Bajo el mismo cielo - PondPhuwin

Sombras del pasado

Una noche tranquila, iluminada por miles de estrellas en el cielo, Pond y Phuwin caminaban juntos por un sendero solitario. El aire era fresco, pero el ambiente cálido entre ambos hacía que el frío no fuera una molestia. A lo largo de las semanas, habían desarrollado un lazo cercano, y Phuwin había comenzado a sentir una especie de aprecio por Pond, una sensación de confianza que lo reconfortaba en las noches oscuras. Sin embargo, aquella noche, algo dentro de Phuwin lo empujaba a compartir más de lo que había guardado en silencio hasta entonces.

Tomó una bocanada de aire, con el corazón latiéndole con fuerza, y, con la voz algo insegura, dijo:

— Sé que es raro, pero... me gustaría contarte lo que me pasó hace unos días.

Pond lo miró, con un destello de preocupación en los ojos. Sin decir nada, asintió, dándole el espacio que Phuwin necesitaba.

Phuwin suspiró profundamente, intentando mantener la compostura, pero su voz ya empezaba a quebrarse.

— Hace poco... perdí a alguien muy especial para mí... —su voz se desvaneció con tristeza mientras trataba de no romperse por completo.

Pond bajó la mirada, sintiendo el dolor palpable en las palabras de Phuwin.

— Lo siento mucho —murmuró con sinceridad, aunque sabía que esas palabras no serían suficientes para aliviar el peso que Phuwin cargaba.

Phuwin esbozó una sonrisa triste, aquella que no iluminaba su rostro, pero que intentaba mantener algo de fortaleza en medio del dolor.

— Tranquilo... —dijo, casi en un susurro—. Esa persona importante era mi esposo.

Pond abrió los ojos con sorpresa, un sentimiento de tristeza profunda lo invadió al instante. Jamás se le había cruzado por la cabeza que Phuwin había estado casado. De repente, todo adquirió una nueva dimensión para él.

— ¿Tú estabas casado...? —preguntó, tratando de procesar la información.

Phuwin asintió con una sonrisa melancólica.

— Sí... me casé hace dos años.

Pond asintió en silencio, sintiendo cómo el peso de aquella revelación hundía su corazón. Luego, con mucho cuidado, preguntó:

— ¿Y... qué le pasó a tu esposo?

Phuwin lo miró, con una tristeza que parecía haberse acumulado durante semanas, como si cada palabra le desgarrara el alma al decirla.

— Un tonto, tal vez borracho... lo atropelló mientras salía del trabajo.

Las palabras cayeron como un golpe directo al pecho de Pond. Su cuerpo se tensó, su mente quedó en blanco por un momento, mientras sentía cómo la realidad lo asfixiaba.

— C-como...? —balbuceó, el pánico creciendo dentro de él.

Phuwin asintió, sus ojos llenos de lágrimas contenidas.

— Sí... prácticamente me lo arrebataron de mi vida —dijo con una voz rota, cada palabra siendo un eco de su profundo dolor.

Pond sintió que su corazón iba a salirse del pecho. Una sensación de culpa empezó a apoderarse de él, sus pensamientos girando descontrolados.

— ¿Y... cuándo fue eso exactamente? —preguntó con un hilo de voz, temiendo la respuesta.

Phuwin bajó la mirada al suelo, como si al hacerlo pudiera contener el dolor.

— Hace tres semanas —respondió con una voz apenas audible.

Pond sintió que el mundo se desmoronaba bajo sus pies. Las fechas coincidían, y en su interior, un miedo paralizante comenzó a crecer. Phuwin siguió hablando, su voz llena de añoranza.