Capítulo 1

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Miau.


Un gato gris, algo gordo maullaba con un alto volumen, mientras se encontraba echado sobre el pecho de su dueña, quien dormía profundamente mientras la alarma de su celular estaba sonando. Repentinamente, un poderoso zarpazo invadió una mejilla de la mujer, logrando que ella se despierte fugazmente. 


—¡Ah! Llego demasiado tarde al trabajo. 


Rápidamente, ella se levantó de la cama y empezó a vestirse con su ropa de oficina. Preparó la ducha y recordó que también debía desayunar algo, por lo que dejó dos rebanadas de pan preparándose en la tostadora. 


Ella se lavó la cara para refrescársela, y se dirigió a orinar. Al regresar a la cocina, se encontró con las tostadas totalmente quemadas. Luego volvió al baño para recordar que ese día, habría mantenimiento del servicio de agua, por lo que no funcionaba tal servicio. El gato gris se posó al lado de su bebedero de agua y su plato de comida, ambos vacíos, pero siendo totalmente ignorado por su dueña, quien rápidamente salió por la puerta para dirigirse al trabajo. 


Apenas un par de minutos después, la mujer regresó a su apartamento, para ir a buscar una botella con agua y una bolsa de alimento para gatos, y dejarle alimento y bebida a su compañero peludo. Posteriormente, volvió a irse. 


La chica salió del edificio, y subió a un taxi para llegar mas deprisa a su lugar de trabajo. Transcurrieron unos veinte minutos, hasta que finalmente, ese transporte la llevó hasta aquel moderno e imponente edificio de oficinas, y darse cuenta que se olvidó todo el efectivo en su casa, de modo que no tenía como pagarlo. Afortunadamente, si llevó consigo su tarjeta de crédito, la cual utilizó para efectuar la transacción. 


Ni bien descendió del taxi, caminó unos pasos y pisó mal con sus tacones, haciéndola perder el equilibrio. Afortunadamente, alguien la sujetó por detrás, evitando que cayera al suelo.


—Ten mas cuidado la próxima vez, si te cuesta caminar con eso, lleva zapatos mas cómodos. —El brillo fuerte del sol, chocando directamente con sus ojos, le impidieron ver correctamente a la persona que se escondía detrás de aquella silueta femenina. 


—Oh, le agradezco mucho, señorita. Estoy con prisa. —Al ponerse de pie, pudo divisar correctamente a la mujer que la ayudó. Aunque las prisas, le impidieron verla detenidamente. 


—¿Eh? ¿Señorita? —La mujer que la ayudó, se quedó observándola extrañada. 


Una vez que la mujer ingresó en el edificio, se dirigió directamente hacia el elevador, el cual se encontraba fuera de servicio por mantenimiento. Largó algunos insultos susurrando, al darse cuenta que tenía que subir trece pisos por escaleras. 


Tardó un buen tiempo en subir, pero finalmente lo logró. Al llegar, estaba totalmente exhausta, sin energía en el cuerpo. Un hombre vestido de traje, la recibe con una sonrisa. 


—Olivia, llegas algunos minutos tarde, pero como hoy no funciona el elevador, te lo perdono. Además no es gran cosa. Solamente son diez minutos tarde. Bienvenida a una nueva jornada laboral. —dijo el hombre manteniendo la expresión en su rostro. 


—¿Qué toca hacer ahora mismo? —preguntó la mujer mientras se dirigía a su escritorio.


—Por ahora quiero que esperes un momento, hoy ingresan tres personas nuevas a trabajar con nosotros en esta misma oficina. Quiero que les den una buena bienvenida a ellos. —El hombre se llevó consigo una pila de papeles que se encontraban dentro del lugar de trabajo de Olivia.


Ella toma asiento y otra mujer se acerca para hablarle. Esta estaba vestida de forma mas informal, no parecía que trabajara en una oficina de una empresa importante. Llevaba una camiseta de banda de rock, leggings deportivos, y calzado cómodo. 


—Agradécele a los nuevos que llegan hoy, sino teníamos un montón de cosas que hacer las dos. —comentó la mujer, de largo cabello rubio oscuro con raíces negras, dejando ver que su pelo estaba tintado. 


—Pero después de que se presenten los deberemos hacer igual. —Olivia se relajó en su asiento.


—Si, pero tendremos bobos nuevos que hagan la mayor parte del trabajo por nosotras. —La mujer vestida cómodamente, sonríe y apoya sus manos en los hombros de Olivia.


—No te creas tanto. Primero el jefe les va a enseñar como funciona todo aquí, y casi toda la jornada será de adaptamiento de ellos al lugar de trabajo, asi que tendrán que hacer todo ustedes. —Un hombre de traje, joven de cabello castaño claro corto, y brillantes ojos celestes se acercó a ellas. 


—¡Pero Martin! Siempre tienes que arruinar todo. —exclama la chica de vestimenta cómoda.


—Me quiero morir. Sophie, tráeme un rifle o algo. —dijo Olivia antes de desplomarse en su escritorio. 


—¡Con cuidado, que ahí vienen! —Martin da el aviso y todo el mundo se pone de pie.


Por la puerta principal de la oficina, ingresa el jefe, junto a tres personas. Olivia reconoce enseguida a una de ellas. Con su largo cabello marrón y su vestido blanco holgado, junto a unos tacones bajos. 


—La chica que me ayudó antes de ingresar al edificio. No la había visto bien antes, es demasiado hermosa. —susurra la chica mientras sus ojos se iluminan. 


El jefe se acerca hasta ella para presentarla ante todos sus nuevos compañeros de trabajo. 


—Saluden a su nuevo compañero. El es David. Ex supervisor de ventas en una empresa pequeña de otra ciudad, ahora, administrativo Junior del departamento de recursos humanos en nuestras oficinas.


«¿Nuevo? ¿Compañero? ¿David? ¿¡Es un hombre!?» —Olivia se sorprendió enormemente al escuchar aquello. 


—Hola. En efecto, mi nombre es David. Pido perdón si engañé a alguien con mi apariencia. Es un gusto poder empezar a compartir mis días laborales junto a ustedes. —comentó el chico con apariencia femenina esbozando una sonrisa en todo momento. 

El chico princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora