32 - ¿Luke se ha derrumbado?

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32 - ¿Luke se ha derrumbado?


'Diálogo interno/pensamientos'

"Diálogo normal"

[Sistema]

[Entradas del diario]

(Recuento de palabras: 1.705)

~Con Lucas~

Luke respiraba con dificultad mientras subía las escaleras a toda velocidad, con el corazón palpitando contra sus costillas. Su despacho personal estaba más adelante, una barrera entre él y el mundo. Cuando entró tambaleándose, Luke casi tropezó con el umbral de su refugio.

Detrás de él, Luke podía oír débilmente la voz de Crystal, teñida de preocupación. "Luke, espera..." Antes de que pudiera terminar, la voz tranquila de Natasha intervino, su mano descansando sobre el hombro de Crystal.

—Déjalo ir, yo me encargaré de él. Deberías ir a ayudar a April abajo. —La promesa de Natasha fue suficiente para detener a Crystal, quien lanzó una última mirada preocupada antes de darse vuelta para ayudar al resto de los empleados del café.

Con mano temblorosa, Luke cerró la puerta tras él y se apoyó en ella como si pudiera soportar el peso de su angustia. Su oficina, que antes había sido un lugar donde podía descansar y relajarse con comodidad, ahora se sentía apretada a su alrededor, estrechándose con cada respiración entrecortada. Mientras el silencio lo envolvía, los recuerdos surgieron como las aguas de una inundación que rompen una presa, bañándolo con una fuerza implacable, cada uno de ellos una instantánea vívida de una vida que había tratado de enterrar.

Su primer beso, que se produjo justo afuera de la habitación de Wanda en el complejo de los Vengadores, el aire de la noche traía la promesa del otoño. Su risa había bailado a su alrededor y, cuando sus labios se encontraron, fue como si fueran las únicas dos almas existentes.

Su primera cita fue en el carnaval, donde los ojos de Wanda brillaron más que las luces festivas del cielo. Ella se agarró con fuerza de la mano de él mientras giraban en la noria, su alegría era contagiosa, su espíritu indómito.

"Te amo". Las palabras habían sido susurradas bajo un manto de estrellas, un secreto compartido entre dedos entrelazados y sueños esperanzados. Entonces llegó la noche en que realmente se habían convertido en uno, una suave fusión de almas entre la suavidad de las sábanas y el susurro de votos aún no pronunciados.

El día que le propuso matrimonio, el rostro de Wanda estaba iluminado por la sorpresa y la alegría; el anillo era un pequeño testimonio de una promesa infinita. Ella había dicho que sí; su voz era una melodía que componía la sinfonía de su futuro.

El día de su boda, la luz del sol se filtraba a través de las vidrieras y proyectaba patrones caleidoscópicos sobre el camino que recorrían juntos, unidos. Intercambiaron votos, sellaron besos, hicieron un pacto ante los ojos del cielo y la tierra.

Y finalmente, el día que descubrieron que serían padres, la alegría fue tan inmensa que casi fue dolorosa. Las manos de Wanda acunando su vientre, su sonrisa serena, la encarnación del milagro más grande de la vida.

Cada recuerdo lo atravesaba con una precisión agridulce, trazando líneas de dolor y amor en el lienzo de su alma. Era demasiado para soportar, la ola de lo que había sido, de todo lo que se había perdido. Sus rodillas se doblaron y se deslizó hasta el suelo mientras su cuerpo se sacudía con sollozos silenciosos.

En su estado actual, Luke apenas escuchó la puerta abrirse o el sonido de pasos acercándose, pero sintió la presencia de alguien familiar, una fuerza silenciosa que no necesitaba palabras para transmitir su intención.

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