nueve

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Habían pasado varias semanas desde aquel beso que cambió todo para John. No importaba cuánto tratara de distraerse, sus pensamientos siempre volvían a lo mismo: a Paul. A sus ojos claros que lo observaban con una calidez que nunca antes había notado, a su risa, ligera como el viento, y esa sonrisa que tenía la capacidad de calmarlo y, al mismo tiempo, hacer que su corazón latiera más rápido. Era como si, de repente, todo cobrara sentido y se preguntaba cómo había tardado tanto en darse cuenta de lo que sentía. ¿Cómo era posible que con un simple beso, Paul lo hubiera desarmado por completo?

Esa mañana, mientras ambos caminaban hacia la escuela, John trataba de aparentar normalidad, pero el peso de sus sentimientos lo mantenía alerta. Sabía que algo había cambiado entre ellos, algo que no se podía deshacer. Y, en el fondo, no quería deshacerlo. El tiempo junto a Paul se sentía... bien. Extrañamente bien.

Al llegar al salón, John iba a dirigirse a su lugar habitual cuando, de repente, una idea cruzó su mente. Sin pensarlo demasiado, se desvió hacia el pupitre donde Cynthia, la cual ya estaba sentada.

- Buenos días, Cynthia -saludó, con una sonrisa cordial.

- Buenos días, John -respondió ella, devolviendo la sonrisa-. ¿Cómo estás?

- Muy bien, gracias. Me alegra verte -hizo una pausa antes de añadir-. Oye, quería pedirte un pequeño favor.

Cynthia levantó una ceja, curiosa.

- Claro, dime. ¿Qué necesitas?

John tragó saliva, preguntándose por un momento si lo que iba a decir sonaría raro.

- Estaba pensando... si podríamos cambiar de asientos hoy. Quiero sentarme junto a Paul, si no te importa.

Cynthia pareció sorprendida al principio, pero tras un breve instante, asintió con una sonrisa comprensiva.

- No hay problema, John. Está bien -respondió.

- Gracias, Cynthia. Te lo agradezco mucho.

John tomó sus cosas rápidamente y se sentó junto a Paul, que lo observaba con una mezcla de sorpresa e intriga.

- ¿Por qué hiciste eso? -preguntó Paul en voz baja, sin poder ocultar su curiosidad.

John se encogió de hombros, mirando de reojo a su amigo.

- No lo pensé mucho, la verdad, pero no me quejo. Solo quería pasar el día contigo -respondió con una naturalidad que lo sorprendió hasta a él.

Paul esbozó una pequeña sonrisa, que trató de disimular detrás de su cuaderno, mientras las clases comenzaban. Sin embargo, ninguno de los dos podía concentrarse del todo. De vez en cuando, sus miradas se cruzaban, y en esos silencios compartidos, había algo que decía más que mil palabras. Paul sabía lo que John no decía. Y John, aunque aún se resistía a admitirlo del todo, sentía una especie de paz al estar cerca de él, como si todo encajara...

George caminó a su lugar, pero de pronto nota algo extraño.
─ Ah... Buenos días, Cyn.

─ Hola George -respondió la chica con amabilidad-. Hoy estaré acá, John me pidió que cambiemos de lugar... -comentó, señalando con la mirada a ambos chicos, los cuales estaban hablando tranquilamente.

Aquella situación pareció dejar un tanto desconcertado a Harrison... ¿Qué tanto había ocurrido en la mente del castaño como para tener un cambio de actitud tan repentino? No lo sabía, y la verdad... Se sentía completamente intrigado ante todo esto.

Mientras John y Paul estaban en su mundo, conversando con suma tranquilidad. A lo largo del día, compartieron risas, miradas furtivas y pequeños gestos que los acercaban aún más. En el recreo, cuando el resto de los estudiantes se dispersaba, ellos se quedaban en su pequeño rincón, hablando de todo y de nada. Paul, siempre tan atento, hacía comentarios que hacían reír a John, mientras que John, sin saber muy bien cómo, encontraba que estar con Paul lo hacía sentirse más libre.

Finalmente, el timbre de la última clase sonó, marcando el fin del día escolar. Mientras los demás alumnos salían del aula, John y Paul se quedaron un momento más, recogiendo sus cosas con calma.

─ ¿Te gustaría dar un paseo? -preguntó Paul de repente, sin mirarlo, su voz cargada de algo más profundo que una simple invitación.

John lo miró, su corazón latiendo rápido de nuevo. Asintió.

─ Claro, vamos.

Salieron de la escuela juntos, caminando sin rumbo fijo por las calles cercanas. La tarde estaba fresca, y el sol comenzaba a descender en el horizonte, pintando el cielo de tonos cálidos. Caminaban uno al lado del otro, en silencio por momentos, pero con una conexión palpable entre ellos.

─ Sabes -comenzó John después de un rato, sin mirar directamente a Paul-, he estado pensando mucho en lo que pasó... en ese beso.

Paul se tensó ligeramente, pero no dijo nada. John continuó.

─ Al principio no entendía lo que me pasaba. Pensé que era una confusión o algo... pero ahora lo sé. No es una confusión. Lo que siento por ti... -hizo una pausa, buscando las palabras correctas- es real.

Paul lo miró, sorprendido por la sinceridad de John. El chico que siempre había sido tan reservado, tan contenido, estaba abriéndose de una forma que nunca había imaginado.

─ Yo también lo siento, John -admitió Paul, su voz suave pero firme-. Pero no sé qué significa para nosotros.

John sonrió con melancolía.

─ No lo sé tampoco. Pero quiero descubrirlo... contigo -y dicho eso, tomó su mano y la entrelazó con la suya. Gesto que la causó ternura a John. Este le sonrió y se dejó llevar.

Y aquello, era un pequeño, pero gran avance. Aceptar sus sentimientos hacia a Paul, porque sí... John se había enamorado. Increíblemente había caído en cuestión de tiempo. Lo cual le asustaba, pero a la vez le aliviaba. Aunque la forma en que había iniciado todo eso no fue la mejor, haría hasta lo imposible por poder mantener lo que había entre ambos. Sin importar qué...

Mientras caminaban juntos, John le miró de reojo y una idea surgió de pronto, y sin pensar demasiado decidió decir:

─ Oye... ¿Te gustaría salir este sábado?

Aquella pregunta tomó por sorpresa a Paul, pero luego de pensarlo un poco asintió.
─ Por supuesto, me gustaría salir contigo.

John le sonrió nuevamente, y sin pensarlo se acercó para besar la mejilla del pelinegro. Acto que tomó por sorpresa a este.

─ ¡Hey! -exclamó, sintiendo sus mejillas arder ante aquella acción- n-no me hagas esto... Agh... -rápidamente cubre su rostro con una de sus manos a modo de ocultar su creciente sonrojo.

John no pudo evitar reírse al mirarle intentando evitar que le viese sonrojado.

─ Oye, tranquilo... Si tú fuiste el que comenzó con esto de los besos -respondió encogiéndose de hombros-. ¡Y no te tapes el rostro!

─ ...Cállate.

John se ríe nuevamente al mirarle, su vergüenza se notaba y le causaba cierta gracia verlo molesto.

୨♡୧

Hola, reviví. MUAJAJSJSHSJ, ya regresamos con el McLennon y ya John está en etapa de aceptación. Ya cayó... Y bien feo.
En fin, ¡hasta el próximo capítulo!, gracias por leer 💗

🖇 남 𓂅 𝐀𝗏𝗂𝗈́𝗇 𝖽𝖾 𝐏𝖺𝗉𝖾𝗅 ୨୧ 𝗠𝖼𝗟𝖾𝗇𝗇𝗈𝗇 𝗢𝗆𝖾𝗀𝖺𝗏𝖾𝗋𝗌𝖾 ⪩⪨ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora