uno: la mente maestra

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Julián pensó que Lisandro estaba perdiendo la cabeza. No, se había vuelto completamente loco. Miró a su amigo con incredulidad, sin saber cómo responderle.

“¿Que vos querés que hagamos qué?” le preguntó con voz más aguda de lo normal. “Estás loco.”

Él le sonrió, su sonrisa solo reflejaba eso, locura.

“Dale Juli” le pidió, mirándolo con ojos brillantes. “Es literalmente la idea perfecta, hay al menos diez romcoms que me avalan.”

“Ni en pedo” negó. “No tenés los patitos en fila, Licha.”

El mencionado se puso una mano en el pecho, tratando de parecer ofendido por sus palabras. “Sos aburridísimo, amigo” se quejó. “¿Qué puede salir mal?”

“¡Todo!” elevó la voz. “Aparte quién va a creer que nosotros salimos, si todos saben que no te toco ni con un palo.”

Lisandro frunció el ceño. “Soy un bombón, Juli, pero está bien si te querés mentir a vos mismo” le dijo. “Y Enzo no lo sabe, hace mucho no te ve. Él no me conoce. ”

Parecía la narrativa perfecta, pero Julián no creía que fuera a funcionar.

El cordobés se había mudado con su familia a Buenos Aires hace muchísimos años, cuando él todavía era un niño. No tenía a nadie más que su hermano Emiliano, hasta que un día apareció él.

Enzo era vecino de los Álvarez, Julián aún recuerda vívidamente el día que lo conoció. Se había presentado en la puerta de su casa con una sonrisa deslumbrante, tenía el pelo revuelto, una camiseta de River y una pelota llena de suciedad entre sus manos.

Así de fácil robó el corazón de Julián.

El chico se había vuelto buen amigo de ambos hermanos, pero en especial de Emiliano ya que tenían la misma edad, eso no evitó que Julián los siguiera a todas partes.

Él tenía tan solo seis cuando se conocieron, mientras que su hermano y Enzo tenían trece. A pesar de la marcada diferencia de edad, siempre se llevaron muy bien.

Con el cambio de provincia a Julián le había costado mucho adaptarse, no tenía amigos así que constantemente se refugiaba en ambos chicos que lo habían recibido con brazos abiertos.

Su enamoramiento con Enzo había comenzado como una tierna admiración infantil, no podía evitar estar fascinado con el chico. Después de todo, para Julián él era su héroe. Siempre había sido gentil con él, lo ayudaba con sus tareas, jugaba con él y su hermano a la pelota, lo abrazaba cuando tenía miedo de algo, era su confidente.

A medida que empezó a crecer su perspectiva cambió, Enzo se había vuelto un adolescente muy atractivo y él había comenzado a notar cómo su corazón se aceleraba cada vez que le sonreía o le hacía un cumplido. Aquello también lo llevó a darse cuenta de su orientación sexual.

Pero por mucho que Julián intentara llamar la atención de Enzo, nada funcionaba. Él lo entendía, sabía que no solo era una cuestión de edad sino que el chico lo consideraba como un familiar más, era el hermano de su mejor amigo, nunca podría verlo con otros ojos. Y eso lo ponía increíblemente triste.

No podía evitar sentirse celoso cuando él ponía sus ojos en otra persona, deseando ser él a quien mirara de esa forma. Sufría cada vez que le presentaba a sus nuevas novias, siempre viéndolo enamorarse y desenamorarse pero nunca de él, nunca estaba en su radar.

Julián nunca iba a ser una opción para Enzo.

Cuándo él y Emiliano se mudaron para ir a la facultad fue muy doloroso para él, siempre habían sido ellos tres y la idea de quedarse solo lo paralizó de pies a cabeza. Le costó mucho dejarlos ir porque sabía que las cosas nunca volverían a ser iguales, y no se equivocó.

Emiliano siempre regresaba para ver a su familia, pero Enzo jamás volvía con él. Siempre había una excusa, parciales, finales, compromisos, luego vino el trabajo, las horas extra, así que un día simplemente dejó de preguntar por él.

Todos habían seguido adelante, menos Julián.

Pero ahora Enzo iba a regresar, finalmente. Emiliano lo había convencido de que pasara sus vacaciones con ellos en Córdoba, como en los viejos tiempos.

Después de años sin verse por fin se volverían a encontrar. Y ese solo pensamiento lo hizo volverse loco.

Lo que lo llevaba a ese preciso momento con su mejor amigo.

“Estás poniendo esa cara” se burló.

“¿Qué cara?” le preguntó confundido.

“La misma cara de boludo que pones siempre que pensás en Enzo” Lisandro soltó una carcajada cuando él lo golpeó con un almohadón que había tomado de su cama. “Ay, qué agresivo Juli.”

“Callate” le dijo con la cara ardiendo.

Lisandro le apretó las mejillas con una sonrisa. “Mira, te pusiste coloradito” lo apartó de un manotazo.

“Sos insoportable” resopló.

“Pero así me amas” se defendió.

Había conocido a Lisandro en su último año de secundaria, él también venía de otra provincia y como Julián, también se sentía tremendamente solo. Encajaron como dos piezas de rompecabezas y no tardó mucho en comenzar a llamarlo su mejor amigo. Sin Emiliano ni Enzo cerca, Licha lo ayudó a curar aquellas grietas en su corazón que habían dejado con su ausencia.

Aunque nunca admitiría eso en voz alta, ya se burlaba lo suficiente de él.

“Entonces, ¿vas a aceptar mí idea maravillosa?” él negó. “Dale Juli, va a ser como la boda de mi mejor amigo, ¡vas a ser Julia Roberts!”

Soltó una risita ante sus palabras. Lisandro tenía la absurda idea de que si fingían tener algo, Enzo se pondría celoso y se interesaría en él.

Por muy divertido que le pareciera, Julián tenía sus serias dudas. No sé habían visto en años, ni siquiera sabía si estaba saliendo con alguien. Además, nunca mostró interés en él, ¿por qué sería diferente esa vez?

“Ni Emi va a creer que tenemos algo, Licha” le recordó.

“La de novelas que te faltan, nene” negó con la cabeza, como si estuviera decepcionado. “No hace falta ser novios sino tener química, toquecitos, miraditas, que prefieras estar conmigo que con él. No tenés que saltar a sus brazos apenas lo veas, tiene que ver que ya lo superaste, que te interesa alguien más, ¿entendés?”

Eso tenía más sentido, pensó. Pero era una tarea difícil resistirse a los encantos de Enzo.

“¿Y después nos enamoramos?” se burló.

“Por favor, estarías agradecido de tener un novio como yo” se rió de su respuesta arrogante. “Después de que por fin se dé cuenta, lo tenés que seducir así te confiesa sus sentimientos abajo de la lluvia y se besan como en las películas. Y listo.”

“Qué fantasioso sos, eh” su mejor amigo estaba delirando. “Porque pase en las películas no significa que va a pasar en la vida real.”

Lisandro soltó un suspiro lleno de frustración, notó que comenzaba a ponerse ansioso ante sus constantes negativas.

“Hagamos una cosa” propuso. “Hacemos lo que te dije y vemos qué onda, tanteamos el terreno, si no pasa nada la cortamos ahí. Pero si pasa algo, y va a pasar, seguimos con mi plan. ¿Qué te parece?”

“Voy a decir que sí porque sino me vas a romper las bolas todo el día” terminó diciendo con resignación. Licha podía ser muy insistente si se lo proponía.

“Ya vas a ver Juli” le dijo con una sonrisa. “Para cuando terminen las vacaciones vas a tener a Enzo rendido a tus pies.”

Julián decidió confiar, después de todo, su mejor amigo era una mente maestra.

Su plan no podía fallar.

¿O sí?

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estoy muy emocionada con esta nueva fic, espero que les entretenga tanto como a mí.

gracias por leer <3.

too sweet ✦ enzo x julián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora