You shouldn't have seen that.

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Está claro que la huida ha terminado en un lugar completamente desconocido, y para Thaitt más que perfecto, los misterios que habitan ahí son de su completa atención.

Las horas pasan y las anotaciones en su libreta son cada vez más, las preguntas rondan en su cabeza, la tensión y el estrés permanecen y aumentan con cada segundo que transcurre. Los tachones, correcciones e incluso uno que otro vago dibujo pueden apreciarse entre las hojas del diario.

Algunas con experiencias, otras con dudas... Otras con datos de criaturas fantásticas pero a su vez peligrosas; cosas que ni siquiera debió haber visto en una de sus tantas investigaciones... Un lugar tan ━━━ que aún sin saberlo ha provocado la ira de un dios... Un ser que desde el principio les ha observado a cada uno.

Su nombre es Amet.

La noche pronto cayó, el silencio llegó y con ello más pensamientos a la cabeza del dueño de dicha investigación; misma que por más que busque conexiones... Es imposible encontrar alguna, o al menos por ahora. La oscuridad pronto cegando la vista más allá de las ventanas finalmente le hizo reaccionar junto a un bostezo pesado, cerró la libreta, la guardó en lo más profundo de su hogar y se dispuso a dirigirse a la cama.

Ha sido un día agotador...

Las horas pasan y finalmente es capaz de reaccionar, algo no encaja... No puede sentir la suavidad del colchón o la calidez de las mantas. Sus ojos se han abierto con pesadez, tomando su tiempo para analizar y observar el lugar a detalle; ¿Dónde diablos-...?

— Hasta que al fin despiertas... ¿Sabes? comenzaba a creer que ya no lo harías... Sería un desperdicio el haberte traído hasta aquí. — Interrumpió la figura al frente suya, una que entre las sombras se oculta, mostrando a pasos lentos su verdadera identidad una vez tocó la luz.

— Amet... ¿Qué diablos quieres? ya tienes lo que tanto anhelabas, el deseo. ¿Qué tengo que ver yo con todo esto? ¡déjate de juegos y suéltame! — Exclamó el rubio, aún si no se había tomado la molestia de moverse demasiado podía sentir el frío metal rodeando su cuello y talones; aquél dios le había encadenado. Tironeó y se quejó buscando liberarse del agarre de la incómoda cadena, sin éxito alguno, claro... Por más que lo intente no será capaz de siquiera aflojar el agarre de alguna de estas, no si son fabricadas y controladas con el mismo poder de aquél que le tiene sometido.

— Oh, Thaitt... No puedo hacer eso y lo sabes, viste más de lo que podías, cosas que solo yo debo saber... Cosas que... Nada de esto debería ser de tu incumbencia... No quería llegar a esto, pero me orillaste a hacerlo. Yo no soy el malo de la historia, todo tiene una razón de ser, y aunque no la conozcas me es suficiente que solo yo tenga los detalles. Nadie mas, ni siquiera aquél que solía ser un amigo, un compañero. 

El hombre de cabellos azabaches se acercó un poco más, riendo ante los adorables pero inútiles intentos ajenos por soltarse y probablemente huir. A solo unos centímetros del otro elevó su mano hasta su rostro, se posó en la mejilla y con calma bajó hasta el mentón, sujetando con fuerza y obligando al hombre a levantar la mirada, este mismo solo podía dirigirle una expresión llena de ira y molestia; apartando su rostro con brusquedad, misma acción que provocó una risa en su secuestrador.

— Dame ese libro y puede que te deje ir...

El rubio negó en silencio.

— Siempre el alma de la fiesta ¿eh, Thaitt?... ¿No lo harías por un viejo amigo?

Ésta vez el hombre encadenado rió, dejando en silencio al Dios, mismo que solo se limitó a observar con una ceja levantada.

— Ya no eres lo que conocí, esos recuerdos ya solo son un fantasma de lo que alguna vez existió; uno que me cuesta creer que ya no existe  más-... Pero estoy seguro de algo, mi amigo ha muerto ya, lo único que queda es alguien más usando esos recuerdos a su favor, jugando con ellos y el sentir de aquellos que lo conocían. En el pasado jamás habrías hecho eso... Cambiaste, no del modo que esperaba al darte la oportunidad de ganar.

Si, duele en lo más profundo de su ser el decir eso, el saber que desde su enfrentamiento ambos tomaron caminos separados... Que-... Que un deseo logró corromper a alguien que consideraba su mejor amigo, su cómplice, y tal vez hasta algo más. Algo que de haberse dado de la forma correcta no estarían ahora mismo mirándose con tanto odio.

Solo silencio, uno que llenó el lugar por completo durante unos segundos, perduró un poco más y finalmente un suspiro se hizo presente por parte de la deidad antes de hablar.

— ¡Olvídate ya de eso! no son más que tonterías. Además... No tengo que preguntar, si quiero algo lo obtengo sea como sea, no serás la excepción.


Definitivamente aquél dios comenzaba a irritarse... Algo que para ser sinceros no era lo más recomendable, para nadie. Dando la media vuelta junto a algunos pasos más las cadenas no tardaron en avanzar por igual, a su vez apretando el agarre tanto en el cuello como los talones.

— Si no vas a hablar por las buenas... Tendré que obligarte. Una vez más ¿quieres? ¿Dónde está ese diario?

Si bien el dios sonríe la molestia comienza a notarse en las acciones contra el rubio, mismo que al sentir el aire esfumarse intenta tomar bocanadas del mismo, quejándose por lo bajo y tratando de aflojar el agarre con desesperación.
No hubo palabra alguna de su parte.

Los minutos pasan, largos y tortuosos minutos para el de amarillentos cabellos, minutos donde su vida parece ponerse en riesgo una y otra vez ante la asfixia y rayos obligándole a por lo menos emitir quejidos.
Constantes burlas y comentarios de mal gusto que por más que lo intente son imposibles de ignorar.

"¿Te crees especial por saber más que el resto?" "¡No eres nada sin ese libro! sin tu información nadie te buscaría." "No eres más que un fenómeno, uno que tuvo la suerte de encontrar cosas de más".

Sabe que es cierto, cada palabra tiene un grado de verdad.
Los ojos llorosos del hombre solo delatan su debilidad.
Realmente no tiene a nadie que no sea él mismo, y las palabras de la deidad son como un puñal enterrándose más y más en su pecho, en su corazón.
Los años pasan, pero el corazón jamás olvida a aquellos que tanto ama, y Amet es uno de ellos... El más especial.


— No saldrás de aquí hasta que yo lo quiera así, eres solo un juguete más de la colección. Uno con el que tengo toda la eternidad para jugar con él. 


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1123 palabras, no siento el cerebro.

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⏰ Última actualización: Sep 16 ⏰

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La curiosidad mató al gato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora