𝙋𝙚𝙙𝙧𝙤- 𝘗𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘗𝘢𝘴𝘤𝘢𝘭

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¡Hola!, antes de leer, por favor, no se les olvide votar, me ayudarían mucho en seguir escribiendo. 

Estabas aburrida en tu departamento, mirando la televisión, cambiando de canal hasta que encontraras un buen programa, pero era imposible. 

Pedro se encontraba en su despacho, en su laptop, tecleando en concentración, seguro era otro de sus proyectos o algún evento anotado en su agenda que se aproximaba. 

Fuiste hasta donde se encontraba, reposando tu cuerpo en la orilla de la puerta, luciendo inocente y sin hacer ningún tipo de ruido. Pero no era necesario eso, Pedro sabía cuándo estabas cerca, podía sentirte, sentir tu mirada en él. 

Pedro tenía recargando su barbilla con una mano, postró su mirada en ti, quitándose sus anteojos, poniéndolos a un lado. — Linda, ¿se te ofrece algo? —. Habló, dejando a un lado toda la atención en su escritorio. 

Se veía tan hermoso. 

Como deslumbraba su figura con los rayos del sol que entraban por el ventanal. 

Caminaste en silencio, mostrando una pequeña sonrisa, poniéndote enfrente de él, acariciando sus hombros anchos, mirando su cabello suave. Postró sus manos en tu cintura, acercando su rostro a tu abdomen, oliendo tu perfume corporal, acariciando tu espalda con sus grandes manos, dejando salir un suspiro siendo ahogado por tu cuerpo. 

  Te sentaste en su regazo, dándole la espalda. — Bésame, por favor —. Acariciaste su mejilla, bajando hacia su cuello, accediendo a su petición. Juntando sus labios tan lento que sentías como quería acelerar el beso, subiendo su mano hasta tu cuello. 

El calor en tu cuerpo se hacía presente, ruborizando tus mejillas. —Te necesito tanto, Pedro —. Le susurraste en el oído, como si la ciudad entera estuviera al pendiente de ustedes, siendo espiados por las grandes ventanas de su hogar. 

— Por favor, deja eso para otro momento —. Él de inmediato cerro su laptop, siendo tú su absoluta prioridad. Te levantaste de tu regazo, caminando fuera de la habitación, poniendo su mirada en tu trasero, dibujando una pequeña sonrisa pervertida. Sabía lo que estabas a punto de hacer. 

Regresaste al despacho de Pedro, con las manos detrás de tu espalda, él hizo una seña con sus manos, incitando a mostrar lo que llevabas detrás de ti. Extendiste tu mano, mostrando un vibrador de color negro. Pedro volvió a besarte, profundizando el beso agarrando tu cuello. 

Acarició tu trasero, masajeándolo bruscamente sobre tu falda de cuadros color pastel, giró tu cuerpo, volviéndote a sentar encima de él. 

— Eres tan sucia, nena —. Pedro abría tus piernas, acariciando con su dedo anular tu ropa interior empapada, tocando por encina de tu blusa blanca tus senos. — Me encanta que seas así—. Tocaba toda tu zona intima con su mano, frotando por encima de tu ropa interior.

Tomó el vibrador del escritorio, encendiéndolo poniéndolo en tu coño, sintiendo la vibración y el placer haciéndose presente. Agarrando uno de tus muslos subiéndolo arriba del escritorio para tener más accesibilidad, acariciando con su mano el centro de este. 

Sentías los latidos de su corazón en tu espalda, su respiración en tu oído. — Tan suave—. Sentías como crecía su erección. Cerrando los ojos, mordiendo tu labio, dejando que Pedro tome el control de tu cuerpo, dejando que te haga suya tantas veces, que no te cansarías, como si fuera la primera vez. 

Hizo a un lado tus bragas, dejándole total accesibilidad a tu intimidad. Jugando con su dedo anular tus labios vaginales, explorando tu punto sensible. Volviéndote loca, pellizcando uno de tus senos, llenando la habitación de gemidos. 

— Oh, si, Pedro —. Acariciabas su cuello, besando sus labios, tratando de seguir el ritmo sin dejar de gemir, deformando tu rostro de placer puro. 

— Eso es cariño, déjame escuchar mi nombre en esa linda boca —. Amaba cuando lo único que podías formular era su nombre.

 Mientras con un dedo te masturbaba, siendo rápido y después lento, mostrando una pequeña sonrisa traviesa, viendo como era capaz de hacerte mojar tan rápido. 

Apagó el vibrador, sacó su dedo dentro de ti, lo lamió y agarró tu cintura con sus grandes manos, poniéndote de pie. 

Te sentaste en la orilla del escritorio, enrollando con tus piernas la cintura de Pedro, jalando su camisa, besando tan desesperada esos labios, mordiendo su labio, tirándolo abajo, solo tuyos

Pedro retiró tu blusa, regándola por algún lado, dejando ver que no tenías sostén. Pedro negó con una sonrisa, llevando uno de ellos a su boca, succionando la punta de este, dejado escuchar un "pop", llenando completamente de saliva, acariciabas su cabello, haciendo tu cabello hacía atrás. 

Te bajó, girando tu cuerpo, subiendo tu falda tan lento, que la tela quemaba tu cuerpo, tiró tus bragas abajo, acarició uno de tus glúteos, apretándolo. Recostó tu pecho en el escritorio, escuchando como bajaba el cierre de sus pantalones.

Escupió en su mano, acariciando su troco, hasta la punta de su pene, masturbándose un poco. Sentiste el calor de su cuerpo atrás de ti, dejando besos por tu cuello, hasta tu espalda. 

Sentiste como se introducía en ti, dejando salir un gemido, empezando a moverte, tomando tus caderas, moviéndote a su antojo, siendo lento, dejando que te acostumbres a su gran tamaño. 

Pero eso no duró mucho tiempo, pues, Pedro le encantaba ser brusco contigo cuando se trataba de follar tu culo.

Los cuerpos llenos de sudor, el cabello pegado en la frente, el sonido de sus cuerpos al ser chocados por sí mismos importaba una mierda. 

— ¿Te gusta mi polla, cariño?, ¿mhm? —. Preguntó burlonamente. 

No podías formular palabras, de tus labios salían balbuceos, y su nombre. 

No respondías, no podías pensar ahora. Por lo que él, tomó tu cabello con fuerza, jalándote a él, sintiendo su barba y bigote en tu oído. —Te hice una pregunta, linda, responde—.

 Abriste los ojos de golpe. — ¡S-si!, mierda, si, Pedro —. 

—Me gusta mu-mucho, dios —. 

Pedro, Pedro, Pedro. No había otra cosa que a él le excitara tanto que fuera escuchar su nombre mientras te follaba. 

Tus senos rebotaban por la fuerza que ejercía, siendo como globos de agua. 

Tus piernas temblaban, dando señal de que estabas al borde del éxtasis — Vamos nena, córrete en mi polla —. Pedro te dio una nalgada, dejando escuchar el sonido, postrando su mano, otra y otra, mostrando tu piel un color rojo carmesí. 

Amabas que Pedro jamás dejara de decirte apodos lindos cuando follaban, te excitaban tanto, mostraba un poco su lado tierno 

Finalmente te corriste, dejando salir un gran gemido, llenado tus piernas de tus fluidos. 

Pedro salió de ti, masturbándose tan rápido, te incaste enfrente de él, viendo como salían las primeras gotas de semen, siendo regadas en el centro de tus senos, cubriéndolos. 

 Pedro dejó salir un suspiro ronco. 

Miró el desastre en tu pecho, tomando con su dedo anular un poco, jalando tu labio abajo. —Muy bien, preciosa —. Para Pedro, aunque estuvieras llena de sudor, seguías siendo hermosa ante sus ojos. 

Te levantaste, enrollando tus brazos en su cuello, besándolo tan profundo, oyendo el sonido de sus labios sonar. 

  —Te amo —. Juntó sus frentes. 

— Yo más, aunque me dejes sin caminar por mucho tiempo—. Dejó salir una risa grave, acompañándolo mientras besabas su mejilla. 

 — Para la próxima seré suave —. 

Eso siempre decía cuando terminaban de follar en cualquier lado. 

𝙋𝙚𝙙𝙧𝙤 𝙋𝙖𝙨𝙘𝙖𝙡-𝘖𝘯𝘦 𝘚𝘩𝘰𝘵𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora