1

627 67 23
                                    

.

.

.

.

El sonido de los instrumentos científicos llenaba el laboratorio mientras Alastor observaba con atención los resultados en la pantalla. La mezcla burbujeaba suavemente en el recipiente de vidrio frente a él, pero no como esperaba.

Era desesperante.

Otra vez el mismo resultado, de nuevo las mismas imágenes se reproducían en la pantalla. El mismo resultado del experimento, nada cambiaba en absoluto.

Cada vez que miraba las imágenes repetidas en la pantalla, sentía como si el fracaso se burlara de él. Tres meses trabajando en una medicina para que los omegas controlaran sus celos sin efectos secundarios y parecía que no avanzaban ni un paso. La rutina era una monotonía asfixiante; el esfuerzo, el tiempo, las noches en vela... todo parecía no dar frutos. Cada día se sentía como una bofetada a su diploma en microbiología.

Era una monotonía asquerosa, se estaba ahogando en un maldito vaso de agua a pesar de que ponía todo su esfuerzo.

Estaba agotado.

El mismo olor fuerte se empezó a filtrar cuando Lucifer saco los frascos de colores de la refrigeradora, ese olor esterilizado que estaba empezando a volverlo loco.

Si, Lucifer Morningstar, el hijo del dueño de todo el lugar, su compañero de laboratorio...

Mordiéndose el labio, su mente empezó a divagar en diferentes soluciones para arreglar el nuevo problema que tenía frente a sus narices. Pero con el aire limpio llenando sus pulmones era difícil concentrarse.

La tortura personificada en cuatro paredes llenas de tubos de ensayo existía.

Alastor deseaba estar en una cabina de radio, ahora mismo.

—El medicamento no está reaccionando como esperábamos —dijo con un suspiró, frotándose el puente de la nariz.

Era el colmo.

—¡Vamos, Al! No te pongas así, ya sabes, a veces pasa... —exclamó Lucifer desde el otro lado, tratando de animarlo mientras dejaba con cuidado un par de muestras que marcaban reacciones de los pacientes que se habían sometido a la prueba.—Quizá sea cuestión de ajustar los niveles de feromonas en la dosis. El supresor podría estar respondiendo mal por la acumulación de estrés químico

Alastor lo miró de reojo, asintiendo lentamente. Mientras lo hacía, cruzó las piernas de manera que la tela de su falda se tensaba un poco, dibujando una línea sutil a lo largo de sus muslos.

—Tal vez... —murmuró Alastor, sin notar el efecto que su gesto había causado—. Pero parece que seguimos en la misma dirección sin avances significativos.

"Como si estuvieran caminando en círculos" pensaron al mismo tiempo, aunque con ánimos diferentes.

Uno cansado y el otro como si eso en realidad no le importara.

—Podría ser. Hemos trabajado sin parar en esto, y tal vez nos estamos precipitando. Necesitamos un descanso... —dijo Lucifer caminando entre tropezones hasta la silla de su colega sonriendo nerviosamente mientras jugaba con sus dedos—¿Qué te parece salir después de nuestro turno? Hay un nuevo restaurante y—

—Es muy dulce de tu parte, pero... — interrumpió Alastor mirando su reloj con un gesto que denotaba urgencia—, tengo otros planes para esta noche, Lucifer.

La mano de Alastor pasó a jugar con el anillo de compromiso que adornaba su dedo. Lo giraba distraídamente, ajustándolo de vez en cuando, como si fuera un objeto más en su vida diaria. El corazón de Lucifer se detuvo por un segundo al notar el sutil movimiento de Alastor. La luz brillante de la habitación solo le hizo recordar lo que quería olvidar. Sabía lo que significaba ese anillo, y sabía de quién era.

j90msF AU human// Appleradio (omega verse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora