El estilo prevalece.

Becia

En medio del auge de su carrera global y del amor compartido entre Grecia y Franco, la vida les brindó una nueva y hermosa oportunidad: el nacimiento de Becia, su hija. La llegada de Becia no solo marcó un nuevo capítulo en sus vidas personales, sino que también consolidó aún más su vínculo.

Desde el momento en que supieron que iban a ser padres, Grecia y Franco sintieron una mezcla de emoción y expectación. Decidieron preparar todo para darle a su hija un entorno lleno de amor y creatividad, donde el arte y la moda se encontraran con la calidez de un hogar.

El embarazo de Grecia fue un período de gran felicidad. Aunque continuó trabajando en sus colecciones, lo hizo con un renovado sentido de propósito, queriendo crear no solo para el mundo, sino también para su familia. Franco, siempre a su lado, equilibró su ajetreada agenda para estar presente en cada momento importante, apoyando a Grecia y preparándose para la llegada de su hija.

Finalmente, Becia nació en una mañana luminosa. La primera vez que Grecia y Franco sostuvieron a su hija en brazos, supieron que habían creado algo verdaderamente especial. Becia no solo era el fruto de su amor, sino también el símbolo de sus sueños y logros compartidos.

La llegada de Becia trajo una nueva perspectiva a sus vidas. Grecia, aunque aún apasionada por la moda, encontró en la maternidad una nueva fuente de inspiración. Comenzó a incorporar elementos de su vida familiar en sus diseños, creando una línea especial que celebraba la belleza y la inocencia de la infancia. Franco, por su parte, se convirtió en un padre devoto, creando recuerdos y experiencias inolvidables para su pequeña familia.

A medida que Becia crecía, su presencia se convirtió en un símbolo del amor incondicional que Grecia y Franco compartían. La pareja no solo disfrutaba de sus éxitos profesionales, sino que ahora compartían el mayor éxito de todos: una familia unida, que reflejaba el amor, la pasión y la creatividad que siempre habían querido construir.

En cada desfile y en cada evento, Grecia y Franco llevaban a Becia en sus corazones, demostrando al mundo que el verdadero éxito se mide no solo en logros profesionales, sino también en el amor y la felicidad que construyen en el camino.