Disculpad si hay algún error en la traducción, de momento sólo trabajaremos en lo básico, en los próximos días lo mejoraremos.
...
Se sentía solo.
Muy solo.
Era un espacio desprovisto de color, textura o sonido. Un vacío, una nada absoluta: el Hiperespacio. Aquello era a la vez abrumador y extrañamente reconfortante. Sin embargo, dentro de este hiperespacio, su conciencia persistía. Era Satoru Gojo, su espíritu a la deriva en un mar de nada.
Soltó una risita, un sonido hueco y sin alegría que salió de su boca metafísica. Pérdida. Era una palabra desconocida para él. Nunca había pensado siquiera en la posibilidad de perder a alguien, y mucho menos de morir.
No sentía dolor ni miedo, sólo la conciencia de existir. Era una mente sin cuerpo, una conciencia sin recipiente. No podía sentir ninguna sensación física, probar ningún sabor, oler ningún aroma. Lo único que le quedaba era el pensamiento, puro y sin filtrar.
Aún podía recordarlo todo vívidamente. Su derrota a manos de los sukuna, el encuentro con sus camaradas muertos y con su único mejor amigo.
"¿Qué habrías hecho tú, suguru?" De nuevo, no había sonido ni oído para tal sonido. Su voz no era más que pensamientos.
Eligió el Norte, el camino correcto. El camino de la autosuperación, como decía Nanami. Tenía que convertirse en una versión mejor de sí mismo, incluso en su próxima vida.
Porque verás, Satoru Gojo, el honrado, sólo comprendía la vida después de su muerte.
Era uno de los humanos más egoístas que jamás habían existido, una persona que rara vez pensaba en los demás o en su bienestar. Lo que buscaba era la emoción de la batalla, su razón de ser como hechicero de jujutsu.
Pero no encontró ninguna.
Cuando pensaba que se divertía, ¡no lo hacía! Empezó a buscar lo que no tenía - Amigos... Gente cercana...
Pero eso cambió. Dicen que la muerte destroza el ego. Pues los monjes y yoguis no se equivocaban. Su ego se hizo añicos cuando murió, en el mismo momento en que Sukuna utilizó su tajo cortador del mundo. Se creía invencible y los demás también lo creían, pero aun así perdió y murió.
Se creía un iluminado, un ser Superior sobre la faz de la tierra que ha vencido a la muerte, pero no podía estar más equivocado. NO está iluminado, así que volverá al ciclo de la reencarnación -el Samsara- y renacerá.
"Bueno, no puedo hacer nada aunque quisiera... No soy más que un alma con la consciencia aún intacta esperando a reencarnarse... suspiro. No se puede hacer nada". Musitó Satoru.
"Todo depende de vosotros, mis alumnos...", pensó esperanzado.
Mirarlos ahora le producía mucha culpa. En la cultura asiática, la relación alumno-profesor es muy especial, un vínculo mayor que la sangre o el ritual. Pero les defraudó, todo debido a su propia insensatez al buscar el desafío definitivo.
Buscar a alguien, a otra persona que pudiera comprenderte.
Ahora se sentía muy solo... y vacío...
Volvió a reírse, ante su propia comedia mental.
"Sí, claro... Como si estuviera solo". En cierto modo tiene razón. Nunca estuvo solo. Su soledad era sólo una barrera mental que creó debido a su percepción de los demás como sus inferiores y de él como muy superior. Su arrogancia como el honrado, el más fuerte, el elegido.
Sólo había un humano al que veía como su igual: Suguru.
Suguru le comparaba con una flor, un Loto. Tenía razón, pero si alguien intentaba comprender al Loto, ¿no debería la flor permitírselo? No lo hizo.
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Naruto - El Shinobi Supremo
RandomNaruto Uzumaki se había cansado de las eternas misiones genin y del críptico estilo de enseñanza de Kakashi. Quería algo más satisfactorio, así que se acercó al Hokage, una figura a la que siempre había admirado. Esto le condujo hasta Jiraiya, el ex...