Capitulo 3. (La primera rosa.)

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La campana sonó, y Rosella recogió rápidamente sus libros para salir de clase. El día anterior, al cruzarse por el pasillo del instituto, había visto a un chico que nunca había notado antes, y por alguna razón, su imagen no se le quitaba de la cabeza. Era alto, con cabello rojo y ojos profundos que parecían esconder algún tipo de misterio. No sabía quién era ni de qué clase venía, pero lo único que tenía claro era que quería volver a verlo.

Al salir al pasillo, allí estaba él, apoyado contra una de las taquillas, mirando su móvil con aire distraído. La pequeña princesa respiró hondo y, sin pensarlo dos veces, se acercó. Su corazón palpitaba con fuerza y sentía que le temblaban las piernas, pero estaba decidida a hablarle, aunque fuera solo por un momento.

—Hola —dijo, intentando sonar casual aunque por dentro estaba nerviosa.

Él levantó la vista y la miró durante unos segundos, sin mucho interés, antes de responder con un simple "hola" que sonó un poco forzado.

—Nunca antes te he visto por aquí... ¿Eres nuevo? —preguntó Rosella, intentando alargar la conversación y buscar alguna excusa para quedarse a su lado.

Él asintió con una leve inclinación de cabeza y volvió a mirar su móvil, como si la conversación no le interesara en absoluto.

—Sí, me llamo Lev. Soy nuevo este año.—respondió finalmente, sin apartar la vista de la pantalla.

—Yo soy Rosella. Soy la hermana de Ben, el rey, ya sabes.—continuó ella, con una sonrisa que intentaba no desvanecerse por la falta de entusiasmo del chico—. Espero que te esté gustando el instituto... Y, bueno, si necesitas algo, aquí estoy, ¿vale?

Él volvió a mirarla, esta vez con una leve expresión de aburrimiento, y asintió sin mucho ánimo.

—Gracias, pero creo que me las arreglo bien solo —contestó él con voz seca y mirada indiferente.

Sara notó que algo dentro de ella se desinflaba un poco. Había fantaseado con este momento durante todo el día, imaginando que él sonreiría o que incluso le pediría que le enseñara el instituto. Sin embargo, el pelirrojo no parecía interesado en absoluto. Ella sonrió de nuevo, esta vez un poco más tímida.

—Bueno... supongo que... nos vemos —dijo, dando un paso hacia atrás.

Él solo asintió una vez más, ya con la atención completamente de vuelta a su móvil, como si la chica no hubiera estado allí.

Mientras ella se alejaba, sintió cómo la euforia inicial desaparecía y se convertía en una pequeña decepción que no esperaba.

Quizás él no era el chico misterioso y perfecto que ella había imaginado, pero al menos había conseguido hablar con el, y por su mente todavía pasaba la idea de conocerlo mejor.

(...)

Por otro lado del instituto dos chica, Harley y Eleanor, se adentraban en aquel misterioso invernadero.

El invernadero se encontraba en una esquina olvidada del patio trasero del instituto, cubierto de enredaderas que parecían haber crecido sin control. Al abrir la puerta de vidrio, un aire cálido y dulce las envolvió, y lo primero que notaron fue el brillo extraño de las plantas, cuyas hojas parecían susurrar entre sí.

—¿Estás segura de que deberíamos estar aquí? —preguntó Eleanor, mirando con cautela las extrañas flores de colores intensos que colgaban del techo y los tallos enormes que se retorcían como si estuvieran vivos.

—¡Claro que sí! Es solo un invernadero, ¿Qué puede pasar? —respondió Harley, dándole un empujoncito para que siguieran avanzando.

Apenas dieron unos pasos más hacia el centro del invernadero, una planta de tallo grueso y hojas puntiagudas se movió, cerrándoles el paso. Sus enormes hojas comenzaron a agitarse, y en un abrir y cerrar de ojos, una de ellas se lanzó hacia la rubia, enroscándose en su pierna.

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2024 ⏰

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