Principium

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El héroe y sus acompañantes vuelven a la ciudad. El, William Lux el príncipe más joven de la familia Lux, aunque a diferencia de sus hermanos su cabello rubio, no parece hecho de oro, sino que, manchado por cenizas, y sus ojos no parecen tan puros como los de su padre, aunque al mismo tiempo parecen reflejar el cielo mismo. Y aunque está comprometido con la segunda hija del duque Pecuña, Elizabeth Pecuña, aún hay muchas damas que aclaran por convertirse en las amantes del brillante caballero de oro.

-Oye... - William exclamó con molestia. Sintiendo cierta vergüenza al escuchar a su amigo recitar con cierta burla como el periódico los describía

-Oh vamos no es para tanto, quien diría que ahora tienes miles de fanáticos esperando por ti - La voz burlona de Simón se podía escuchar incluso a la distancia por el pequeño eco de la colina.

Aunque en un repentino acto el periódico en las manos de Simón fue arrebatado por Melisa quien no dudo en pegarle a Simón con el mismo periódico enrollado en un tubo

-aja, y el principito ricitos de oro no se queda atrás- su suave y femenina voz resonó con cierto sarcasmo y molestias, provocando que William dejara escapar una carcajada en voz baja y un bufido molesto de Simón mientras se rascaba la cabeza adolorido.

-Ey! ¡Mi cabello es cobrizo casi rojo así que no puedes compararme con ese tonto cuento infantil! - su voz salió con molestia y fingiendo estar ofendido mientras se paraba de aquella gran roca que usaba de respaldo, y pasaba su mano por su cabello enrolado comparando el color cobrizo de su cabello bajo la luz.

Aunque poco después Simón miró a William con cierto brillo cómplice que William entendió rápidamente, por lo que sus labios se fruncieron intentando evitar una sonrisa que lo delatara y no tardó en girar su cabeza mientras la cálida brisa bailaba junto a sus mechones rubios.

-entonces la princesa Pecuña con su lacio cabello negro azulado que brilla bajo la luz de la luna en trenzas cocidas por las estrellas que iluminan sus ojos dorados, tiene algo de que quejarse? - La voz de William resonó con cierta burla mientras sus ojos violetas brillaban bajo la cálida luz de la mañana junto a los ojos avellana de Simón que brillaban con cierta complicidad.

Aunque Melissa no tardó en mirar a ambos mientras sus ojos se abrían ligeramente en forma de sorpresa y sus labios se apretaban uno contra el otro mostrando su enojo, mientras que la cálida luz de la mañana no tardó en delatar el suave color rosado que comenzaba a notarse en sus mejillas, sintiendo pena y vergüenza por la forma en la que los periódicos hablaban de ella. Aunque antes de que pudiera responder, las risas de William y Simón hicieron eco por la colina mientras comenzaban a bajar corriendo escapando del enojo de Melissa, con la cálida brisa de primavera bailando con sus cabellos y junto a las hojas que caían de los árboles junto a pasto de un verde brillante qué parecía arrancarse con cada uno de sus pasos.

Un suave silbido no tardó en llenar la colina, acompañado por el ruido de las pezuñas de un caballo chocando contra el suelo y los cuales bajaron la colina pasando al lado de Simón y William, y un cabello azul trenzado de forma fina como si fueran hilos bailaban junto al viento al ritmo de la cabalgata del caballo marrón con manchas blancas qué parecían pintadas por las gotas del agua. Simón fue el segundo en subir a su caballo blanco con ojos dorados que parecía tener la misma alegre mirada que él.

Y finalmente William subió a aquel caballo negro con sus hebras blancas trenzadas que enmarcaban sus ojos verdes y aquel trote elegante de su caminata.

Mientras los tres bajaban la colina acompañados de la suave brisa de primavera, y el cálido brillo del sol mañanero relucía aquella aura heroica pero infantil que aún los rodeaba debido a su joven edad, a pesar de aún ser solo tres adolescentes, ya se habían enfrentado a varios monstruos que empuñaron sus espadas contra las defensas de su imperio. Digiriéndose a aquella cueva debajo la cascada, con aquellas piedras rasposas llenas de musgo y viejas pero resistentes lianas que bajaban desde la cima, siendo lo único verde que cubría aquella colina de piedra. Y en aquella cueva se escondía un bello y antiguo castillo de piedra caliza, que brillaba con reflejos de colores por la luz del sol mezclada con el agua de la cascada, haciendo así que también todos aquellos elegantes diseños blancos de flores resaltaran como hermosas violetas nacidas en verano.

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⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

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