1. Nuevo curso

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Chiara había pasado toda la noche sin dormir. La emoción de comenzar un nuevo curso en la ESMUC la tenía con la adrenalina a tope. Era su segundo año en la universidad, y aunque ya había vivido algunas experiencias memorables, nada la preparó para la sorpresa de este semestre.

—¡Venga, Chiara! —le dijo Ruslana, su mejor amiga, mientras caminaban por los pasillos de la universidad—. ¿Por qué tan nerviosa?

—Es que hoy conozco a la nueva profesora de canto —respondió Chiara, mordiéndose el labio inferior—. Dicen que es una pasada.

—¿Y qué pasó con el profe anterior? —preguntó Bea, uniéndose a la conversación—. Pensé que te encantaba.

—Sí, pero se fue a vivir a Italia. No sé, creo que esta profesora es algo distinta. Tiene una reputación increíble, como si fuera la reencarnación de alguna diva del pasado —contestó Chiara con una sonrisa tímida.

—¡Seguro que te va a encantar! —exclamó Ruslana—. Y tú a ella. ¡Ya sabes que eres la mejor en esa clase!

Martín, el mejor amigo de Chiara, apareció corriendo detrás de ellas, agitando las manos.

—¡Hey! ¡No me dejen atrás! —gritó, jadeando un poco—. ¿Hablando de la nueva profe?

—¡Sí! —respondió Bea—. Chiara está súper nerviosa.

Martín sonrió con picardía y le dio un suave golpe en el hombro a Chiara.

—Venga, no te preocupes tanto. Seguro que la nueva profesora también está nerviosa por conocer a la legendaria Chiara.

Chiara soltó una risa nerviosa.

—Ojalá.

El grupo se despidió en la entrada del aula de canto. Ruslana, Bea y Martín le desearon suerte a Chiara, quien respiró hondo y abrió la puerta.

Al entrar, Chiara notó que la mayoría de sus compañeros ya estaban en sus asientos. Tomó lugar en una de las sillas del centro, tratando de controlar la ansiedad que sentía. La puerta del fondo se abrió y entró una mujer. Chiara la miró con curiosidad.

Era Violeta.

—Buenos días, clase —dijo Violeta con una voz suave pero firme, que resonaba en el aula con una seguridad que capturó la atención de todos al instante—. Soy Violeta, su nueva profesora de canto.

Chiara sintió un nudo en el estómago al verla. Era incluso más impresionante de lo que había imaginado. Violeta era una mujer de unos 27 años, con un porte elegante y una presencia que irradiaba confianza. Su cabello pelirrojo caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos marrones brillaban con una intensidad que Chiara no pudo evitar notar.

Violeta dejó sus cosas sobre el escritorio y miró a la clase, deteniéndose por un segundo en Chiara. Algo en esa mirada hizo que Chiara se estremeciera ligeramente.

—Sé que cambiar de profesor puede ser complicado —continuó Violeta—, pero les prometo que vamos a aprender mucho este semestre. Mi objetivo es ayudarlos a encontrar su propia voz y estilo. ¿Alguna pregunta antes de comenzar?

Chiara levantó la mano, casi sin pensarlo.

—Sí, tú —dijo Violeta, sonriendo levemente.

—¿Cuál es su estilo musical favorito? —preguntó Chiara, sintiendo el rubor en sus mejillas al ver cómo Violeta la miraba directamente a los ojos.

—Buena pregunta —respondió Violeta, entrecerrando los ojos mientras pensaba—. Me encanta el jazz y el soul. Pero también soy fanática del rock clásico. Creo que cada estilo tiene algo único que ofrecer, y eso es lo que quiero que descubran en esta clase: la riqueza de la diversidad musical.

Entre notas y miradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora