por un momento, pero la insistencia en los ojos de Harley la convenció. Minutos después las dos se encontraban caminando por un sendero poco visible cubierto por altos arboles. A lo lejos vieron el invernadero, los ojos de Harley brillaban mientras Eleanor podía notar un pequeño pensamiento de que algo malo podía pasar.

Lo que el destino eligió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora