tu confesión

9 2 0
                                    

* A medida que pasaban los años, ella comenzó a sentirse cada vez más débil. Tenía dolores constantes, pero nunca me dijo qué era lo que le pasaba.
* Me preocupaba verla así, pero ella siempre me decía que estaba bien, que solo necesitaba descansar un poco.

- Pero yo sabía que algo estaba mal
- . La veía esforzarse por hacer las cosas que antes hacía con facilidad, la veía apoyarse en mí para caminar, la veía sonreír para ocultar su dolor.

- Un día, mientras estábamos sentados en nuestro banco favorito, ella me tomó la mano y me miró con una tristeza en sus ojos que nunca había visto antes.

-  quiero decirte algo", me dijo, con la voz débil.

- ¿Qué es?", le pregunté, preocupado.

- "No hay cura para mi enfermedad", me dijo, con lágrimas en los ojos
.
- "He estado escondiéndotelo porque no quería que te preocuparas, pero ya no puedo más".

- Me sentí como si el mundo se hubiera derrumbado a mi alrededor. No podía creer lo que estaba escuchando.

- "¿Por qué no me lo dijiste?", le pregunté, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia.

- "No quería que te preocuparas", me repitió. "Quería que disfrutaras de nuestro tiempo juntos, sin la sombra de mi enfermedad".

- Me sentí avergonzado por mi egoísmo. No me había dado cuenta de lo que estaba pasando, no me había dado cuenta de que ella estaba sufriendo en silencio.

-  le dije, abrazándola fuerte. "Te amo, y no te dejaré sola en esto".

- Ella sonrió débilmente y me abrazó también.

- "Te amo", me dijo. "Y gracias por estar conmigo".






- Los días que siguieron fueron un borrón de dolor y desesperación.
- Ella se debilitaba cada vez más, y yo no podía hacer nada para detenerlo.
-  La cuidaba con todo mi amor, la abrazaba, la besaba, la sostenía en mis brazos, pero nada parecía funcionar.

- Un día, mientras estábamos sentados en nuestro banco favorito, ella me miró con una sonrisa débil y me dijo:

-  quiero que sepas que te amo". Te ame desde aquel momento en en que me dijiste que mi cabello era lindo

- "Yo también te amo", le dije, con lágrimas en los ojos.

- Ella cerró los ojos y se recostó en mis brazos. Yo la abracé fuerte, sintiendo su corazón latir débilmente contra el mío.

- Y entonces, supe que había llegado el final.
-  Su cuerpo se relajó en mis brazos, y su respiración se detuvo.
- La miré a los ojos, y vi que ya no estaban allí.

- La abracé fuerte, llorando desconsoladamente. No podía creer que se hubiera ido. No podía creer que la había perdido. Mi dulce flor

- Pero mientras la sostenía en mis brazos, sentí una paz que nunca había sentido antes. Sabía que ella estaba en un lugar mejor, un lugar donde no sentiría dolor ni sufrimiento.

- La miré a los ojos una vez más, y sonreí.
-  Sabía que siempre estaría conmigo, en mi corazón, en mis recuerdos.

- Y entonces, la besé una vez más, y la abracé fuerte, sabiendo que nunca la dejaría ir.

- El jardín estaba en silencio, solo se escuchaba el sonido de las hojas caer y el susurro del viento.
- Pero yo sabía que ella estaba allí, conmigo, en ese momento, en ese lugar.

El jardín de nuestro amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora