Era miércoles por la mañana, una preciosa mañana de verano, cuando me dirigí al colegio no sin antes detenerme a comprar un tubo de PVC que metí en mi mochila, para el curso de robótica y tecnología que daban en el colegio todos los veranos.
Al pasar frente a las ventanas de la sala me estremecí sin saber por qué pero, ignorando que ese acto desencadenaría una catástrofe de grandes magnitudes, no le dí importancia y crucé el umbral del aula. Ya al entrar me di cuenta de que algo pasaba, pues todos mis compañeros estaban rodeando –en un círculo demasiado silencioso para ser normal –la mesa donde habíamos dejado los robots el día anterior.
Yo dejé la mochila en el piso cerca de la puerta y me acerqué cautelosamente consciente de que algo estaba mal, terriblemente mal, e incluso antes de ver una mano metálica abriéndose paso entre mis compañeros, ya sabía que era algo que tenía que ver con los robots. Al aproximarme más, quedé horrorizada, pues los robots habían cobrado vida y desaparecido. El único que quedaba era AG5TH3 o Agatha, más fácil de decir y recordar, que era el robot de una niña de sexto grado, menudita, de cabello y ojos castaños, los dientes grandes y que era como la sabelotodo inteligente de su curso. Sin saber que cometía una gran imprudencia, me abrí paso entre mis compañeros hasta llegar a la mesa. Pero antes de poder llegar, una mano fría y pequeña me tocó el hombro.
Yo me di la vuelta extrañada.
—¡No te acerques! —me previno una pequeña niña de no más de diez años, que tenía la piel pálida y unos grandes ojos azules— Están hipnotizados.
La reconocí al instante.
¿Como no hacerlo? Su cara estaba pegada por todos los pasillos de la escuela. Era Sophie Greenwood, una niña de quinto grado que había desaparecido hacía un año.
Todavía me acuerdo del caos que hubo.
Todo había empezado la mañana del quince de octubre del año pasado. El año escolar había empezado hacía apenas un mes y porfin nos habiamos acostumbrado al ajetreo de los lunes. Ese día comenzo como cualquier otro: me levanté a las seis de la mañana, me duché, me vestí y baje a tomar el desayuno.
Mientras me comía mis tostadas de queso con mermelada, mi madre, que estaba revisando su celular mientras se tomaba su cafe matutino, puso una cara que recordare toda la vida. Sus cejas subieron más alto que nunca, y sus labios cayeron como un cuerpo sin vida. Los ojos castaños de mi madre se prendieron con un brillo horrorizado y se cubrio la mitad inferior de la cara mientras levantaba la vista del celular para mirarme.
- Annelise... -comenzó con un hilo de voz. Yo siempre había odiado ese nombre. Sobre todo cuando lo decía con un tono de voz que no era normal. Cómo ahora- ...Me temo que hoy no iras a la escuela.
Yo la miré sin comprender.
Mi madre no era de aquellas personas que se toma la escuela a la ligera. Desde que tengo memoria, siempre me ha instado a tomarme las clases con seriedad, a no faltar a ninguna clase. Recuerdo cada y una de las veces que he faltado.
La primera vez fue cuando yo tenía siete años. Me agarro un resfriado tan fuerte que el medico practicamente tuvo que obligar a mi mamá a que no me llevara al colegio.
Desde esa vez solo había faltado cinco veces más, hasta ese momento.
-Una niña desaparecio y cancelaron las clases.
Me la quedé mirando.
-¿¿Q-Quien era?? -fue lo primero que dije.
No era normal que las chicas desaparecieran. Bueno ni las chicas ni nadie. Creo que temía que les hubiera pasado algo a alguna de mis amigas.
-Bueno... No lo se con certeza, pero creo que es una niña de quinto grado... Hoy en la mañana sus padres encontraron la habitación revuelta y de ella, ni rastro. -me respondio todavia conmocionada. A mi mamá, la opción de que yo desapareciera de repente, le era escalofriante. Me atrevería a decir que era de las cosas que más miedo le daba en la vida.
Durante toda esa semana no hubo clases. Yo hablé y me junte regularmente con mis amigas para intercambiar impresiones. Entre todas reunimos algo de información. La niña desaparecida se llamaba Sophie e iba en quinto. Era castaña. Pasada la emoción inicial, no seguimos buscando.
Cuando a la semana siguiente volvimos a clases, nos sorprendimos, pues todos los pasillos estaban empapelados de arriba a abajo con afiches con la cara de Sophie. En el bajo de cada uno de los papeles, habían anotados un número de telefono y una dirección.
Al principio, los primeros seis meses más o menos, todo el mundo estaba buscando a la niña. Los profesores, los alumnos, hasta los padres. Luego, a medida que paso el tiempo, cada vez menos gente la buscaba, hasta que llegarón a un punto en el que ya nadie ponia empeño en encontrarla. A veces alguien echaba una miradita o algo en un lugar nuevo para ellos, pero el furor inicial, había desaparecido.
Así que ¿que hacía aquella niña ahí? Hacía un año que había desaparecido. Debería estar muerta. Pero no. Ahí estaba, advirtiendome sobre los robots.
- Tu... -empecé. Sí ya lo se, no es la respuesta más inteligente que se me puede haber ocurrido, pero es que para mi y para gran parte del instituto, ella ya no existía. Creo que debió de captar mi desconcierto porque me respondió-: Me raptaron.
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Holii!! espero les guste la historia!!
Esta es la primera historia que escribo aquí, en Wattpad así que denle mucho cariño
Voy a ir tratando de subir un capitulo cada mes, a medida que los escribo. Por favor comentenla y vontenla 😘
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Apocalipsis robotico
AventuraUna mañana los robots de un curso de tecnologia desaparecen inexplicablemnete y Annelise, una chica con unos poderes tecnologicos excepcionales, emprenderá un viaje para recuperarlos y, de paso, derrotar al malvado cientifico que se los robó.