CAPÍTULO 17

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[17]

Paz

"solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;"

Efesios 4:3

Hadasa.

Despertar en el hospital es una de las experiencias más raras que he tenido.

Al principio creí que había muerto, ya que todo era blanco, y lo único que veía era la lámpara del techo. Tuve que parpadear varias veces para poder enfocar bien la vista.

Me dolía el cuerpo, lo sentía pesado. Me sorprendió ver que tenía una via en las venas, por donde me pasaban hidratación.

Al intentar hablar, comencé a toser, tenía la garganta totalmente seca, necesitaba agua. Un sueño inmenso me invadía, supongo que el sedante que me pusieron. Ese día que me encontraron tuvieron que sedarme, había despertado, pero el médico dijo que debía dormir.

Una enfermera entró y comenzó a gritar que había despertado. Un fuerte dolor me azotó las sienes. Traté de sobarme, pero al levantar el brazo, el cable de la vía me lo impidió. Un total fastidio.

Después de varias horas de exámenes y revisiones por varios especialistas, por fin me dejaron ver a mis padres. Cuando ví a papá, estuve un poco inquieta, ni siquiera dejé que me tocara, no me sentía cómoda. Él dijo que lo entendía, pero pude ver la desilusión en su mirada.

Me tuvieron cautiva en el hospital por una semana y media. A punta de puré, gelatina y suero. El hambre me mataba.

Cuando me permitieron ir a casa, fui recibida por las chicas y Hannah. Me sorprendí al ver a Andrew y Jasper. Me alegró saber que seguían asistiendo a la iglesia. Me llevaron una cantidad exagerada de regalos, flores y hasta unos globos. El médico recomendó mucho reposo, así que los atendí a todos recostada en mi camita.

Extrañé mi pequeño refugio, con Vicent no tuve donde esconderme cuando la situación me agobiaba.

Luego de atender a todo el mundo, escucharlos y comer algo decente, me tomé un tiempo para mí. En la tranquilidad de mi habitación, me sentí acompañada, era irónico. Como pude me levanté de la cama, aún había partes del cuerpo que me dolían, como la espalda y las piernas, si respiraba muy fuerte, sentía un tirón en las costillas, me mandaron antibióticos y algunas cremas para las marcas y cicatrices, volviendo al tema, salí de la cama y me arrodillé. Mi cuerpo protestó, sin embargo, terminé en el suelo y agradecí.

Dí gracias a Dios por haberme dado la victoria en esa prueba. Le dí gracias por mi vida, le dí gracias por haberme traído de nuevo con mis padres y mis amigos. Le dí gracias por cuidarlos.

Los siguientes días tuve atención como una reina, papá dijo que era porque tenía nombre de reina y debía ser tratada como tal. Me reí un rato considerable por su chiste, luego me avergonzó y dijo que era una lástima que no tuviera un rey David.

Deje de hablar por unos minutos.

Luego seguí parloteando.

Las chicas hicieron una noche de chicas en mi casa, nos hicimos unas mascarillas y me arreglaron el cabello que tenía hecho un asco.

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