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Siempre me ha gustado verle las dos caras a la moneda.

Siempre intento ver lo positivo y lo negativo de las situaciones.

A veces es raro pensar en que una situación que a simple vista parezca tan mala pueda tener un lado positivo.

Pero muchas veces, es así.

Solo que nos enfocamos más en lo negativo.

Siempre cuesta más ver lo positivo en las malas situaciones, que lo negativo en las buenas.

Y aunque no lo crean.

El amor no correspondido es un ejemplo claro.

Me explico:

Cuando nos enamoramos profundamente de alguien que no nos corresponde, muchas veces viene a nosotros ese sentimiento de insuficiencia.

Vienen las preguntas, los ¿Por qué?, ¿Qué tiene esa otra persona que no tenga yo? ¿Y si tal vez el problema está en mí? ¿Será que soy lo suficientemente buena? ¿Bonita? ¿Lo suficientemente madura o inteligente como para que él se fije en mí?

Y mil cosas más.

Y nos enfocamos tanto en ello, tanto en intentar saber un por qué.

Pero no nos paramos a pensar en que tal vez esa persona no era para nosotros. Que no tiene la culpa de no sentir. Que en los sentimientos lamentablemente nadie manda.

Y que tal vez, solo tal vez, nos estamos ahorrando un sufrimiento para más adelante.

No pensamos en que tal vez la vida nos tenga a alguien mejor, alguien que si sepa valorar todo lo que somos, lo que sentimos.

Y es aquí lo positivo.

Me dolió, pero tengo una experiencia.

La próxima vez no me conformaré con tan poco, no entregaré todo a las primeras.

Porque ahora tengo claro que la persona correcta será alguien que luche por hacerme sentir que quiero quedarme a su lado.

Y no alguien a quien yo le tenga que rogar que se quede conmigo.

Hay una frase que dice que el amor es ciego, que nos hace débiles.

Y en cierta forma es cierto.

Pero también puede ser el motor que nos impulse a seguir adelante.

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Volveré a encontrarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora