Capítulo Uno: De las noches y los días

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El abuelo casi siempre tiene en mente a sus hijos. Normalmente se pregunta por ellos de forma individual, sobre cómo estarán de salud, si tendrán alguna necesidad, o si puede ser de ayuda para alguno; aunque a veces también piensa sobre la relación que tienen entre ellos y si realmente están juntos en algo más que una amistad, porque no termina de entenderlo del todo.

Se preguntaba si Luis estaba confundido, si aún era demasiado joven para definir qué es lo que quería. Hace unos años ni siquiera sabía sostener un arma sin que le temblara el pulso, ¿Qué iba él a entender de amores?

Además, aunque apreciaba a Bo, él era un niño medio esquizofrénico, ¡Seguramente estaba todavía más perdido que el castaño!

Por eso Eduardo, a veces dudaba de ese supuesto noviazgo entre los dos, y pensaba que, quizá, no era más que una tontería de ambos jóvenes.

¡Es que no era ni oficial! ¡Ni siquiera ellos mismos lo aseguraban! El mismo Luis se lo dijo una vez: "No lo tenemos claro"; y el otro día escuchó cuando Remi le contó a Oliver que Bo, le había dicho una vez, que aquello era solo una broma entre ellos.

Pero él los había visto abrazarse y reírse muy juntitos el otro día... Aunque los amigos a veces hacen esas cosas.

De vez en cuando se toman de la mano en las reuniones también... En verdad podría ser solo una manera de mostrarle apoyo a tu colega, sin más.

Y si su memoria no le fallaba tanto todavía, está seguro de que hubo veces en que ambos trasnocharon viendo "Mulán" con palomitas, solo porque era la película favorita de Bo; sin embargo, lo cierto es que pasar el rato juntos haciendo esas cosas es algo de lo más común entre los jóvenes, ¿No?

No tenía nada en contra de las personas "homogéneas" como él les decía, pero es que, Luisito no era de esos, hasta donde él recordaba.

¡Él lo había criado, él lo conocía mejor que nadie! Y hasta hace dos años, había planeado mucho de su vida.

-Maldito Yados de mierda- Maldijo por lo bajo el mayor.

Desde que se cruzó con Luis y arruinó su objetivo de mantener a su niño lejos de las calles y la delincuencia, todo comenzó a irse un poco de sus manos.

-¿Abuelo, estás bien?- Preguntó Remi, interrumpiendo sus pensamientos.

-¡Estoy bien hija, no te preocupes! Es la cara que tengo por las arrugas y esas cosas de viejos- emitió la risa que solía hacer al terminar sus frases.

-¿Seguro? Te noto como extraño desde el otro día, cuando Luis te dijo lo de-

-No te rayes Remi, hija, que es solo la edad, chiquilla.- Se sacudió y dejó a un lado un destornillador que ni siquiera estaba seguro de por qué tenía. -¿Por cierto, hablando de mi Luisito, lo has visto hoy?

-Creo que estaba arriba, con Bo.

-¿Con Bo?

-Sí

-¿Y qué estaban haciendo?

-¡Ay abuelo, no lo sé! cosas de novios, supongo.

-D-De amigos, querrás decir.

-Si, de muy amigos.- Respondió con ironía.

-Seguramente están con cosas del taller y sus movidas de carreras y demás. Iré a darles un vistazo a los chicos, para ver cómo van.

-De acuerdo abuelo, tenga cuidado al subir las escaleras.- Le sonrió la chica y ambos fueron en distintas direcciones.

Cuando el abuelo estaba en la segunda planta del PitStop, vio a Bo recostado sobre las piernas de Luis, mientras el pelinegro acariciaba los cabellos rosados del otro.

El dilema de los complementarios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora