Mannequin 1: La metamorfosis de Alannah

Prologó

Concedan una rosa a los muertos

La musica clásica sonaba suavemente por toda la estancia. 

La estancia no era nada que podría pasar desapercibido, con lujosos detalles, y el piso con parque blanco y negro, parecía de hecho, un tablero gigante de ajedrez, en el medio un sofá color vino tinto, y al frente del mismo, una mesa con un elegante florero dorado, repleto de las mas frondosas rosas rojas. 

Sobre el sofá había un par de mujeres, gemelas. 

Una de ellas tenía el cabello decolorado, totalmente rubio oro, la otra tenía el cabello negro, ambas vestían atuendos iguales pero de colores distintos, la chica de cabello negro en rojo, la otra un vestido blanco, ninguna movía un solo músculo, con las miradas perdida en el vacío, debido al rigor mortis. La cámara hizo click y entonces la imagen de las dos gemelas en la pantalla hizo que él sintiera un escalofrío de placer, que subió como una corriente eléctrica desde su ingle hasta la punta de su espina dorsal, en su nuca. 

Al otro lado de la puerta ella lo observaba con especial asco. 

Él le sonrió a ella de vuelta, y ella sintió una punzada extraña en el estomago, una mezcla de sentimientos revueltos que no lograba distinguir con precisión, entonces él, agarró una rosa roja del jarrón y la envolvió en el cabello larguísimo y blanco de ella. 

Ella no lo entendía. 

Todo era muy confuso, y se sintió como un sueño críptico, como un rompecabezas de piezas difusas, todas parecidas entre sí. Y sin embargo, ninguna lograba encajar completamente. 

Sin embargo, el olor a sangre que inundaba el cuarto le causo nauseas, la mirada juguetona de él cambio a ira, presionó acusatoriamente su brazo. 

-- No lo hagas -- Le ordenó, sin embargo era tarde: 

El asco y la confusión hicieron que al final vomitara sobre él.